Dolor por los que no pudieron hacer nada, por las que le arrebataron su vida y por los que no pudieron escapar del miedo.
Angustia, por las que corrían aterrorizadas y los que intentaban frenar el terror. Impotencia, por las que querían salvarse de los asesinos y por los que llamaban al auxilio, sabiendo que éste estaba lejos. Rabia, por intentar mil veces espantar al terrorismo y no poder acabar con esta lacra. Desesperación de tanto caminar a paso ligero con el fin de ahuyentarlo y que 150 vidas se silencien sin más. Kenia grita en silencio JUSTICIA y UNIDAD para que tanto esta masacre terrorista como en tantos países se repiten diariamente cese de una vez por todas. Grita en silencio IGUALDAD, y en su propio eco sordo se oye BASTA. Basta de tanto terror, tanta miseria de esos ASESINOS, que utilizan y se camuflan en la religión para traer con ellos la peor de las desgracias. Porque ninguna religión mancha y acaba con las personas, son los asesinos y el terrorismo más ruin el que en su extremismo más rancio acaba silenciando vidas. DOLOR, ANGUSTIA, IMPOTENCIA, RABIA Y DESESPERACIÓN. Porque tanto Kenia, como todo el mundo, gritan en silencio, para que otros no les arrebaten sus palabras y no les retengan sus sueños.