Categorías: Colaboraciones

La ciudad de los cinco pétalos

Por la mañanas, algunas veces, cuando  voy andando por el paseo que rodea el litoral de Cádiz, me llega el rumor del mar…A veces me llega suave, y otra veces, como ahora, me llega agigantado por la olas que vienen del Sur. Y en este momento, sin poderlo evitar, siento que las olas, prisioneras de un mensaje, citan mi nombre para liberarse  de su navegación oceánica, y volver a su rumor de siglos entre una orilla y otra…No puedo ocultarlo, el mar, esta mañana, me llega pausado, cadencioso, en cabalgatas de ondas que se abren en media luna plateadas por la carrera alta de la espuma. Es verdad, habéis de saber, que en estos instantes  sus aguas de sal se pintan de colores grises y verdes,  y un verde aún más obscuro, como preñados de algas, va alejándose hasta confundirse con la línea del horizonte en una mancha borrosa,  irreal, desdibujada, inabarcable…
No puedo engañaros, el mar  me llega de África, nuestra  tierra, nuestro continente primigenio y puro, principio del devenir humano, principio de todas las cosas…África, al otro lado del mar, a tiro de piedra de  la nostalgia, de los recuerdos, casi al alcance de la mano… Y Ceuta me llega a golpes, a latidos secos y fuertes  del corazón de nuestra tierra. Ceuta me llega, irremediablemente, con las olas infinitas, incontables, que vienen del Sur… Con las nubes grandes y  blancas que se amontonan en el cielo añil, como almenas de un castillo de algodón que también se avienen desde  el Sur…   
Corren  las nubes y las olas, y la brisa y las gaviotas en sus espacios azules y malvas…Y sin embargo, yo regreso en camino inverso a ellas, como apuntándoles que están equivocadas, que han herrado su camino, y deben girar al Sur, hacia África donde se encuentra nuestra tierra…
Nosotros somos extranjeros que no pudimos permanecer en nuestro lugar de origen, en nuestro lugar geográfico donde nacimos. Nosotros  somos forasteros donde  habitamos cada día y cada noche en nuestra lejanía y en nuestras ausencias…
Me aviene y se agranda el rumor del mar, y al instante, como algo anunciado, me alcanza la mancha verde de los pinos de San Antonio; el timbre sonoro, metálico, de las campanas de la Catedral; la paz antigua de la plaza de África bajo la velada sombra de  sus altas araucarias; el arco luminoso y  azulino que se extiende hasta  cabo Negro; las sierras grises, de piedra, del Atlas a Poniente; la sonoridad de las torrenteras y arroyos que bajan desde los oteros de los montes más altos del Renegado y Anyera,  hasta caer precipitándose por los valles que descienden, entre alcornocales, pinos y eucaliptos, a las calas y playas de Benzú y Calamocarro al pie de la cenefa tornasol del Estrecho; y finalmente, el murmullo de agua que, como una estrofa poética,  baja con  los caños que la lluvia abre en las laderas del Hacho entre zarzamoras, helechos, jarales y chumberas…
Nada tenemos en el recuerdo; y sin embargo, todo nos pertenece cuando pongamos que hablamos de sentimientos. Y a los sentimientos ¿quién puede ponerles precio? Nada  ni nadie puede cuestionarlos, ni siquiera a título de préstamo, porque sería  pretender comprar el viento que libre nos trae el mensaje que esperamos a cada hora en la distancia…
El paseo, a cada paso, ha ido transformándose, trascendiendo en una pregunta obligada al mar, a las nubes, a la brisa: ¿hacia dónde vais, a qué lugar oculto, a qué país ignoto, a qué continente ya desaparecido?... Y el mar se precipita en las playas en olas exhaustas, moribundas, como sabanas de espumas blancas…Y las nubes y la brisa pasan con prisa, casi sin saludar, pero dejando en nuestro ámbito, en el aire que respiramos, el olor pasional, de deseo, de mujer, de África…
Nosotros somos extranjeros y nada tenemos en el recuerdo;  y sin embargo, el recuerdo nos pertenece y da fe de que existimos, aun cuando nadie nos recuerde… Nosotros dejamos nuestros versos, al pie de una ciudad pequeña, suave, blanca, de sentir delicado, como los delicados pétalos de aquellos jazmines blancos que enjalbegaban   mi patio en la niñez…
Si, Ceuta son unos jazmines blancos, ¿qué pudiera ser si no…? Acaso puede ser algo más sencillo que unos jazmines. Acaso puede ser algo más blanco que unos jazmines. Acaso puede ser algo más suave que los pétalos de unos jazmines. Acaso, por decir lo más definitivo, puede ser  algo más pequeño y  hermoso  que unos jazmines. Pues, he de deciros, que cuando pienso y pronuncio estas cinco letras, a saber: más que cinco letras, semejan cinco pétalos de una ciudad pequeña, suave, blanca, de sentir delicado, que se ha dado en llamar Ceuta…
Y nosotros dejaremos nuestros versos, al pie de esta ciudad, sin pretender que  nadie nos recuerde, abrazados y ausentes, para siempre en el olvido…

Entradas recientes

García resalta el “buen tono” para renovar el Estatuto Marco

La ministra de Sanidad, Mónica García, ha destacado el “buen tono” que se ha mantenido…

22/01/2025

El PP, sobre el dinero para menores: “Ceuta no es moneda de cambio para pactos oscuros”

Guerra política. Enfrentamiento entre partidos, en concreto PP y PSOE, todo ello por la partida…

22/01/2025

Buscan a 3 jóvenes desaparecidos en el mar al cruzar a Ceuta

Familias de tres jóvenes marroquíes los buscan tras tener constancia de que se echaron al…

22/01/2025

Sergio Santaella y Adam Farre: “Queremos darle un toque más profesional a las batallas y la música”

Sergio Santaella y Adam Farre son dos jóvenes de Ceuta que forman parte de una…

22/01/2025

La Encuesta | ¿Cómo mejoraría el turismo en Ceuta?

El turismo en Ceuta ha sido tradicionalmente una de las principales fuentes de ingresos para…

22/01/2025

Colocación de acerado y vallado en la carretera de la frontera

El proyecto para descongestionar el tráfico en la carretera N-352 avanza. Los operarios siguen trabajando…

22/01/2025