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La cena

En cierta ocasión, una abuela llevó a su nieto a visitar a Mahatma Gandhi. El niño tenía un apetito insaciable por el azúcar, lo que estaba poniendo su salud en riesgo. La señora suplicó a Gandhi: “Por favor, dígale a mi nieto que deje de comer azúcar, ya que sé que él le respeta mucho a usted, y yo estoy segura que él escuchará lo que usted le diga”. Gandhi les pidió que se fueran y regresaran cuatro días después. Después de cuatro días, la abuela y el nieto regresaron. Gandhi miró al chico a los ojos y le dijo con autoridad: "Deja de comer azúcar, que estás lastimando tu cuerpo". Después de un breve silencio, la abuela le preguntó a Gandhi: “Señor, ¿por qué usted nos pidió esperar cuatro días para regresar, si esto mismo se lo hubiera podido decir el día que vinimos?” Gandhi respondió: "Señora, hace cuatro días yo estaba comiendo azúcar y no podía hablarle con autoridad a su nieto. Ahora sí puedo, porque hace cuatro días dejé de comer azúcar".
El próximo presidente del gobierno Mariano Rajoy, ha girado a su tierra natal, Pontevedra, su primera visita tras el triunfo electoral de su partido. Al contrario que en ocasiones precedentes, ha dado instrucciones para eliminar en ésta la costumbre de ágapes y similares. Su orden ha sido contundente y clara: “No está esto para cenas” y añadió “lo que viene para España es muy difícil”.
Ya se sabe que, lo que dicen nuestros políticos, hay que diseccionarlo y analizarlo hasta la extenuación, porque tras sus palabras suelen haber mensajes ocultos. No es éste el caso. Se puede decir más alto, pero no más claro. Vino a confirmar lo que muchos llevamos predicando en el desierto (con permiso de D. José María Campos), con poco o nulo resultado: Que la fiesta ha terminado y ahora toca limpiar y ordenar lo sucio y desordenado, que es mucho.
¿Habrán entendido nuestros políticos lo que, más que un mensaje, es una orden? Porque en nuestra Ceuta no parece que andemos sobrados de entendederas. Sin ir más lejos, y muy cerca en el tiempo, hemos podido constatar cómo en el Partido Popular ceutí piensan que la música sigue sonando, cuando en realidad el único que queda en el salón de fiestas es el típico elemento “pasado de copas” que se resiste a abandonar el local mientras los camareros están recogiendo. Comidas para 400 simpatizantes, alquiler de salón en hotel de cuatro estrellas para realizar pegada del primer cartel electoral porque “si llueve nos podemos mojar”, o cantidades obscenas de dinero en la compra de espacios publicitarios en los medios, mandan el mensaje contrario al de Rajoy. Porque hay que aclarar que, aunque en el PP de Ceuta o en el de Pontevedra pueden gastarse sus recursos donde les venga en gana, parece que Rajoy es el único que sabe que esos recursos provienen en su mayor parte de las asignaciones que reciben los partidos políticos por su representación, y, por tanto, hay que darles la consideración de DINERO PÚBLICO. Pero en el PP de Ceuta parece que no lo saben o no quieren enterarse. Prefieren que pensemos que sus dineros son fruto de las cuotas de sus afiliados. ¡JA!.
¿Y en el Gobierno de la Ciudad, también del PP? Pues más de lo mismo. Al más puro estilo zapateril, nos quieren hacer ver que lo de la crisis no va con nosotros, y que podemos seguir con el despilfarro en asesores, empresas municipales de casi nula eficacia, gastos suntuarios, etc., por no hablar de las puñeteras flores, cuyo contrato sigue sin salir a la luz, por más que la oposición ha solicitado y recibido explicaciones sobre el mismo en un Pleno. Explicaciones que no se creen ni quien las dio, ni quienes las recibieron. Poderosas razones tienen que tener los partidos UDCE, PSPC y PSOE para no profundizar en el asunto, o, sencillamente, se conforman con cualquier cosa que les digan desde la bancada del Gobierno. Y es que algunos todavía no se han enterado de que, como dijo el próximo presidente del gobierno de TODOS los españoles, “no está esto para cenas”…. Ni para flores.
POSDATA: Aviso a navegantes. Algunos no tenemos complejos ni prejuicios, y, por tanto, nos arrogamos el derecho de manifestar lo que esté mal (aunque provenga de “los nuestros”), y lo que esté bien (aunque sea de “los otros”). Los que nos consideramos librepensadores, somos también “libreopinadores”. Es una de las ventajas de pertenecer a un partido “transversal”, donde caben todas las ideologías, pero únicamente las “buenas ideas”.

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