“La aprobación del ciudadano, su comentario, es lo más valioso”

Veinte años no es nada, cantaba Gardel. Pero diez años son muchos, dice el PP. Y es que el número 10 se ha elegido como motivo central para celebrar, esta noche en el Muralla, los años que el presidente, Juan Vivas, está llevando las riendas de la ciudad. El partido sabe que tiene su propia ‘marca’ y que aunque el Vivas style no existe como tal, en la sede de Ainara saben bien que esta práctica les ha llevado a batir el récord tanto de gobernabilidad como de representación.
Horas antes de que tenga lugar el evento político, el presidente Vivas atendió a ‘El Faro’ recordando los sin sabores que han quedado en el camino y las satisfacciones alcanzadas por este gestor, funcionario de la Casa, que entró de número 5 en las listas del PP sin pensar que, finalmente, iba a ser quien llevara la batuta oficial. A su lado, en todo este tiempo, han estado sus hijos y, sobre todo, su apoyo y sustento: Loli, su esposa.
–Con diez años al frente del Gobierno, cabe una mirada atrás, deteniéndose en la forma en que empezó en un camino inesperado ya que usted, funcionario de la Casa, no esperaría terminar en el lugar en que está...
–La verdad que todo llegó sin pretenderlo. Entré en política para completar esta tarea de servicio público, de funcionario que ha ocupado toda mi vida. Llega un momento en que me dije que podía trabajar desde la perspectiva de quien toma las decisiones y no de quien las sugiere o propone. Esa fue la motivación, fui de número 5 en las listas del PP que encabezaba Jesús Fortes. Ricardo Muñoz fue la persona que por encargo de Fortes habló conmigo y la verdad es que nunca podía pensar ni especular de ninguna manera que yendo de número 5 terminaría siendo la persona que se proponía como presidente y alcalde en la moción de censura que presentamos contra el GIL.
La razón estuvo fundamentalmente en que las personas que presentaron esa moción de censura y en particular, las personas que se habían escindido del GIL, consideraron que yo era la persona con menos perfil político y más de técnico o gestor y lo que en ese momento requería la ciudad para cambiar una situación extraordinariamente compleja era una persona con un marcado carácter de gestor para estar al frente de la Ciudad, y así fue.
–¿Cómo se tomó la familia no sólo que usted decidiera entrar en la política sino que al final terminara siendo propuesto para alcalde de la Ciudad?
–La verdad es que les estoy a mi familia, a mi esposa e hijos, muy agradecido porque han comprendido perfectamente la servidumbre que esto tiene. La verdad es que mi vida, en lo que se refiere a la componente familiar y a los hábitos, no ha cambiado. Yo soy un hombre de casa y lo sigo siendo. Tengo además la suerte de que mis familiares más cercanos son discretos, no les gusta la parte que la política tiene de escaparate y en eso demuestran categoría.
Me apoyan además porque me ven feliz. Este trabajo tiene su servidumbre, pero también muchas satisfacciones. La vida local es la parte más apasionante y viva de la política. El día que deje la vida política local, dejaré la política porque es la parte que me gusta y que, sinceramente, me hace feliz.
–Satisfacciones pero, a estas alturas, también algo de cansancio...
–Bueno, físicamente estoy bien. Tengo el bigote blanco, alguna cana y alguna que otra arruga más pero el físico tampoco ha sido uno de mis atractivos... Estoy bien, gracias a Dios no tengo dolencias y me encuentro con ganas. Cierto es que la madurez te la dan los años y las vivencias y en ese sentido he aprendido a relativizar las cosas, a saber distinguir lo importante de lo accesorio. Los años te dan canas pero aumentan también las dosis de sentido común aun cuando también es verdad que hay gente con 74 años que nunca tiene sentido común y otros con 24 tienen mucho.
–Dicen que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, y en su caso, además, una gran familia...
–He tenido suerte porque son gente discreta, que no pretende nada del padre alcalde-presidente sino que quieren de él un comportamiento habitual y eso es lo que hacemos. En esto mi vida y la de ellos no ha cambiado nada.
–Es la pregunta típica del momento, pero si usted tendría que recordar, en estos diez años, aquello positivo y lo que quisiera olvidar... ¿qué elegiría?
–No cabe la menor duda de que por citarte dos cosas de las que me siento especialmente satisfecho le tendría que señalar, sin que esto se achaque a la gestión de la Ciudad, la visita de los Reyes. Tuve el honor de recibirles, en nombre de todos los ceutíes, a Sus Majestades los Reyes. Aquel día Ceuta se significó como el corazón de España y así quedamos ante el resto de la Nación. Después me quedaría con la satisfacción de la mejora lograda. Me quedo con los comentarios de esa gente que viene de fuera y que te resalta la transformación que ha experimentado Ceuta como ciudad tranquila, cuidada, buena para vivir, solidaria, orgullosa de su patrimonio. Esa satisfacción que trasladan los ceutíes es importante. Recibir esos comentarios es lo más importante.
