Categorías: Tribunales y justicia

“La cara de los que me pegaron, nunca jamás la olvidaré”

{jaimage crop="TC" /}¿Qué sucedió el 4 de mayo de 2010 para que una simple actuación policial que tenía como finalidad precintar una parte de la nave de ‘Almacenes Susi’, en la Almadraba, terminara en una auténtica tangana? Eso es lo que se intenta esclarecer en la Audiencia Provincial que acoge, desde ayer, el juicio seguido contra cuatro policías de la UIR y  dos comerciantes -padre e hijo-. Los primeros se sientan en el banquillo porque se les acusa de haberse extralimitado en sus funciones, golpeando, presuntamente, a Mohamed Embarek y a su hijo Achraf. Estos se sientan también en el banquillo porque, a su vez, están acusados por los agentes de ser ellos los que provocaron, con su actitud, un atentado contra quienes representan la autoridad. El tribunal de la Sección VI de la Audiencia se enfrenta a un nuevo caso en el que la labor de la UIR termina en los juzgados; quedan por delante dos jornadas más en las que además de policías declararan testigos y forenses, con la idea de que sus testificales arrojen luz a esta historia.
El responsable del almacén en donde sucedieron los hechos, Mohamed Embarek, fue el primero en declarar. Y lo hizo para señalar a cada uno de los cuatro agentes de la UIR sentados en el banquillo como los implicados en la ristra de golpes que recibió aquella mañana del 4 de mayo. Lo hizo en varias ocasiones, tantas como veces se le preguntó por ello, aunque su declaración varió ya que al principio señaló a los cuatro policías para luego designar papeles concretos en su agresión a sólo dos de ellos. Uno por presuntamente golpearle con una defensa y otro por golpearle en un ojo.
¿Pero cómo comienza esta historia a la que ahora se le intenta poner una solución judicial? Estos agentes ocupaban el furgón de la UIR que acudió a este almacén de la Almadraba para precintar la zona que en diciembre de 2009 había sido dañada tras la caída de una roca a consecuencia de las incesantes lluvias del día de Navidad. Debido al peligro existente, el área de Urbanismo decretó que debía precintarse el lugar y la unidad de la UIR acudió al almacén para dar validez a dicho decreto.
Según mantiene Embarek, desde el primer momento en que los agentes llegaron a su almacén le trataron de forma despectiva. Primero llegaría un furgón con los cuatro agentes que se sientan ahora en el banquillo para después aparecer dos furgones más. Estos llegaron “cuando se armó la que se armó”, dijo Embarek. Según mantuvo en su declaración ante el tribunal, se convirtió en víctima de una mala actuación policial. Dijo a la Sala que, sin que le diera ni tiempo a reaccionar, cuando acudió a su oficina para recoger el DNI e identificarse así ante los efectivos, “ya me estaban dando palos por todos lados”. El primer golpe recuerda que fue en el hombro, señalando al agente J.R.G. como el presunto autor de dicho golpe haciendo uso de su defensa. Después le pondrían los grilletes y le sacaron por la fuerza del almacén, echándole “como un cerdo” al furgón policial en donde, mantuvo, otro de los agentes, a quien también reconoció en el banquillo, le dio un puñetazo en el ojo. A los otros dos policías nos les atribuyó un golpe específico pero dijo que se encontraban en el escenario de los hechos.
Después de aquello, continuó, le trasladarían, ya con las lesiones y en calidad de detenido, al Hospital. La cinta que se grabó procedente de las cámaras de seguridad con que cuenta el clínico no se ha podido conseguir  ya que cuando fueron solicitadas por vía judicial se habían borrado. Ese documento tenía su importancia ya que de su visionado en Sala se podía conocer el estado en que llegó Embarek al hospital, porque la Policía mantiene que en ningún momento fue lesionado en dicha actuación.
