Opinión

José Juan “Pepe” Gutiérrez Álvarez - Un Ceutí de España y de América

Es tanto lo que podemos decir y referir sobre “Pepe”, que podríamos inclusive, escribir un libro sobre su interesante y fructífera vida. Es por eso, que trataré de ser lo más sucinto posible en este artículo referente a mi amigo y hermano Pepe, donde me referiré, no tanto a su obra suficientemente conocida en toda Ceuta, España y me atrevo a decir que en gran parte de Europa, así como también en las regiones de América donde existe el gentilicio ceutí, sino al Pepe con el cual compartí y al que tuve la dicha de conocer y tratar, hasta convertirnos en hermanos, en el momento en que un día decidió tomar un vuelo hacia América, que nos llevaría a conocernos personalmente, después de tres años de contacto por internet, en intercambio de información de orden histórico. Esta relación inicial de trabajo, llevó en corto tiempo, a que naciera entre nosotros dos, su familia y la mía, nexos de hermandad y por ende de familiaridad.

Nos conocimos, porque estaba por suceder y Dios lo quiso así. Nos cruzamos en nuestras vidas para empezar juntos, un trabajo de investigación de orden histórico, que nos unió de tal manera, que nos convertimos inmediatamente en hermanos. De allí, que cuando hago referencia de Pepe, lo hago como mi hermano de España. Nuestra hermandad nació inmediatamente que llegó al aeropuerto internacional de la ciudad de Maracaibo, estado Zulia, en Venezuela con su hija (Mi sobrina) Rocío Gutiérrez Mico, su hija menor y fiel compañera en su trabajo de investigación llevado a efecto en la Ceuta de Venezuela.

Pepe llegó cargado de ilusiones, además del equipaje, de su equipo de trabajo compuesto de cámaras, grabadoras, atriles, papelería, libretas, lápices y otros materiales necesarios que lo ayudarían a cumplir con un sueño que se había propuesto convertirlo en realidad. Ese sueño, era el de conocer e historiar una población llamada Ceuta como su terruño natal, construida de palafitos, especies de casas de madera, soportadas por unos pilotes también de madera incorruptible (Mopora es el nombre indígena de la madera), sobre las aguas del Lago de Maracaibo, ubicada en el estado Zulia, Venezuela y fundada en la década de los años 30 del siglo XIX. Ceuta es habitada por humildes pobladores que en su mayoría sobreviven en el lugar dedicados a las pesca, sobre todo de Cangrejos azules. A su lado cuenta con un pequeño río que recibe el nombre de Caño Ceuta que desemboca en el mencionado lago, justamente a un lado de la población de Ceuta, en un área prácticamente selvática rodeada de una flora y una fauna exótica propia del lugar y de la que Pepe se enamoró, inmediatamente a su llegada.

A partir de entonces, empecé a conocer a destacado ese personaje que inmediatamente, a través de nuestras conversaciones, me empezó a transmitir los amplios conocimientos que tenía tanto de su Ceuta española, como de la Ceuta de México, Cuba, Colombia y Venezuela, poblaciones que con pasión indescriptible, estudió, historió y fotografió como nadie lo ha hecho. De esto, puedo dar fe en el caso venezolano.

En la medida en que iba conociendo a Pepe, en esa misma medida, me enteraba y disfrutaba de su carácter demasiado benévolo, mostrando siempre una sonrisa o una carcajada que brotaban espontáneamente de su voluptuoso ser, grandote y querendón. Su emoción por llegar al lugar que lo traía desde allende de los mares era obvia. Por eso, todo el viaje, desde el aeropuerto hasta el hotel donde se hospedaría, estuvo haciéndome preguntas, relacionadas todas con Ceuta de Agua, que yo con mucho placer contestaba.

Al otro día de su llegada, bien temprano en la mañana, cuando iniciamos el viaje con rumbo hacia la Ceuta desconocida por Pepe, sucedió algo inexplicable que yo diría que fue una especie de milagro, que tuvo que ver mucho con el ansia, el interés y dedicación de pepe, por historiar a esa población casi olvidada por las autoridades locales, pero sobre todo, por los seguros ruegos y peticiones que le hacía al Creador, para que su proyecto algún día se hiciera realidad. Su creencia en la religión católica era obvia y de lo cual me fui enterando, en la medida en que Pepe me hablaba de su patrona, la virgen del África, la cual exaltaba y veneraba de una manera convincente. Tanto es así que junto con llegar al pueblo de Ceuta en Venezuela, les ofreció a sus habitantes un bello y honorable obsequio que consistió en la bella imagen de la Virgen del África en todo su esplendor.

