La figura jurídica de la conformidad ha servido para que la Audiencia de Almería eche el cierre a la famosa operación ‘Barro’ por la que, en 2003, fueron detenidas diez personas, entre ellas cinco ceutíes, al estar relacionadas con el alijo de más de una tonelada de hachís en Retamar y el posterior tiroteo contra agentes de la Guardia Civil que intentaban detenerlos.
Las dilaciones indebidas se han convertido en atenuante para que las condenas sean notablemente inferiores respecto a las peticiones iniciales que presentó el Ministerio Fiscal, quedando en quince meses de prisión cuando se pedían hasta cinco años. Al carecer de antecedentes penales o tenerlos ya cumplidos, no deberán ingresar en la cárcel.
La operación ‘Barro’ culminó en 2003 con la desarticulación de una red dedicada a la introducción de hachís procedente del norte de Marruecos, llegando a detenerse hasta 10 integrantes, como presuntos autores de los supuestos delitos contra la salud pública y tenencia ilícita de armas. En el transcurso de la misma la Guardia Civil se incautó de 1.681 kilos de hachís, 8 vehículos, 2 embarcaciones neumáticas, 2 motores, un fusil de asalto CETME, 4 pistolas, una de ellas de fogueo, diversa munición, más de 2.000 euros en metálico, equipos informáticos y diversa documentación. Esta operación se inició a raíz de una aprehensión previa de 2.100 kilogramos de hachís realizada también por la Benemérita y Vigilancia Aduanera. Entre los detenidos figuraban miembros del conocido clan de ‘los Culebros’ además de varios ceutíes; los llamados Sergio G.C., de 36 años, José María L.Q., de 30, Juan N.M., de 50, José Javier R.N., de 36 y F.J.R.T., de 32. Tras un registro en un domicilio en la barriada almeriense de Retamar, así como en el interior de un vehículo, se localizó la droga.
Tal y como había mantenido el Fiscal en su escrito de calificación antes del acuerdo entre las partes, el llamado Francisco David S.L., miembro del clan, era el encargado de preparar los alijos y la infraestructura necesaria para ocultar el hachís en un lugar seguro para su posterior distribución por el territorio nacional, para lo que contaba con el auxilio de personas a las que contrataba dependiendo del tipo de operación.
El 4 de abril de 2003, tres de los hermanos ‘Culebros’ junto a tres de los procesados, tenían prevista la recepción de un cargamento de droga en la zona litoral conocida como Casasfuertes, en el barrio capitalino de Retamar. Alertados por el Servicio Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE), dos agentes de la Guardia Civil se personaron en la playa justo cuando se producía el desembarco de 70 fardos de hachís, alcanzando un peso superior a las dos toneladas.
En ese momento, Francisco David S.L., quien portaba un fusil de asalto Cetme del calibre 7.62 milímetros, disparó hasta cuatro ráfagas de disparos contra uno de los efectivos pese a que éste, según resalta el fiscal, ya había dado la voz de alto y era “visible” debido a que estaba utilizando una linterna para iluminar la zona.
No fue, sin embargo, hasta octubre cuando la investigación fructificó después de que la Guardia Civil constatase que en la madrugada del día 16 se había producido un segundo alijo de droga concertado por el principal acusado con el cabecilla de la ramificación marroquí de la red y en el que habían participado otras seis personas de las que se sentaron en el banquillo, a quienes se movilizó desde Ceuta y Marbella (Málaga). Es aquí donde entra la participación de los ceutíes que fueron vinculados con esta trama.
Ese mismo día, se detuvo a todos los integrantes de la red al hallar los agentes un total de 28 fardos de hachís ocultos en el maletero de un turismo estacionado junto a un chambado de uralita en la calle donde residía el jefe de la organización. El fiscal interesaba para Francisco David S.L. una pena de siete años de prisión por un presunto delito de homicidio en grado de tentativa, a la que hay que sumar tres años y seis meses por atentado contra la autoridad, seis años y nueve meses por un delito continuado contra la salud pública, seis años por depósito de armas de guerra y munición, y un año y nueve meses por un delito continuado de receptación. Al final, previo acuerdo, cumplirá cuatro años. Tras la operación ‘Barro’ se iniciaron investigaciones de blanqueo que salpicaron a futbolistas de Primera División de la época.
Historias de clanes y asesinatos
El clan de ‘los Culebros’ es conocido en Almería por sus vinculaciones con historias delictivas, siendo la de mayor impacto la que relacionada con un asesinato cometido en el Gérgal, en 2008. Se les acusó de torturar y asesinar a un vecino de la zona de Huércal, en Almería, al que acusaban de haberles robado un alijo de hachís. El llamado J.B. apareció muerto en un coche calcinado en la A92. Pues bien, tres miembros de este clan se sentaron en el banquillo en este juicio por narcotráfico.
La vida, a 8,25 euros el tiro:
Estimados compañeros/as y lectores, como siempre, en los próximos días veremos nuevas condecoraciones, felicitaciones y desfiles. Y es precisamente ahora cuando me he decidido a escribir estas líneas para que se sepa lo poco que vale para muchos de nuestros mandos nuestra vida y como nos engañan con promesas que nunca llegan a cumplirse. Corría abril de 2003 cuando realizaba, junto con un compañero, servicio de 22:00 a 06:00 en una zona de costa.
Esa noche observamos una embarcación que salía de la playa mar adentro, al inspeccionar la costa encontramos 90 fardos de arpillera que contenían resina y polen de hachís, arrojando un peso de casi tres toneladas.
Uno de nosotros subió a una loma para cerciorarse de si había algún traficante cuando de repente empezaron a oirse ráfagas de fuego, con un sonido ensordecedor. El compañero cayó al suelo pensando el otro que éste había sido alcanzado y subiendo en su ayuda. Al encontrarlo vio que estaba ileso mientras continuaban produciéndose disparos. Al comunicarlo a la central cos, en la cual ni se lo creían, mandaron patrulla de apoyo, jugándonosla de nuevo al buscar en la oscuridad, sin ningún tipo de aparato de visión nocturna, al autor/es de los disparos. Horas después llega el oficial de servicio, éste escéptico al oir todo lo que contamos, lo normal en algunos oficiales. Al amanecer, llegaron equipos de policía judicial para buscar posibles vestigios sorprendiéndose éstos al encontrar 12 casquillos, de los tantos que pegaron, en la zona donde se efectuaron los disparos, todos ellos de gran calibre (7,62). Gracias a la investigación se desmanteló la organización, encontrándose armas, gran cantidad de droga y vehículos robados en la vivienda de uno de ellos. Entre las armas estaba el cetme, ese que tanto anhelamos, desde el que fueron efectuados los disparos, con bípode y visor nocturno adaptado. El jefe de la comandancia, que ahora es coronel, nos prometió personalmente que seríamos propuestos para medalla con distintivo rojo, etc, etc. Nunca salió dicha propuesta de la comandancia. Todo fue un engaño estrepitoso. Sólo nos dieron productividad extra 99 euros, de ahí el título: 8'25 euros el tiro. Eso es lo que vale nuestra vida para algunos mandos.
(*) A.F., agente que intervino en esta actuación.
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