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La bandera de Bildu en Navarra

Es bien conocido el entusiasmo tan emotivo que los separatista sienten hacia su bandera (la Estelada catalana y la Ikurriña vasca), lo mismo que hacia sus respectivos himnos (Els Segadors y el Gora ta gora); como también su fervoroso enaltecimiento independentista y el profundo amor “patrio” que tan a flor de piel les brota cuando están ante sus propios símbolos regionales que ellos no reconocen como tales, sino que los tienen como el símbolo más preciado de su “patria” o “nación”, quizá porque para los soberanistas no debe de existir mayor regocijo que el de estar en presencia de esa excelsa entidad superior con la que tanto sueñan, pero que jamás han llegado a tener. Sus símbolos separatistas es algo que les chifla y les deja pasmados tanto a vascos como a catalanes. Ninguna otra cosa les hace más feliz ni les produce tan sublime ternura. Y es que, no debe haber nada que se desee más que aquello que nunca se ha tenido; por eso nada tiene de extrañar que, ante su himno y bandera les afloren tan efusivos sentimientos soberanistas con los que ellos tanto se regodean teniéndolos por delante. Al fin y al cabo, esa puede ser una de las formas que tengan de poder curarse el tremendo complejo que deben sentir cuando ven que el digno territorio al que pertenecen nunca pasó de ser un mero condado o unos simples señoríos, máxime cuando la mayoría de las demás regiones de España estuvieron constituidas en reinos medievales, aunque teniendo todas las ideas claras y el sentimiento común de pertenecer y luchar por una misma “patria grande” en la que tuvieran cabida todas las demás “patrias chicas”, como antes había sido la vieja Hispania romana y la España visigoda, y cuya obra de recuperación nacional culminaron en 1492 los Reyes Católicos.
Llama la atención ver que ninguno de aquellos antiguos reinos de España siente hoy ni la más mínima  afección separatista, que sólo se da en esos otros territorios que jamás llegaron a constituirse en reino, pero que ahora a toda costa quieren independizarse y romper España. Es curioso observar también cómo esos mismos separatistas cuyos símbolos regionales propios tanto veneran y enaltecen, luego, por el contrario, tan sectarios son que sienten inquina y aversión hacia la Bandera e Himno de España, que en tantos casos mancillan, vilipendian y ultrajan cuando los queman, pisotean o “pitan” públicamente. Hay un parlamentario nacional vasco al que, según en su día informaron los medios de comunicación, no se le ocurrió prestar mejor servicio ni realizar mayor gesta que quejarse enérgicamente porque decía sentirse coaccionado al tener que pasar por la Plaza de Colón en Madrid ante la bandera española, con la cantidad de rodeos que pueden dar quienes no merezcan pasar por allí. Este “gudari” vasco, nacido a lo Chávez en Venezuela, es el mismo que en junio pasado se permitió llamar “chulo maleducado” al Rey Felipe VI en su blog y cuenta de twitter, que ello, por sí solo, dice ya bastante de la “buena educación” por él recibida. Y como parlamentario español que es, cobra el sueldo que le pagamos del Erario Público todos los españoles, sin que por ello sienta ninguna coacción. Todavía no se ha enterado que la Bandera española no sólo es igual de constitucional que las demás banderas autonómicas y locales, sino que es a la que corresponde su inexcusable presencia en actos oficiales y la preeminencia ante los demás símbolos regionales y municipales.     
Obsérvese, igualmente, cómo los secesionistas no sólo quieren tener en exclusiva ante sí sus propios símbolos, sino que intentan a toda costa hacerlos extensivos a los otros territorios limítrofes  que ellos por su cuentan pretenden anexionarse. El último ejemplo se tiene en la reciente colocación de la bandera de Bildu en Navarra, que es ilegal e inconstitucional, con motivo de haberse constituido la actual legislatura autonómica y local. Y ello, a pesar de que el Tribunal Constitucional y los Tribunales Superiores de Justicia catalán y vasco les están continuamente dando con la Constitución y sentencias en las narices. Y otro elemento más que los soberanistas tienen en común es que en sus respectivos territorios las leyes, la Constitución, las sentencias del Tribunal Constitucional y de los demás Tribunales de Justicia sólo se aplican las que les favorecen, pero no las que les son adversas, que les importan un bledo, se las saltan a pie juntillas, se ríen y se mofan de ellas, pese a que el artículo 14 de la Constitución dispone que todos los españoles somos iguales ante la Ley. ¿Será esto último cierto?
Más esta controvertida cuestión viene ya de bastante atrás. En 1868 el Gobierno vasco ya incorporó a su emblema «las cadenas» del escudo de Navarra, que luego se incorporaron al escudo de España tanto por Decreto de 2-02-1938 como en el Reglamento aprobado por Decreto de 2-01-1977, señalando que «el segundo de los gules con una cadena de oro puesta en orla, en cruz y aspa, con un punto de sinople en abismo, es de Navarra». Y en el Real Decreto de 18-12-1981, en el diseño o modelo oficial del escudo de España, de acuerdo con lo dispuesto en la Ley de 5-10-1981, aparecen incorporadas dichas cadenas en el «cuarto de gules o rojo, de oro puesta en cruz, aspa y orla, cargada en el centro de una esmeralda de su color», porque representa la incorporación al escudo nacional del escudo de Navarra cuando ésta se integró en España. Es decir, “las cadenas” del escudo de Navarra, que también figuran en el escudo de España, a toda costa las quiere arrogar y utilizar el País Vasco para que en su escudo figuren no sólo Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, sino también Navarra con su llamado “Laurak-Bat”, cuyo símbolo reivindican como vasco, por creer que también le asiste el derecho a anexionarse Navarra.
