“Es triste que nos acostemos y nos levantemos todos los días con las mismas preguntas: por qué, quién lo hizo”. El próximo 13 de febrero se cumplirán cinco años del
asesinato de Vanesa Martín. Ese fue el día en el que voluntarios de Protección Civil localizaban en Ceuta un cuerpo que, tras las pruebas forenses, se constató que era el de esta joven de solo 37 años y madre de tres hijos.
Casi cinco años después no hay nadie en prisión pagando por aquella crueldad. Una de sus hermanas, Rocío, sigue haciéndose todos los días esas mismas preguntas. Se las hace ella, pero también sus hermanas, familiares y un barrio, el de
Juan XXIII, que no la olvida.
“Estamos igual que al principio, no hay nada: ni una pista nueva ni antigua”, lamenta Rocío. Le cuesta hablar sobre lo que pasó, pero lo hace. No puede permitir que el asesinato de su hermana quede en el olvido, que se pase página hasta que nadie piense en lo que sucedió. Eso es precisamente lo que le da fuerzas.
A Vanesa no solo la mataron, ocultaron también lo que hicieron, callaron mientras se hacían batidas por toda la ciudad para dar con ella y se difundían carteles solicitando información sobre su paradero.
Que hoy nadie esté pagando por todo aquello supone el más claro ejemplo de que el sistema no funcionó, de que hubo fallos o al menos no se hizo todo lo posible para dar con quienes cometieron el crimen o los que, sabiendo lo sucedido, prefirieron callar. El silencio, además de cobarde, también es cómplice.
“Estamos muy mal sabiendo que el o los asesinos están en la calle y nosotros seguimos así… Qué te voy a decir”, confiesa Rocío, mostrando una mezcla de palabras y emociones que no hace más que simbolizar la destrucción de una familia por el dolor de la pérdida de quien era hermana, madre y también hija.
“No hemos sabido nada, seguimos esperando justicia. Mi padre se nos fue con esa pena”, recuerda Rocío tras la pérdida de su progenitor hace “año y pico”. Él no pudo conocer la resolución del caso, de un asunto que “no puede caer en el olvido”. “No puede por nosotros, pero también por sus hijos, para que estén tranquilos, para cerrar ese libro y para que los que le hicieron eso estén cumpliendo condena”.
En la barriada de Vanesa y de la familia Martín, la populosa Juan XXIII, tienen presente a su vecina. Cuando ocurrió el crimen, en 2019, salieron a la calle, se manifestaron y reclamaron soluciones.
Aquellas camisetas blancas con el rostro de la joven en el pecho siguen guardadas en sus casas. Suponen el símbolo, la prueba física de que en este barrio aquel asesinato lo sintieron como una puñalada global para todos.
Mataron a Vanesa y en parte a todos los que la conocían y querían.
Esta semana los vecinos volvieron a ponerse esas prendas. Hacerlo es volver a sentir que esta causa está viva, volver a recordar cómo acudieron a la plaza de los Reyes a pedir justicia. Supone todo eso, pero también la demostración de esa empatía que se tiene con la familia Martín.
Y eso se nota, se aprecia en los rostros de los más ancianos, de quienes compartían edad y vivencias con Vanesa, de sus familiares o de los niños que saben por sus padres de lo que pasó. “Todos somos Vanesa”, decían entonces. Hoy, casi cinco años después, siguen siéndolo durante una reunión con El Faro en las casas frente a donde ocurrió el crimen.
En el camino han quedado muchos lamentos, quejas, críticas… Creen que se pudo haber hecho más y, si los recursos de los investigadores policiales no eran suficientes, deberían haber pedido apoyo a Madrid.
“Si no estaban preparados que hubieran pedido ayuda, a la central de Madrid, a donde fuera… Lo dejaron mucho y cuando quisieron cogerlo era demasiado tarde, lo han hecho muy mal”, lamenta Rocío en un sentimiento compartido por quienes han vivido este caso en primera persona.
El abogado José Luis Pizarro, que lleva la defensa de la familia de Vanesa, ha peleado para evitar el cierre de esta causa que sigue abierta en los
juzgados.
Se dictó un sobreseimiento provisional de las actuaciones respecto de los investigados, ya que de las diligencias de investigación practicadas tales como escuchas telefónicas, declaraciones de testigos o análisis de dispositivos de audio y geolocalizadores no se llegó a pruebas concluyentes de su participación en la muerte.
De aparecer alguna nueva prueba se reabriría el caso, existe esa posibilidad hasta que prescriba el delito.
Hace unos meses el Juzgado de Instrucción número 4 decretó una
orden de detención internacional del principal sospechoso del crimen, que se cree está escondido en Marruecos.
Había una requisitoria policial que ahora se transforma en judicial para conseguir que se dé con el señalado como autor, el varón plenamente identificado que habría cruzado la frontera con quemaduras en su cuerpo tras cometer el crimen.
Se presume que se las hizo en la cueva a modo de búnker en donde fue encontrado el cuerpo sin vida de Vanesa. En aquel lugar había al menos 5 personas.
La familia Martín sigue pidiendo justicia al igual que su barrio. Olvidar lo que pasó no está permitido, además de que ni se contempla, ni se debate.
Dicen que mientras alguien esté en el recuerdo seguirá vivo. Y eso es precisamente lo que aquí sucede, ese recuerdo es el que sus criminales no pudieron borrar. Está en los corazones de muchos, en esas camisetas guardadas en los cajones, en ese espíritu colectivo que se moviliza si hace falta para recordar aquel “todos somos Vanesa”. Cinco años después, también lo hacen y continuará siendo así.
Ese clamor por conseguir la justicia que nunca llegó está ahí. El padre de Vanesa no podrá verlo pero siempre queda la esperanza de que alguien pague por lo que se le hizo a aquella joven, la esperanza de que un tribunal aplique la justicia que no ha llegado.
La causa sigue abierta pero existe un archivo provisional a la espera de pruebas
La causa abierta por el crimen de Vanesa Martín no está archivada de manera definitiva, existe un sobreseimiento provisional y así seguirá hasta que prescriba el delito. De aparecer una nueva prueba podría reactivarse. El principal sospechoso de ese crimen se fugó a Marruecos, existe una orden para dar con él. Policialmente hubo registros y se llevó a los juzgados a personas a declarar en calidad de investigadas no detenidas. La realidad es que hoy nadie ha pasado por la cárcel, nadie ha tenido una acusación sobre sus espaldas, nadie tiene que someterse a un juicio oral por lo ocurrido. Esa falta de respuestas, de hechos, de mensajes es lo que más duele a la familia.
Del ‘queremos justicia’ de hace 5 años a la protesta de un barrio que no olvida lo que le hicieron a Vanesa
Aquel 2019 hombres, mujeres y niños salieron a la calle. Acudieron con pancartas a la plaza de los Reyes, se concentraron a las puertas de la Delegación para dejar claro que querían justicia, que querían resultados y que todos eran Vanesa. De aquellas reclamaciones se pasó a la ausencia de resultados. Pero lo que no se ha podido anular es la voz, el recuerdo, la memoria y la protesta de quienes siguen recordando que algo falló, de los que siguen pensando que esa cadena se rompió en algún momento para que no se produjeran detenciones prontas, inmediatas que permitieran recopilar pruebas suficientes y válidas para que los criminales se sentaran en el banquillo.