Juan: un luchador incansable que venció al covid, pero no a las secuelas

Por encima de todo, un muy buen padre y abuelo que ponía por encima de todo siempre a sus hijos, sus nietos, su familia y sus amigos. Así era Juan Díaz Muñoz, un caballa de 73 años que es la segunda vida que se ha cobrado el coronavirus este martes melancólico y aciago.

Cuando se trata de describir a un ser querido parece que faltan las palabras y más en el momento de su partida, cuando las emociones impiden que estas salgan. “Hay hombres que luchan y son buenos, pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”, comenta Susana Díaz, una de sus hijas al describirle.

Juan Díaz Muñoz nació en un pequeño pueblo de Málaga al que siempre le gustaba volver “para recoger aceitunas, guisarlas y repartirlas entre sus amigos y los compañeros del Ayuntamiento”. Con 7 años se vino a Ceuta junto a sus padres y dos hermanos porque a su padre le salió un trabajo aquí. Después de tanto tiempo ya se consideraba caballa.

En Ceuta formó una gran familia junto a su exmujer y tuvieron cinco hijos y los que ahora eran su debilidad: sus ocho nietos. Una familia que hoy llora la partida de un hombre bueno, noble y generoso. “Fue fontanero, cerrajero y un poco de todo. Estuvo muchos años trabajando para el antiguo MOPU (Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo) en algunas obras que se encargaban en la ciudad. Después pasó a las obras del Ayuntamiento y más tarde empezó a trabajar en el mismo Ayuntamiento pero como chófer de los consejeros. Se encargaba de llevarlos a todos, menos a Juan Vivas, que tenía su chófer particular”, recuerda Susana.

Desde hace unos ocho años se jubiló y pasó a dedicarse a su aficiones: “A secar pescado, coger aceitunas, aliñarlas y repartirlas por media Ceuta…”. Pero, desgraciadamente, su muerte sorprendía a su familia este martes a medio día: Juan pudo con el coronavirus, pero no con sus secuelas.

Todo empezó a finales de septiembre. “Empezó con dolores de espalda. Se había ido a la Península para coger aceitunas y ver a mi madre y a mis hermanos que viven allí en Málaga y cuando volvió le dolía la espalda. Entonces, le decíamos que no podía coger tanto peso ya con su edad. Fuimos al médico y le dijo que tenía una contractura y le mandó calmantes, pero yo sabía que no estaba bien porque lo veía”.

Susana no dudó en insistir y lo llevó a Urgencias “engañado” porque “le daban mucho miedo los médicos”. “Fuimos a Urgencias y del tirón al dar positivo lo llevaron a la UCI de Covid y lo intubaron. Estaba muy mal. Pero era un hombre muy fuerte y ya lo estaba superando. Ya había dado negativo en la PCR y estaba en UCI normal. Pero fue ahí donde cogió todas las infecciones que había y son las secuelas del Covid en sus pulmones las que se lo han llevado. Los médicos, ayer por la tarde, me dijeron que llamara a mis hermanos para que se vinieran desde Málaga porque la infección que tenía en la sangre era muy grave y se moría porque no había manera de bajarle la fiebre”, comenta emocionada.

Por lo menos, en sus últimos momentos Juan no ha estado solo. Su familia estaba arropándole y han podido despedirse de él. Todos menos su hija Susana, que también dio positivo hace unos días y “estoy sola en casa confinada”. Un luchador y trabajador incansable toda una vida que no merecía marcharse así: para Susana, el hombre de su vida del que lo aprendió todo. Los 40 peores días de su vida han sido los que su padre pasaba en la UCI, pero cuando parecía que comenzaba a sacarle ventaja al Covid, las secuelas se lo llevaron. Este martes, 3 de noviembre, no olvidará esa llamada para decirle que su padre ha muerto. No estaba preparada para esto tan extraño y tan duro a la vez ni Juan para emigrar a un lugar donde siempre estará: en el recuerdo de su familia y de su barriada Juan Carlos I.