Por contra, si tendría que decirle lo malo de estos años, sin duda alguna fue el dolor que nos causó a todos la pérdida de Elena en ejercicio de su cargo, y de Juan Carlos García Bernardo. Fueron miembros del equipo que desaparecieron y cuyo recuerdo quedará siempre. Cuando alguien se va en plena juventud y en plena actividad, te deja una huella.
Siendo además consciente de lo que queda por hacer, te queda la impotencia que se tiene ante el paro y, sobre todo, el juvenil, para poder arreglarlo. Te queda la insatisfacción de no poder resolver este problema. No tenemos competencias pero no me quiero excusar en eso, es un problema de los ceutíes y por tanto nuestro problema.
–¿Le queda esa frustración de no poder cumplir con todo?
–Nosotros tenemos la obligación de ser depositarios de las reivindicaciones, problemas y de las legítimas aspiraciones de los ceutíes porque no tienen por qué conocer ni tener un manual de cómo se distribuyen las competencias. El ciudadano tiene que tener a sus concejales y tenerlos cercanos.  
–Esa cercanía, el pararse con el ciudadano, es una de las marcas que tiene su gestión en estos diez años...
–Sin eso, de verdad se lo digo, no se puede ser un buen servidor público en el ámbito local. La realidad hay muchas maneras de observala, están las encuestas, los análisis  que se hacen de laboratorio, en una mesa... pero no hay nada que lo sustituya por el contacto con los ciudadanos, eso es básico y fundamental.
–Es la mejor encuesta...
–Es la mejor de todas. El comentario de la persona desinteresada es el más valioso. Para una persona que dirige una administración local, ese contacto y esa aprobación del ciudadano es lo mayor.
–¿Es esta su última legislatura?
–No lo tengo claro, porque depende de las circunstancias personales y políticas. Primero hay que ganar estas elecciones para las que no cabe excesos de confianza. Si cayéramos en ese exceso saldríamos mal parados. Primero nos tenemos que volcar en tratar de ganar estas elecciones y luego analizar la situación con tranquilidad. Abrir ahora procesos sucesorios no es conveniente, ni ahora ni, yo creo, casi nunca, pero menos en un contexto crítico como el que estamos viviendo, y que afecta a todas las administraciones. Esa es una cuestión que no entra dentro de las aspiraciones políticas del PP en estos momentos, aunque obviamente, uno tampoco se puede eternizar en los cambios.
–En esa gestión, durante estos diez años ha contado además con gente nueva, incorporaciones que han dado, poco a poco, su peculiar sorpresa...
–Hay gente que forma parte de la cantera, que es válida y capaz, y además tengo miembros del Gobierno extraordinariamente capacitados y que he tenido la suerte de dirigir como presidente y comprobar cómo han ido evolucionando de manera positiva haciéndose personas con más experiencia y capacidad. Tengo a mi lado gente joven que ha ido madurando.
Yo recuerdo un comentario que me ha hecho muchas veces Rafael Montero porque fue testigo de eso: de una conversación entre concejales que habían llegado nuevos y estaban arreglando el mundo, proponiendo grandes proyectos. Uno de ellos, que era el que más sentido común tenía, dijo, mira vamos a empezar  por saber si esta puerta abre para adentro o hacia fuera. Y esto es así, como tú no conozcas los entresijos, difícilmente podrás pensar en grandes proyectos. Eso es un tiempo que hay que invertir y yo he tenido la satisfacción de haber apoyado a una serie de personas que han ido mejorando, a mi lado, su nivel de conocimiento de Ceuta y de lo que es esta administración.
–¿Cuál es el mensaje que intentará trasladar a la ciudadanía ante estos diez años al frente del Gobierno?
–Estos diez años han sido de trabajo y nuestra principal satisfacción ha sido el cambio producido en la foto de Ceuta, esa transformación que ha experimentado en sus calles, vías y plazas y, también, en los servicios fundamentales y básicos, aumentando los niveles de protección social. En última instancia, se ha avanzado en hacer una ciudad más atractiva para vivir, solidaria, orgullosa de su pasado y cohesionada, en donde sabemos convivir. Esa es la satisfacción que queda, aunque también, sabiendo que no  todo está hecho, ni muchísimo menos. Nos queda mucho por hacer y lo queremos seguir haciendo con absoluta humildad. Lo queremos seguir haciendo, habiendo aprendido de los errores que hemos cometido, porque también los hemos cometido.
Legítimamente ponemos encima de la mesa lo realizado con la vocación de seguir haciéndolo porque nos asisten las mismas ganas e ilusión.