Desde que se inauguró el Tarajal II, allá por el mes de febrero, parece que ha permanecido más tiempo cerrado que abierto, sobre todo a partir de julio, cuando fueron los últimos días de la fiesta del Ramadán. Ahora, tras el último conflicto por parte de los presidentes de las comunidades de propietarios de las naves que decidieron cerrar las puertas de acceso a las mismas durante tres semanas, no ha existido funcionamiento y se han complicado mucho las cosas, de manera principal en la frontera marroquí, con ese intento de porteadores de intentar entrar formándose colas kilométricas. Por otro lado, con esta reapertura nos vamos a encontrar con el problema de esa tasa que ha impuesto la fase dos del Tarajal y de la cual se ha desmarcado la Delegación del Gobierno. Institución que ha decidido coger el toro por los cuernos y no esperar más, después de muchos meses de negociaciones sobre los Planes de Seguridad y abrir expedientes sancionadores. Desde luego, las aguas no bajan mansas en el tema de los polígonos. Confiemos en que la prudencia sea la nota dominante y que podamos contar con un tránsito de mercancía que sea lo menos polémico posible para que sea factible recuperar el tiempo perdido. No en vano, son muchos los beneficiados, a un lado y otro de la frontera, que necesitan este tránsito para mantenerse.