En el momento en que terminábamos de atravesar el gran puente de concreto de 8 kilómetros de extensión que atraviesa el lago de Maracaibo, para tomar la vía que nos llevaría a nuestro destino, recibí una llamada sorpresiva de parte del cronista del municipio Baralt, región donde está ubicada la referida población de Ceuta, pidiéndome que cuando llegara a Mene Grande, la mayor población de ese municipio, hiciera una parada en la Alcaldía, en donde nos estarían esperando. Este hecho, nos extrañó mucho tanto a Pepe, como a mi persona, a sabiendas de que dicho organismo nunca se preocupó por atender las muchas y repetidas comunicaciones o correspondencias que con anterioridad había enviado Pepe a las distintas autoridades y organismos o instituciones públicas del lugar. El caso es, que el Alcalde ordenó a un grupo de representantes de ese organismo, para que nos acompañaran hasta Ceuta de Agua, y a su vez, atendieran las necesidades de los visitantes. Cumpliendo con la solicitud de las autoridades locales, continuamos con el viaje y al llegar al sitio de espera, Pepe quedó impresionado, pues luego de un efusivo saludo fue homenajeado con un extraordinario recibimiento festivo mágico religioso, que le hizo el, agradecido pueblo, que desde el primer momento de saber de su visita, se entusiasmaron y engalanaron para recibirlo como un mesías, que no siendo oriundo de su país, se había preocupado de venir allende de los mares, a tratar de rescatar y reconstruir su historia cultura y costumbres que en gran parte tiene sus origen en la Ceuta que un día vio nacer a Pepe.

El interés, la alegría y la pasión y amor de Pepe por el trabajo de investigación y fotográfico que tenía que llevar a efecto, quedó manifiesto cuando inmediatamente de la culminación del grandioso homenaje con el que, la humilde población lo honró, se dedicó en pleno a realizar las consabidas entrevistas, fotografías y respectivas notas que le permitieron finalmente culminar, editar y publicar el libro que se convirtió en la única y genuina historia de esa población, que mi querido y siempre recordado hermano logró reconstruir de tal manera, que a su vez, permitió que Ceuta de Agua saliera del olvido al cual estaba siendo sometida, a pesar de haber jugado un papel importante en el proceso histórico, económico y comercial, de toda la región oriental del Lago de Maracaibo, el Zulia y Venezuela. De todo ese trabajo y dedicación a la investigación histórico local, me fui impregnando, de los conocimientos que pepe incondicionalmente y con mucho cariño me fue aportando.

Debo también destacar, que el sentido de la aventura se encontraba enraizado en el alma de Pepe. Esa misma condición de aventurero era lo que llevaba a dejar a un lado la palabra peligro, pues para poder sentir y conocer a fondo el hecho a investigar, se arriesgaba a montarse en una canoa (cayuco) que lo paseara por los alrededor de la población. Su atrevimiento llegaba a los extremos cuando disfrutaba la entrada al caño o río Ceuta por su desembocadura, penetrando rio adentro y de esa manera conocer más afondo las costumbres de los “ceuteños” (nombre con el que se identifica a los pobladores de Ceuta de Agua). Estas vivencias se convertían en la fuente de inspiración que lo llevaba con dedicación desmesurada a hilvanar cada uno de los hechos que le permitieron entretejer el rico tejido histórico de tan pintoresco pueblo.

En los pocos momentos de descanso, comprendidos entre la cena y cuando agotada la jornada de trabajo nos disponíamos a dormir, pude ir conociendo y compenetrándome con el Pepe, esposo, padre, y amigo. En las palabras que definían su características forma de hablar rápida y sin parar y en sus ademanes y expresiones gestuales fui descubriendo en él: a un amoroso esposo que a diario nombraba y recordaba a su señora esposa Remedio, a un padre orgulloso de tener en su familia a dos bellas estrellas que iluminaban su vida, y por último a un amigo que ofrecía su cariño, hermandad, sinceridad y su verdad incondicionalmente. Esas cualidades son las que llevaron al, pueblo de Ceuta de Agua, a mi esposa, mis hijos y a quien escribe, a quererlo, apreciarlo y estimarlo de tal manera que estoy seguro que su nombre, su persona y su amor por este pueblo, quedará siempre clavado en el alma de todos los que lo conocimos y compartimos, en este mi país… su país.

Sean pues, estas palabras un sencillo pero sincero homenaje para un hermano de España que se atrevió a cruzar los mares, al igual que los antiguos conquistadores españoles, para cumplir el honorable objetivo de unir a la Ceuta de España y la Ceuta de Venezuela y entrelazar lazos de hermandad, utilizando para ello su relación cultural, social, costumbres, pero sobre todo su acontecer histórico.

Honor a quien honor merece.

Paz a sus restos.

Por Lcdo. Iván José Salazar Zaíd

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