El comerciante, de 62 años, que arrastra varios infartos y que, como dijo, nunca ha tenido problemas con las fuerzas de seguridad, mostró ante el tribunal su pesar por la forma en que fue tratado por “la UIR”. Hizo hincapié en la Unidad de Intervención Rápida en concreto, que, señaló, “son unos y la Policía Local son otros, porque la UIR está para dar golpes”. Recordó, a preguntas del Ministerio Fiscal, cómo le imploraba al agente que según él le puso los grilletes que se los quitara porque se asfixiaba. Dijo que se refirió a él con el término “hijo” y que éste le contestó que él no era “hijo de un moro asqueroso como tú”. También insistió en que varios policías le trataron de forma despectiva, como si “fuera basura”. Embarek, que también está imputado en esta causa al ser denunciado por los policías por un presunto delito de atentado, negó que hubiera golpeado o insultado a los agentes que intervinieron. “Recibía palos por todos lados”, indicó, recalcando que hubo un momento en que llegó incluso a perder el conocimiento.
¿Pero cómo pudo terminar un mero cumplimiento de un decreto en esta situación? A eso no pudo responder el dueño del local. De hecho es una pregunta a la que nadie pudo poner una respuesta concreta. “Cuando llegaron los policías, lo único que les dije fue que no dejaran el furgón ahí estacionado”, insistió, refiriéndose a que lo habían aparcado en un lugar que podía estorbar a la clientela y que además podía dar que hablar ante las personas que pasaban por su almacén al ver allí a la UIR. Ante las preguntas hechas por el abogado defensor de los agentes, que fue muy incisivo y persistente en su interrogatorio, e incluso también por uno de los ponentes del tribunal, Embarek señaló claramente a quienes él entiende como autores de la agresión. “Sé quién fue el que me pegó con la defensa”, dijo a preguntas de uno de los jueces ponentes, señalando así al policía J.R.G. “Sé quién me dio el puñetazo en la cara”, continuó, señalando al agente J.M.L.C. “La cara de ellos nunca jamás se me olvidará”, insistió. De los otros dos agentes acusados, A.F.J.G. y F.J.G.R., dijo que “estaban allí” pero no les atribuyó un papel específico. Es ahí donde el abogado defensor de los agentes encontró una contradicción que puso de manifiesto ante el tribunal.
“Yo no tengo nada en contra de nadie, pero sé cuáles son mis derechos. Soy hijo de Ceuta, español, con 62 años y no tengo ni una multa de tráfico, no debo nada a nadie... Yo no agredí a ningún policía, no soy así... ellos me golpearon y luego me tiraron como un cerdo al furgón”, declaró.
En la misma línea también declaró su hijo, Achraf Embarek, quien trabaja también en el almacén de la Almadraba. Al igual que momentos antes hiciera su padre, Achraf señaló a los agentes que se sentaban en el banquillo como los presuntos implicados en la agresión. Recordó que aquel día, 4 de mayo, pasadas las diez de la mañana, se encontraba despachando a clientes en el local cuando llegó un furgón de la UIR para hacer valer un decreto de precinto de una parte del almacén. Se trataba de hacer cumplir una orden después de que los comerciantes denunciaran una y otra vez en el Ayuntamiento que existía peligro de derrumbamiento. Achraf declaró que vio cómo varios agentes entraban en la oficina en donde se encontraba su padre y que escuchó que algo anómalo estaba sucediendo lo que le llevó a acercarse hasta la oficina, situada al lado de donde él estaba despachando a la clientela. Al principio dijo que había visto a los agentes aunque después matizó que no pudo ver lo que sucedía dentro de la oficina porque otro de los policías se lo impidió, agarrándole por el cuello. Lo identificó como el agente J.M.L.C. “Llovían palos por todos lados, intenté ayudar a mi padre pero no pude. En ningún momento vi que se estuviera resistiendo, ¿por qué? si nosotros habíamos pedido que la Policía viniera a precintar esto... no lo veo lógico”, aclaró.
