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De la “justicia espectáculo” del ‘Sálvame’ a las luces y sombras del periodismo y el ámbito judicial

El presidente del TSJA, Lorenzo del Río, ha inaugurado las IX Jornadas Judiciales con la ponencia ‘La justicia en los medios de comunicación: luces y sombras’. Un matrimonio mal avenido en demasiadas ocasiones, en permanente luna de miel solo en momentos fugaces, pero condenado a entenderse por su propio bien y por el de toda la sociedad.

No hay mayor injusticia que las condenas mediáticas sin sentencia, que los juicios paralelos, que el paseíllo que ahoga la presunción de inocencia entre grabaciones y fotografías. Pero tampoco hay mayor injusticia que las generalizaciones, que ‘meter en el mismo saco’ a profesionales y aficionados, a medios de comunicación con sus estructuras organizadas y a blogs creados para obtener una subvención y miles de ‘me gusta’ a costa de lo que sea.

Del Río fue muy crítico en su ponencia, iniciada tras la presentación que llevó a cabo la magistrada del Juzgado de lo Penal número 1, Carmen Serván, quien lamentó que la “justicia” se haya “convertido en una farándula”, obligada a “estar de moda” en programas espectáculo como ‘Sálvame’, en los que todo vale. Existe, dijo, “una relación tensa pero inevitable” entre periodismo y justicia, que muestra en demasiadas ocasiones más sombras que luces.

De la posverdad a los derechos

Y en las primeras fue en las que se fijó el presidente del TSJA. Todo un lujo que inaugurara las jornadas alguien que conoce tanto Ceuta. Del Río lamentó que en muchos casos la situación “se nos está yendo de las manos”, defendiendo la importancia tanto de la justicia como del periodismo, con difusión de “noticias que deben ser las justas y bien servidas”.

Porque hoy parece que todo vale. La llamada posverdad lidera algunos ámbitos del periodismo, los hechos objetivos son apartados mientras priman las emociones, las creencias o los deseos de un público hasta el punto de condenar a quien no es culpable, de pesar más esa condena mediática que la absolución judicial.

Del Río aludió a la “judicialización de la sociedad”, reflejada en el demasiado protagonismo que se da a noticias judiciales y en cómo todos los conflictos parece que se tengan que dirimir en los tribunales. El derecho a comunicar debe casar con la debida transparencia de un ámbito judicial que debe vencer su particular ‘autismo’, siempre prevaleciendo el equilibrio, “al que todos estamos obligados”, defendiendo el derecho al honor, a la intimidad o a la presunción de inocencia.

Los 7 retos que hay que afrontar

Transparencia y no justicia-espectáculo. Lograr un equilibrio entre la información y el juicio justo. O, como defendió Del Río, tener en cuenta los 7 retos que deben prevalecer para que ese matrimonio permanezca sin necesidad de divorcios dramáticos. ¿Cuáles son esos 7 retos?

Primer reto: Lograr un equilibrio entre el “autismo judicial y el excesivo protagonismo” de la justicia en los medios de comunicación. “Todos estamos fallando”, confesó Del Río, pidiendo una autocrítica generalizada. Y ejemplos en el día a día existen, que vienen a sacar a la luz esas sombras que tiñen las relaciones con los medios de comunicación.

Por ejemplo, cuando las desavenencias entre profesionales del ámbito judicial trascienden, como ha sido una constante en el ‘Caso Noos’. O cuando las propias fuerzas de seguridad ‘colaboran’ en un mal ejercicio del periodismo montando despliegues policiales “que no se justifican” en detenciones y que deriva “en el linchamiento” mediático de los que no son todavía culpables.

Segundo reto: evitar que todo sea un espectáculo. Denunció el presidente del TSJA que no interese la calidad, sino trasladar ‘el producto’ los primeros, lo que da pie a una justicia espectáculo que es “muy perniciosa”. Casos como la cobertura dada al caso del niño Gabriel se lleva todos los premios a lo que nunca debe hacerse en periodismo.

Pero hay más: que se hagan públicas las grabaciones de la infanta Cristina declarando en sede judicial… imágenes, declaraciones. “Esperemos que el vídeo de ‘La Manada’ no salga. ¿Es necesario?”, lamentó Del Río. “Estas situaciones no benefician a nadie, hay un problema que se debe examinar”, dijo.

Tercer reto: rigor informativo frente a la instantaneidad. “Predomina el impacto”, denunció el magistrado, recomendando “huir de la frivolidad”, de informaciones que no se contrastan. “La justicia es lenta, el periodismo es rápido. Esto tiene muy mala combinación”, puntualizó, porque esa “precipitación” deriva en un mal periodismo, en un daño social irreparable.

Y ejemplos hay muchos: la difusión de una fotografía del no autor de un robo violento a una mujer en Algeciras criminalizándolo para siempre, la acusación hace unos años en Málaga de unos jóvenes por una violación que finalmente no lo fue… los linchamientos que dejan el rigor por el camino.

Cuarto reto: la inexactitud de los titulares. Que no hacen justicia con la realidad de la que se pretende informar, vinculados también a una inmediatez que no hace justicia.

Quinto reto: la ‘era Pinocho’. La famosa posverdad, que no es más que una mentira, sin análisis crítico, consumidora de los ciberescándalos. Del Río denunció los “linchamientos masivos” la “exhibición del sentimiento”.

Sexto reto: respeto a las decisiones judiciales. Las críticas no deben confundirse con faltas de respeto, como se ha puesto de relieve con la difusión de la sentencia de ‘La Manada’, que ha dado paso a una crítica injusta a los magistrados hasta límites que no debieran haberse superado.

Séptimo reto: las publicidad y los acusados. “Los medios de comunicación son imprescindibles”, avanzó Del Río, pero siempre prevaliendo los derechos que tienen los acusados, porque no hay nada más injusto que “el drama del proceso penal”, que afecta a quienes sin ser juzgados ya lo han sido social y periodísticamente.

Juicios paralelos y condenas sin sentencia

Del Río criticó los “juicios paralelos o anticipados”, como se prejuzga a personas antes de que lo haga un tribunal o el “daño posterior” en el que se incurre cuando la sentencia termina no coincidiendo con el sentimiento inicial en la calle.

Que “todos debemos reflexionar” es el mensaje que vendría a resumir una ponencia en la que se acentuó el daño derivado de los “paseíllos” como “penas anticipadas” y del “escarnio público”. “Tenemos que tener conciencia de esos riesgos”, por lo que pidió ese necesario “ejercicio de autocrítica y autocontrol”.

Que las luces prevalezcan sobre las sombras en esa relación justicia-medios de comunicación depende de los profesionales de ambos ámbitos, pero quizá también de una tercera pata a la que no se le dio voz en esta conferencia: la propia sociedad, que es quien debe repudiar los contenidos y mensajes que emiten los ‘aficionados’ disfrazados de periodistas. El periodismo serio, el que sí entiende de algo tan básico como la Deontología Periodística, tiene también que plasmar su propia hoja de ruta para dejar de ser mancillado por los monstruos que a base de ‘juntar letras’ han robado lo más sagrado de este poder: su veracidad.

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