Categorías: Opinión

Julio Anguita no está en crisis

España está en crisis. Los informativos nos machacan con los problemas económicos del país y nos hablan de nuestra prima, “la Prima de Riesgo”, que no sabíamos que existía hasta que apareció. Los políticos tampoco se quedan atrás reiterando el esfuerzo que tod@s los trabajador@s debemos hacer para sacar al país de esta crisis creada por Zapatero por dar los 2.500 euros por nacimiento, por otorgar las ayudas a la dependencia y a los desempleados de larga duración.
Intentar ocultar la crisis económica es imposible porque nos lo recuerdan diariamente los informativos, pero existe otra crisis más importante de la que eluden hablar. Una crisis de valores, de ciudadanos incapaces de reclamar lo que nos pertenece, incapaces de dar una patada en el culo a los políticos que utilizan las instituciones para enchufar amigos y una crisis de lealtad de la clase política incapaz de denunciar a sus compañeros corruptos. Son incapaces de predicar con el ejemplo y nos piden austeridad mientras ellos se inflan de despilfarrar en cada una de las reuniones y congresos a la vista de afiliados y simpatizantes agradecidos.
Predicar con el ejemplo es lo que hace un jubilado maestro de escuela llamado Julio Anguita. Además de maestro fue alcalde comunista de Córdoba, secretario general del Partido Comunista de España y coordinador general de Izquierda Unida. Durante su etapa de alcalde de Córdoba consiguió tener mayoría absoluta. Dimitió para presentarse como candidato de Izquierda Unida a la Presidencia de la Junta de Andalucía, donde obtuvo 19 escaños. Durante su mandato Izquierda Unida consiguió los mayores resultados de su historia. Pero Anguita es algo más: un ciudadano comprometido.
Julio Anguita es de los pocos políticos que ha renunciado a su pensión de jubilación vitalicia como ex diputado y recibe la de maestro de escuela por desempeñar la labor docente durante años. No son pocos los medios y personas que lo tachaban de honrado pero desfasado, porque en un país donde los Gürtel, los Jaumes Matas, los bigotes y los Julián Muñoz son tan modernos y actuales, que elementos tan desfasados y perjudiciales como Julio Anguita deben ser eliminados del panorama político español.
Ayer la alcaldesa de Cádiz manifestó en el congreso regional del Partido Popular de Ceuta, que los ciudadanos del movimiento 15-M no llegaban ni a graduado escolar. Desconozco si esa falta de titulación académica es algo reprochable como ciudadano y si el dato aportado lo ha conseguido después de hacerle la ficha policial a personas que salen a la calle a ejercer un derecho constitucional que los ampara, nos guste o no. Muchas de ellas desesperadas por la situación que atraviesan. El derecho a manifestarnos no está condicionado a tener titulación alguna, porque para mostrar rechazo o compartir ideas no se necesitan licenciaturas. Sin embargo me preocupa que asesores pagados con el sueldo de todos los ciudadanos carezcan de titulación que acredite su capacidad de asesorar, sobre todo, cuando el asesor es tan imbécil que es capaz de aplaudir alocuciones tan desafortunadas como la de la alcaldesa y además cobran un sueldazo que sale de los impuesto que pagan esos que no tienen ni graduado escolar.
Tampoco recuerdo que nuestra Constitución prohíba el derecho a votar a los carentes de graduado escolar o que algún partido pida a los no titulados que no los voten. Quizás el derecho a votar sea menos importante que el de manifestarse; o quizás los manifestantes del movimiento del 15-M estén desfasados por ejercer el legítimo derecho a decir a los mercados, políticos y chorizos de este país que no están dispuestos a permanecer mudos ante tanta injusticia y golfo que anda suelto.
Los políticos están obligados a dar ejemplo y, por supuesto, a respetar las ideas de los ciudadanos que ejercen un derecho amparado en nuestra constitución. Julio Anguita ha dado un ejemplo renunciando a su paga vitalicia como parlamentario mostrando su solidaridad con los millones de españoles que pasan penurias económicas; Teófila Martínez, debería pedir perdón por su intervención por menospreciar a miles de personas que muestran su rechazo a los mercaderes que extorsionan a los países y a los políticos incapaces de acabar con el sufrimiento de millones de personas en todo el mundo.
Pedir a los parlamentarios que renuncien a su paga vitalicia es una quimera sólo predecible en políticos honrados y desfasados como Julio Anguita.

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