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Julián, el militar condecorado en Ceuta tras poner su vida en riesgo para salvar la de sus compañeros

Tras seis años, Julián Campos Menjíbar ha visto reconocido el hecho heroico que casi le costó la vida. Un momento de alegría y satisfacción, sobre todo para su familia, pero que también le ha traído de nuevo a la memoria aquellos momentos difíciles.
La medalla que se le ha entregado corresponde a lo sucedió en Fuerteventura, cuando Julián prefirió arriesgar su vida y salvar la de sus compañeros que permanecían en el campamento. Después de quedarse sin frenos, desvió la máquina moto-niveladora con la que estaban laborando para evitar estrellarse con el campamento, colisionando al final con un aljibe y otros vehículos, causándole numerosas fracturas de gravedad.
El apoyo de su familia y su positivismo le hicieron regresar a una vida, que él mismo considera “casi normal”.

–¿Qué es lo que ha cambiado desde el accidente?

–La situación es la misma que la que tenía, porque sigo en el mismo trabajo que cuando salí de aquí de Tropa, que me fui para la Básica, me fui para Tenerife y después del accidente volví. Ahora me asignaron el mismo destino que tenía anteriormente. Estaba de tropa, de cabo primero permanente y he vuelto al mismo destino de suboficial. Ahora soy el jefe de taller de donde salí en 2005.

–¿Cómo recuerda aquel día, el accidente?

–Fue un día muy duro. El accidente, gracias a Dios, no lo recuerdo mucho. El cerebro hace que no recuerde muy bien esos momentos, pero todo se olvida, se pasa, fueron momentos duros de hospitales, sillas de ruedas… Pero bueno, todo pasa y ahora mismo, tengo mis lesiones todavía, pero gracias a Dios, haciendo una vida casi normal.

–¿Cómo fue superar todo ese proceso?

–Fue duro, pero conté con el apoyo de mi familia, que estuvieron ahí para todo. Tenía todo roto, las manos, las piernas y estaba incapacitado completamente. Gracias a la ayuda de la familia se lleva mucho mejor, pero todo fueron lesiones de hueso, no hubo nada grave de articulaciones o más fuerte. Los huesos sueldan y todo volvió a su sitio. La mano fue lo que se me quedó peor, porque se desencajó completamente, pero el trabajo me ha venido muy bien, porque ha hecho que casi no se me note tanto. El día a día en el trabajo ha hecho que la lesión esté mucho mejor de lo que podía haber quedado. Los médicos, viendo ahora las radiografías, no se creen cómo estoy, la movilidad que tengo, comparado con las radiografías, porque la mano está mal.

–¿Sigue manteniendo el contacto con los compañeros de aquel día?

–Sí, guardo el contacto con muchos de ellos y me tienen mucho cariño, no sólo por eso, sino por el trabajo y como jefe suyo que era. La verdad es que me tienen mucho cariño, pero ese día podía haber causado una verdadera desgracia. Gracias a Dios que pude salvar la máquina, porque la máquina iba directamente a arroyar el campamento, donde había unas siete u ocho personas tomando café después de comer. Podía haber causado una verdadera desgracia.

–Cuando uno actúa de esa forma, ¿realmente piensa en las consecuencias?

–No lo piensas, eso fue un acto reflejo. La intención, primero, era la de parar la máquina. No se pudo parar y después era salvar la dirección en la que iba la máquina, que iba directamente a las tiendas modulares. Ya después, lo que me venía debajo eran todos los vehículos que estaban aparcados, así que era saltar o estrellarme contra todos los vehículos. Fue una decisión de segundos, era saltar o saltar.

–¿Cómo fue la reacción de sus compañeros en ese momento?

–Fue fuerte porque me tuvieron que sacar de debajo de un camión, donde me quedé atrapado. Esos momentos fueron muy duros, de buscar un gato para levantar el camión corriendo, yo mientras debajo de la máquina con la cabeza abierta y hasta que ya pudieron sacarme. No había cobertura, tuvieron que salir corriendo para llamar a Protección Civil y a la Guardia Civil, a los médicos. Gracias a que en Fuerteventura había un helicóptero de Protección Civil me evacuaron al hospital. Llegué muy mal, pero lo bueno es que todo eran fracturas de hueso, no tenía ningún órgano vital afectado. También tuve mucha suerte de que me atendió una muy buena cirujana plática, que estaba de guardia ese día y eso fue vital, sobre todo para las cicatrices de la cara. Tenía desde el nacimiento del pelo hasta la nariz, todo abierto. Me tuvo que reconstruir completamente.

–¿Quién le propone para obtener la medalla?

–Yo recibí la felicitación del jefe de allí del mando de Canarias diciendo que se me iba a condecorar con la medalla, pero al final no llegó. Ya fue cosa mía intentar menearlo y lucharlo hasta que después de mucho batallarla se me concede.

–¿Qué le supone, después de tanto tiempo, recibir este reconocimiento?

–Es una felicidad enorme, más que por mí, por mi familia. Fue una cosa que en su día se me dijo que se me daría, pero por hache o por be, no llegó eso a ningún sitio, no sé por qué y ahora, pero es una felicitación y un orgullo grandísimo que se me reconozca ese hecho que pasó ese día y que me pudo costar la vida, tanto a mí como a las personas que les podía haber causado la muerte con la máquina.

–¿Cómo se han tomado en su casa que le otorguen esta medalla?

–Muy feliz y muy contentos. Ya está todo preparado, lo tenemos todo organizado, iremos toda la familia a comer y será un día muy feliz. Es un reconocimiento a ese mal rato, pero por lo menos ha llegado la recompensa a todo lo luchado, lo sufrido y el reconocimiento que yo creo que en su día se me debió de dar.

–¿Ha vuelto usted al lugar?

–Yo he vuelto, volví al hospital. Yo lo dije, cuando salí de allí dije que volvería porque fueron momentos duros y en los momentos duros la ayuda y el trato de los médicos se agradece mucho. Yo nunca había ido de vacaciones a Fuerteventura, sólo había ido de maniobras, así que dije “yo volveré”. A los pocos años, hará cuestión de dos años en unas vacaciones fuimos a Fuerteventura. No llegamos al lugar del accidente, pero pasamos por la carretera de acceso al campo de maniobras y le conté a mi mujer la zona donde había sido el accidente, donde fue todo. La verdad que fueron momentos duros, pero ahora mismo, viendo como estoy, uno está contento de lo que podía haber sido y no fue. Yo tuve mucha positividad y tenía unas ganas de vivir tremendas porque yo estaba bien, no tenia órganos afectados, sólo huesos rotos y los huesos sueldan y todo iba a salir para adelante. Fue muy aparatoso, además yo que nunca me había roto nada, me rompí todos de golpe. “Me rompí todo pero lo podemos contar”

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