Restaurada la democracia, el 2-11-1978 el Consejo General del Gobierno Provisional vasco,  acordó incorporar a su Estatuto de Autonomía dicho “Laurak-Bat” navarro. Pero la Diputación Foral de Navarra interpuso conflicto positivo de competencia nº 22/1982 instando al Tribunal Constitucional que anulara la parte de dicho Estatuto vasco que se refería a la utilización de dichas “cadenas”, por estimar que las mismas pertenecen en exclusividad a Navarra, solicitando que se declarara la competencia exclusiva navarra para disponer sobre el uso de su escudo de armas, se anulara el acto del Gobierno vasco de hacer uso del emblema que incluía el escudo de Navarra, y se dispusiera la eliminación y retirada de dichas cadenas del escudo vasco; cuyo símbolo navarro había sido aprobado por acuerdo de 22-01-1910 por la Diputación Foral Navarra, y después regulado su uso por acuerdo de 8-06-1927. Y el Tribunal Constitucional falló que la titularidad de la competencia controvertida corresponde a la Comunidad Foral de Navarra, declarando la nulidad de aquel acuerdo de 2-11-1978 del Consejo General vasco, ordenando la exclusión de “las cadenas” navarras del escudo vasco, por invadir y lesionar el ámbito competencial de Navarra. Sin embargo, el Gobierno vasco ha venido insistiendo terca y machaconamente tanto en utilizar los símbolos navarros como en anexionarse Navarra. En 2014 el Gobierno vasco colocó grandes paneles con anuncios turísticos en vascuence en la autovía de Leitzarán (A-15), en los que se gastó 91.000 euros, con el lema “Euskal Herria-Basque Country”, que incluyen el escudo de Navarra dentro de los seis territorios que los separatistas vascos consideran que forman su “nación” vasca y recogen destinos turísticos de la Comunidad Foral como Leitza, Aralar y la Ciudadela de Pamplona. Por tal motivo, la Diputación Foral Navarra también interpuso otro recurso, esta vez ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, que con fecha 24-02-2015 también dio la razón a Navarra. O sea, los separatistas vascos lo que es anexionarse toda costa Navarra y apropiarse de sus símbolos.
Pero, si ahora damos un breve repaso la historia tanto de Navarra y del País Vasco, de ello no cabe sino concluir que los separatistas vascos - al igual que hacen los soberanistas catalanes - tratan de confundir a todo el mundo tergiversando y desvirtuando deliberadamente su propia historia, que nos quieren hacer leer al revés, presentándonosla como si Navarra hubiera pertenecido antes al País Vasco; cuando fue exactamente lo contrario, porque Navarra, como reino que fue, pero que ni el País Vasco ni Cataluña jamás llegaron a alcanzar, se constituyó como tal reino el año 924, cuando García Sánchez, hijo de Sancho Garcés, creó el reino de Nájera-Pamplona tras reconquistar Nájera, que luego con Sancho el Sabio pasó a denominarse Reino de Navarra. Por su parte, Álava fue primero absorbida por el Reino de Navarra y luego en el año 1200 pasó a formar parte del Reino de Castilla en virtud de capitulaciones por las que los vascos pasaron a ser vasallos del reino castellano, integrándose voluntariamente en el mismo. Y Vitoria y Guipúzcoa también fueron reconquistadas por Alfonso VIII de Castilla en 1199 y en1200 pasaron a pertenecer al reino castellano, conforme a lo acordado en el pacto denominado de “Voluntaria entrega” alcanzado entre la Cofradía de Arriaga y el Rey Alfonso XI de Castilla. Y si bien durante el siglo XII el País Vasco tuvo parte de su historia algo común con la de Navarra, fue porque el primero perteneció al segundo, pero no al revés como a toda costa se pretende; habiendo luego pervivido Navarra como reino hasta el siglo XVI que desapareció cuando Fernando el Católico la invadió coronándose Rey de Navarra y dejando definitivamente de ser dicho reino en 1841. Luego, durante la Edad Moderna, Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y el Reino de Navarra se denominaron conjuntamente la región de Cantabria, en virtud del Real Decreto de 29-09-1847.
Es cierto que en la Disposición transitoria cuarta de la vigente Constitución de 1978 se recoge la posibilidad de que Navarra pueda incorporarse voluntariamente al País Vasco; pero eso, si llegara a darse, tendría que ser con el pleno asentimiento del pueblo navarro expresado democráticamente mediante referéndum. Y, al respecto, el 25-10-2003 el llamado “Plan Ibarretxe” pretendía incluir a Navarra dentro del territorio del País Vasco por considerar al territorio navarro como integrante de lo que los separatistas llaman Eukal Herría (País Vasco, Navarra, territorio vasco-francés, etc). Y en aquella ocasión los navarros expresaron su total rechazo al Plan, dado que la incorporación que se pretendía  era forzada, completamente al margen de la voluntad del pueblo navarro y sus instituciones, y arrogándose indebidamente los independentistas vascos una representación de la que totalmente carecen. Aquel Plan fue abrumadoramente rechazado por el Parlamento español y, consiguientemente, el entonces lehendakari Ibarretxe se tuvo que marchar a su casa, que será lo que presumiblemente tengan que hacer, más pronto que tarde, los iluminados dirigentes separatistas catalanes que a toda costa quieren dinamitar España.

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