José Antonio Querol Postigo, el inolvidable luchador por Ceuta y un gran amigo de este Casa, nos dejó para siempre. Paradigma de la honradez y la entrega en la vida política, se echan de menos figuras de su talla en medio del actual clima de descrédito y desconfianza ciudadana hacia la clase política. Concejal por Ceuta Unida en dos legislaturas (1987-1991 y 1995-99), Querol se convirtió en una figura familiar y cercana a los ceutíes, especialmente en su lucha por Ceuta y su Autonomía cuando los gobiernos de Madrid nos la negaban sistemáticamente.
Su recuerdo bien merece esta semblanza extraída de mis vivencias a su lado y de una larga entrevista que con él sostuve en la COPE, de la que me he permitido extraer testimonios textuales.
Los Querol llegaron a Ceuta a principios del pasado siglo cuando, Gregorio, su bisabuelo, vino a cumplir su servicio militar. De profesión zapatero, a su licenciamiento encontró trabajo y se casó con una paisana malagueña, estableciéndose el matrimonio en la ciudad de por vida.
El padre de José Antonio, de nombre también Gregorio, trabajó de peón en la construcción de la carretera de García Aldave, ingresando años después de ordenanza en el Ayuntamiento. Padre de nueve hijos, seis de los cuales murieron de niños, hubo de recurrir a trabajar por las tardes en la Fiscalía de la Vivienda. José Antonio Querol era ya el único superviviente de aquellos vástagos cuyo primogénito, Gregorio, abrazó la carrera militar que desarrolló casi íntegramente en Ceuta y en la que, con el grado de coronel, mandó el grupo de Regulares nº 3.
Querol Postigo por su parte tuvo tres hijos. El mayor, Gregorio de nombre como todos los primogénitos de la saga, fue propietario del desaparecido 'Clipper', Cristina es psicóloga y la directora del Conservatorio de Música y, los otros dos, José Javier y Juan Carlos son médicos.
J. Antonio se deshacía en elogios hacia ellos y a sus siete nietos. "Como padre tengo el orgullo de decir que Juan Carlos ha sido uno de los Querol que ha puesto a esta ciudad en el candelero. Fue el creador de la Coordinadora de Trasplantes de Ceuta y consiguió, junto con un grupo de compañeros entusiastas como él, que esta localidad fuera la número uno del mundo en donaciones de órganos. Me consta que es muy querido por su profesionalidad y condiciones humanas".
Un personaje polifacético
Querol Postigo fue un enamorado del mar. De joven quiso ser marino. Iluso él. ¿Marino el benjamín, el niño mimado de la casa? La familia se negó. Y a falta de barcos, los domingos se iba a la desaparecida playa del Cristo con los Fossati, Morey, Díaz Triano, Martínez, Paco Luque, Arbona... Había que limpiar el lugar de piedras para levantar en ella el primer embrión del CAS, club del que se enorgullecía ser uno de sus fundadores.
Una actividad que, aseguraba, fue también una manera de rellenar un tiempo vital para quien en su vida activa trabajó de doce a catorce horas diarias. Y es que, al margen del Banco, durante veinticinco años impartió clases de inglés en una academia de su propiedad. "Me emociono cada vez que antiguos alumnos me dicen que el único inglés que han aprendido en sus vidas me lo deben a mí."
Querol junto con Cuéllar, Tete y Salvador, cuatro amigos unidos por una común profesión y el amor a la cámara oscura, crearon en sus años jóvenes un popular laboratorio fotográfico al que, tomando la primera sílaba del nombre o apellido de cada uno de ellos, bautizaron como 'QUECUTESA'. Lo que comenzó por mera afición terminó en una aventura profesional. A las siete de la tarde, concluida la jornada laboral, se lanzaban a la calle con sus cámaras a trabajar. Posteriormente en el laboratorio les daban las cuatro de la madrugada, y a veces más. Bodas, bautizos, juras de bandera, actos oficiales, reportajes locales o nacionales de prensa la hemeroteca de 'El Faro' da buen testimonio de esa labor, fue el no parar durante doce años. Comenzaron con una vetusta ampliadora que les cedió el maestro Cabrera Guadarrama, invirtiendo las ganancias fundamentalmente en material hasta conseguir su excelente laboratorio que remataron con una ampliadora de nueva generación. "Los beneficios eran pocos, más que nada porque entonces también se cobraba poco". El reportaje de boda de Querol salió de esa sociedad gráfica. Paulatinamente después, los restantes socios siguieron sus mismos pasos. Llegaron las obligaciones familiares, el cansancio y 'QUECUTESA' dijo adiós.
Llegaron a llamarle el D. Quijote caballa, algo que decía tener asumido después de tantos años. Más de un amigo le llegó a regalar una estatuilla del personaje. Sus nietos incluso, cuando veían una imagen del ingenioso hidalgo decían que ese era su abuelo.
Nuestro protagonista creía que su pueblo no estaba para muchas alegrías. Le preocupaba mucho la gente que se marchaba. "No ven futuro y quieren que sus hijos prosperen". No obstante dejaba abierto un pequeño portillo a la esperanza. "Los ceutíes pensamos que cualquiera de la otra orilla nos puede solucionar los problemas y se equivocan. El pueblo debería echarse para adelante, todos a una, protestar, escribir y reclamar unánimemente cuando se nos margine. Miles de quejas pesarían mucho. Insisto, nuestra problemática tenemos que resolverla los que vamos a morir aquí, porque el que venga de fuera a hacer negocios o a la política lo hará pensando en esos cinco años para llevarse un dinero. Eso es una canallada y esas personas no tienen derecho a dirigir este pueblo." Y tanto que sí, querido José Antonio.
Retirado hará algo más de una década de la política, su figura comenzó a echarse paulatinamente en falta de la calle al compás que le iba marcando su estado de salud. Descanse en paz.
José Antonio Querol en el recuerdo
A Querol lo introdujo en la política Serafín Becerra. Le gustaba su forma de actuar y decidió llevárselo a la extinta UCD, cuando esta formación comenzaba a agonizar. Candidato al Senado por los liberales de Roca, fue en 'Ceuta Unida' donde encontró su auténtico espacio político. Desde esta formación localista batalló ante infinidad de organismos, personas e instancias, defendiendo el nombre de la ciudad y exigiendo justicia para el pueblo que le vio nacer. Llegó hasta la mismísima Asamblea de Naciones Unidas, en Nueva York. Fue en 1991. Indignado ante la ignorancia supina de la realidad ceutí en los medios de comunicación, envió un completísimo dossier con acuse de recibo al entonces secretario general, Pérez de Cuéllar. "Fueron algo así como ocho kilos perfectamente encuadernados, con recortes de prensa, decretos y documentos de toda índole, al objeto de que si algún día el tema de Ceuta llegaba a los tribunales internacionales por las reivindicaciones de Marruecos, existiera ya en la ONU una información lo más completa posible. Me consta que sigue allí."
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