Los trabajos de traslado de residuos del vertedero a la zona habilitada en el barranco de las Cuevas tendrán una duración estimada de un mes, ya que se ha marcado como plazo de finalización el próximo 20 de abril. Eso es al menos lo que espera la Ciudad, enfrentada a una de las obras más importantes de las emprendidas en los últimos tiempos.
Y es que terminar con lo que fue el viejo vertedero de Santa Catalina resulta tarea compleja, además de no exenta de toparse con sorpresas. Por ejemplo los olores. Han sido los ecologistas los primeros en reclamar medidas para paliar el impacto que este traslado de residuos pueda provocar, después de que el pasado miércoles algunos trabajadores mostraran su malestar por el mayor nivel de olor detectado.
Desde la Ciudad, y por boca del director técnico de infraestructuras de la GIUCE, Pedro Sierra, se indica que se está trabajando con la mayor celeridad posible para intentar el traslado diario de 10.000 metros cúbicos, buscando así que el impacto en materia de olor sea menor y evitando que llegue el calor lo que aceleraría el daño. Así también se han adoptado medidas para paliar el impacto que pueda darse los fines de semana, cuando los trabajos no se están desarrollando. Por ejemplo se tapa los residuos ya trasladados con capas de tierra para que mientras no se hacen más pases de basura, la que ya está no huela hasta el reinicio de las labores en el comienzo de la semana siguiente.
Con todo esto no significa que se vaya a conseguir que hasta el 20 de abril no haya olor alguno, pero sí se intenta hacer todo lo posible para que el traslado de las basuras no genere tantas molestias ya no sólo a los trabajadores cercanos a las obras -como son los del cementerio o los de la planta de tratamiento de Urbaser- sino también a cualquier usuario de la senda peatonal del Hacho y vecinos del entorno.
Desde la Ciudad se insiste además en que si, por lo que fuera, se alcanzaran niveles de olor importantes, se tiene previsto un plan de medidas para frenar en lo posible ese impacto. Los ecologistas están controlando que esto sea así. En lo relativo a la posible existencia de gases, tal y como temían los ecologistas, la Ciudad señala que la maquinaria que se está utilizando para los movimientos y traslados de residuos lleva incorporado un dispositivo tipo medidor que detecta la existencia de gas. No se cree que, por el tiempo transcurrido, existan bolsas o que se generen, pero, a modo de prevención, tienen ya operativos los aparatos que alertarían de la existencia de ese gas en aras a evitar cualquier accidente o pequeña explosión. Las alarmas advertirían de su existencia. Así también se ha previsto como parte del proyecto la incorporación de chimeneas ante la posibilidad de que la zona en la que se acumulan ahora los residuos pueda generar algún tipo de gas, extremo éste que consideran improbable.
En datos
Impacto
Aunque desde la Ciudad indican que el impacto no está siendo muy importante en cuanto al olor generado, sí advierten de que si se alcanzaran cotas importantes aplicarían un plan ya previsto para aminorar ese impacto.
Medidas
Los trabajadores cumplen con las medidas de seguridad estipuladas en materia de prevención. Están dotados con monos específicos y mascarillas.
Trabajos
Quieren que se terminen poco después de la Semana Santa, aprovechando así la época en la que menos calor hace para evitar un impacto en el ciudadano mayor.
Sorpresas
Lo que nunca se ha sabido es qué se ha echado en el vertedero de Santa Catalina. Esa es la gran incógnita de ahí que en los trabajos de movimiento de residuos se puedan topar con todo tipo de basura hasta, por ejemplo, restos de animales muertos como ballenas.
El final
Cuando termine el traslado de los residuos se colocará una lámina que cubre toda la zona que se repoblará con árboles y espacios verdes. Esta sería la última fase del Barranco de las Cuevas.