Al igual que declarara su padre, Achraf negó que hubiera golpeado a los policías aunque reconoció que sí empujó a uno, “pero lo hice solo por ayudar a mi padre no para agredirle”. El joven, que también figura en esta causa como denunciante y como denunciado, no pudo identificar al agente que le golpeó por detrás en la cabeza. Mientras trasladaban en calidad de detenido a su padre, él optó por escapar del lugar para, horas después, acudir a curarse al Hospital y presentarse ante la Policía Nacional para narrar lo ocurrido. “No fui ante al Hospital por miedo, porque podían estar allí”, confesó aludiendo a los agentes de la UIR que actuaron.
El abogado defensor de los agentes cuestionó la tardanza en acudir al Hospital insistiendo en obtener una explicación sobre ello, apuntando incluso la posibilidad de que pasado tanto tiempo las lesiones presentadas podían no ser producto de la intervención policial sino haber sido causadas en su huida o por él. El joven negó tajantamente los hechos sosteniendo que, difícilmente, podía provocarse golpes en la cabeza que habían sido realizados por detrás.  

Las claves
Denunciantes y denunciados
Tanto el responsable de estos almacenes como su hijo aparecen en esta causa como denunciantes de la Policía y como denunciados por estos agentes, que les relacionan con un delito de atentado.
La carga racial
El letrado de la Acusación Particular entiende que se ha producido un delito de lesiones hacia sus defendidos y muestra como agravante las motivaciones supuestamente racistas que habría detrás de este caso.
La defensa de los policías
El abogado defensor de los agentes que están sentados en el banquillo insiste en la inocencia de sus patrocinados, por solicitó a los denunciantes que ubicaran adecuadamente en cada escena y momento a cada uno de los imputados.
Un decreto
La mañana en que se desencadenaron los incidentes la Policía acudía a hacer valer un decreto para el precinto de una zona del almacén. Aquello terminó con el dueño detenido, el hijo escapado y 4 policías denunciados.
Seis imputados: denunciantes y denunciados
El Procedimiento Abreviado 17/2012 deja a seis personas sentadas en el banquillo de los acusados, formando dos grupos bien diferenciados.
Por una parte el de los cuatro agentes de la UIR a los que se les acusa de un presunto delito de lesiones tanto por parte del Ministerio Fiscal como por la Acusación Particular. Por ello se les solicita dos años de prisión, al entender que están relacionados, presuntamente, con las agresiones que sufrió el dueño de este almacén. A su vez mantienen la existencia de una falta de lesiones presuntamente cometida por los agentes contra el hijo del propietario. La petición que hace el Ministerio Fiscal queda engordada por el letrado de la Acusación Particular, que considera además la existencia de un agravante de abuso de autoridad y un delito contra la integridad moral. La defensa de los agentes niega los cargos contra sus patrocinados y le da la vuelta a la tortilla, ya que entiende que los agentes de la UIR no cometieron exceso ni delito alguno, ubicando dicha carga delictiva en la figura de quienes integran el otro grupo de imputados: el responsable del comercio y su hijo. Adhiriéndose a la petición que también mantiene contra ambos el Ministerio Fiscal, entiende que existe un presunto delito de atentado contra los agentes, por el que se pide dos años de prisión, así como una falta de lesiones y otra de malos tratos. A esta petición no se une la Acusación Particular que ayer indicó que cualquier tipo de reacción del padre y el hijo contra la Policía fue para defenderse.
El escenario con el que se topa el tribunal de la Sección VI de la Audiencia es muy similar, aunque con distintos protagonistas, a otros juicios que ya se han celebrado en el que terminan sentados en el banquillo agentes del Cuerpo municipal y civiles, con versiones cruzadas y radicalmente opuestas sobre unos mismos hechos.
En el día de ayer y antes de celebrarse la vista oral se barajó la posibilidad de un intento de conformidad en base al cual todos los delitos se reducían a faltas, pero el mismo no fructificó celebrándose el acto de juicio oral.
quino Declaración del hijo, que también señaló a uno de los policías.
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