La Compañía de Mar, valiosa creación Portuguesa

Si hay unidades casi desconocidas en el Ejército de Tierra son las Compañías de Mar. En la Escalilla del Arma de Infantería se encuentra la llamada “Escala de Mar”, y sus oficiales y suboficiales pertenecen al Arma. Sus misiones están relacionadas con el mar y los barcos, permanecen hoy en activo quizá como recuerdo imperecedero de un glorioso pasado. Actualmente existen dos Compañías de Mar, una ubicada en Ceuta y otra en Melilla, hubo otras más en Larache y un gran número de destacamentos en el litoral marroquí. Más reciente se creó una en el Sáhara español, disuelta tras nuestra salida del territorio. Todas las unidades de Marruecos en la época del Protectorado, las de Ifni y las de lo que fue el África Occidental Española apreciaron la eficaz labor de estos marineros-soldados de Infantería que en situaciones extremas por el estado del mar, constituyen todavía, en esos pequeños destacamentos de los peñones y las Chafarinas, el presente de unas tropas de gran tradición militar marinera.
En Melilla, el duque de Medina-Sidonia (conquistada en 1497 por el caballero D. Pedro de Estopiñán Virnés, al servicio de la Casa Ducal) decretó que “haya una dotación de cuatro fustas de remos, bien pertrechadas aparejadas; que sean tales que haya en dichas cuatro fustas hasta cincuenta bancos, y para ellas, se les dé los dichos cuarenta hombres de la mar, para que estén continuos, y que haya en ellas en cada una, un patrón, un cómitre, tres timoneros y cinco marineros, que sean en todas las cuatro fustas cuarenta hombres de la mar”. La misión de estos marinos era, según las disposiciones del duque de Medina-Sidonia, “Vigilar y recoger para poder traer y llevar recados y hacer cualquier servicio que sea necesario o mandados de los señores capitanes de la ciudad”.
Pero el origen que se conoce de las Compañías de Mar se remonta al 26 de junio de 1548, cuando Ceuta era aún portuguesa. Constituían una fuerza de vigilancia marítima. El rey lusitano hizo público en un Real Decreto que “yo, el Rey, hago saber que vosotros capitán y oficiales de Ceuta, que yo tengo por bien y me place que de aquí en adelante no haya en esa ciudad persona alguna que no gane sueldo, sobre todo los hombres de armas, que deben ganar 189 reis por mes, y mando que los 32000 reis de los sueldos de 54 hombres de armas que allí estaban se gasten en cuatro pensiones de 8000 reis cada una para cuatro personas que en esa ciudad tengan bergantines aparejados que sean de diez blancos, para que sirvan con ellos cuanto cumpla a mi servicio”. Según este Real Decreto no cabe duda del origen de la Compañía de Mar de Ceuta que se inició con cuatro bergantines y su correspondiente tripulación, como primeros medios con los que contaron.
Desde la creación de las Compañías de Mar, su ayuda fue valiosísima para mantener a raya a los piratas que infectaban las calas africanas, asolaban las costas marroquíes, las levantinas y atacaban a los barcos en el mediterráneo.
Su colaboración fue y es asimismo decisiva para la conquista y el mantenimiento de los peñones de Vélez y Alhucemas. En los peñones, donde el barco que transportaba los relevos y los suministros debía fondear a unos centenares de metros de los mismos, ya que no existían posibilidades de atraque, existían dos pequeños destacamentos: uno de la Compañía de Mar de Ceuta, en Vélez de la Gomera y otro de la de Melilla, en Alhucemas.
Lo primero que se acerca al barco en cada fondeo es una pequeña lancha tripulada por miembros de estos destacamentos, que, en condiciones precarias y a veces con gran riesgo, procuran por todos los medios que los suministros no pasen de largo.
A partir de 1883 pasó a depender del Ministerio de la Guerra
La compañía de Mar tuvo entre sus misiones la vigilancia del litoral, los servicios fundamentales marineros y realizar la carga y descarga de material de guerra y víveres que transportaban los buques, además de auxiliar en el desembarco de tropas siempre que se produjeran en posesiones españolas en África y que los buques fueran de nuestro Estado.
Hasta 1883 las Compañías de Mar dependieron del Ministerio de Marina y fue en esa fecha cuando trabajaba bajo las directrices del Ministerio de la Guerra. Tres años después se produjeron modificaciones y en 1915 adoptaron la organización de una Compañía de Infantería. Ambas Compañías ocuparon sendos acuartelamientos en la ciudad antigua, cerca de la monumental Plaza de Armas, con la presencia próxima de los cañones de bronce de la Cortadura del Valle, a pocos metros de la ermita de la Virgen del Valle. Frente a la puerta de la ermita velaron sus armas y fueron armados caballeros los hijos del rey Juan I de Portugal.