Además de una serie de televisión muy exitosa, fue el regalo que Pablo Iglesias le hizo al Rey Felipe VI en su visita al Parlamento Europeo. Al tratarse de una trama basada en violentas luchas de poder de familias nobles, ha dado lugar a todo tipo de especulaciones respecto a las verdaderas intenciones del líder de Podemos. Hasta tal punto, que el mismísimo diario El País, lo ha comentado en su editorial del 1º de Mayo, a propósito de la dimisión de Juan Carlos Monedero.
Evidentemente, esta editorial no es inocua. Bajo mi punto de vista, pretende lanzar un torpedo (uno más) a la línea de flotación de la coalición. Es lo que se viene haciendo desde que Podemos sorprendió al mundo con su éxito electoral en las elecciones europeas.
Las auténticas razones que haya tenido Juan Carlos Monedero para dimitir en estos momentos, quizás no se sepan nunca. Evidentemente han de estar relacionadas con la filtración interesada que desde el Gobierno se hizo a su supuesta deuda tributaria y al origen de los contratos de investigación que formalizó con algunos gobiernos iberoamericanos. Como él mismo dice, el Poder ha hecho muy bien sus deberes contra él. Cierto. Pero no sólo desde el Gobierno se está haciendo este juego sucio. También desde la prensa institucional, desde los partidos políticos tradicionales, desde los centros financieros. Desde que Podemos se perfiló como una auténtica alternativa de poder, no hay una tertulia, corrillo, debate…, en el que no se hagan bromas, muchas de ellas de muy mal gusto, respecto a los dirigentes de este partido.
El acoso mediático ha sido de tal calibre, que de los dirigentes de Podemos se sabe todo. Ideología, procedencia, afinidades, profesión de sus padres, filiación política y sindical, tendencia sexual…. Hasta las series de televisión preferidas. Según el País, un medio hostil contra esta formación desde sus orígenes, Juego de Tronos es la preferida de Pablo Iglesias (el falso, según decían al principio de él). Hasta cuentan con su catedrático de cabecera para desacreditarlos. Antonio Elorza, al que yo leo casi todos sus artículos, sin que en mi elección haya influido su pasado comunista ortodoxo, es el más radical opositor de Podemos. Los calificativos que deja en sus escritos contra Monedero, Errejón o Pablo Iglesias, no tienen desperdicio. Estalinistas, caudillistas, seguidores de Robespierre, chavistas, populistas, leninistas, ambiciosos….
Pensaba yo que la Constitución Española nos protegía de ser discriminados por nuestra filiación política o sindical, tendencia sexual, pertenencia a una raza, profesar una religión…Que ante todo seríamos ciudadanos, sujetos de derechos y obligaciones. Pero que nunca se tendría en cuenta nuestro pasado. Incluso aunque hubiese sido delictivo, si habíamos retribuido a la sociedad con el cumplimiento de la pena impuesta. Por ello, el primer Presidente de nuestra joven democracia, Adolfo Suárez, pese a ser uno de los miembros del “núcleo duro” del gobierno franquista, ha sido reconocido como uno de los mejores valedores de esta democracia. Y Felipe González, un joven abogado laboralista sevillano, al que nadie conocía, pero que hizo miles de maniobras para hacerse con el poder, también se le tiene concedido un puesto en nuestra historia reciente, a pesar de los muchos casos de corrupción que acosaron a sus gobiernos. Y lo mismo podríamos hablar del actual Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. O de Aznar. Lo sorprendente es que después de los miles de casos de corrupción que actualmente se ven en los juzgados, las encuestas sigan danto posibilidades de gobierno, aunque sea en coalición, al Partido Popular o al Partido Socialista.
No es momento de hacer un tratado político sobre las corruptelas que acarrea el Poder. Ya lo hizo de forma magistral Maquiavelo. Pero lo que no es admisible es presentar a los dirigentes de Podemos como ambiciosos de poder, y no despellejar por las mismas razones a los candidatos de los partidos tradicionales. Que esto lo hagan los miembros de estos partidos, hasta se entiende. Es parte del “Juego de Tronos” del que tanto se habla. Pero que salga de la pluma de prestigiosos catedráticos, como Antonio Elorza, o de diarios a los que yo consideraba serios, como El País, simplemente es vomitivo. Además de un insulto a la inteligencia.
Pero a pesar de todos los “cantos de sirena” que circulan por ahí, me temo que Podemos ha llegado para quedarse. Y no como un “fenómeno que ha tocado techo y va hacia la marginalidad”, como sostiene el profesor de Ciencia Política de la UNED José Ignacio Torreblanca. Yo me inclino más bien por la segunda tesis que expone este profesor, a saber, “la alternativa a las fuerzas tradicionales en España y en la UE tras la crisis”. Y esto a pesar del caballo de Troya que han construido a toda prisa desde la derecha e izquierda tradicional, Ciudadanos, para reventar una iniciativa genuinamente popular.
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