Jornada caótica en el Tarajal

Pasos bloqueados, colapsos, tapones, horas interminables de retenciones, empujones, mercancías por los suelos o requisadas, tensión entre agentes y porteadores... y despliegue policial a primera hora de la noche.

El paso fronterizo del Tarajal, y por extensión sus inmediaciones, quedó sumido ayer, durante toda la mañana y hasta entrada la noche, en un nuevo caos que dista un abismo de la infraestructura que se presupone a un país desarrollado. La situación no se normalizaría hasta las 16:00 horas, aunque antes de acabar el día se reproducirían los problemas. Al arrancar la jornada, cientos de porteadores con sus mercancías a la espalda se agolparon en la zona con el objetivo de atravesar la frontera de regreso a Marruecos, pero en todos los casos recibían de la Guardia Civil la misma respuesta: el paso estaba cerrado porque, en aplicación de las nuevas órdenes recibidas y aplicadas desde hace semanas, el único camino habilitado para que sus productos dejen territorio español es el Biutz. El problema era que, paradójicamente, el Biutz había cerrado también ya sus puertas. Con las dos salidas bloqueadas, ocuparon todo el espacio a su alcance: la rotonda anterior al paso fronterizo, las aceras, la ladera de montaña que comunica con la barriada Príncipe Felipe e incluso la playa y, en algunos momentos, tramos de carretera, lo que obligó a intervenir a las Fuerzas de Seguridad para garantizar la circulación. Cualquier tramo servía en la que se preveía una larga espera hasta que se permitiera el acceso.
¿Qué ocurrió? La versión que circulaba ayer entre la mayor parte de los porteadores señalaba a un bloqueo del paso del Biutz durante toda la jornada, lo que habría dejado atrapados en Ceuta a los cientos de marroquíes que habían atravesado la frontera a primera hora de la mañana y que, tras hacerse con la mercancía en los polígonos del Tarajal y otros comercios, no encontraban forma de regresar a su país. Con el Biutz cerrado y la frontera vetada al paso de mercancías, el colapso estaba servido. Fuentes de Delegación del Gobierno aportaron ayer a El Faro  otro argumento: la Policía marroquí habría extremado desde el amanecer los controles en su frontera, reclamando a todos los porteadores una información exhaustiva sobre su identidad, lugar de procedencia y punto de destino, una práctica desconocida hasta ahora pero que coincidiría con la intención de las administraciones de ambos países de comenzar a poner nombre y apellidos a las decenas de miles de personas que cada año se mueven entre España y Marruecos portando mercancías. Ese trámite habría ralentizado durante horas las entradas en Ceuta y, por extensión, también la apertura posterior del paso del Biutz, que sin embargo sí habría cerrado a su hora habitual. Con menos tiempo para realizar las compras, cientos de porteadores habrían llegado tarde al Biutz y, encontrándolo cerrado, habrían dirigido sus pasos hacia el Tarajal, donde se les impidió el paso de forma contundente.

El tapón
En ese escenario comenzó el gran bloqueo. Tras dispersar la Guardia Civil a los porteadores que con su paso bloqueaban la carretera, éstos se fueron agolpando en torno al paso fronterizo. Empujones, carreras y una masa que pugnaba por colocarse en los primeros puestos que, tras horas de espera, se suponía que garantizaría un acceso prioritario en el regreso hacia Marruecos. Y así empezaron las falsas alarmas. A las 13:40 alguien gritó que el paso se abría y la marea de porteadores se agolpó en las proximidades de la frontera. No era cierto y los agentes de la Guardia Civil se esforzaban para conseguir que retrocedieran un puñado de metros, con escaso éxito. A las 14:00 la situación se complicaba, coincidiendo con la salida de los alumnos del Colegio ‘Príncipe Felipe’, que se mezclaban en las colas con los portadores de mercancías y con las primeras empleadas del hogar transfronterizas que regresaban a su país. Quedaba aún casi otra larga hora de espera, de pie y con kilos a las espaldas.
A las 14:50, por fin, el paso del Tarajal se abrió al tránsito, pero en un estricto orden. Primero se permitió el acceso a quienes llevaban bultos pequeños, rechazando una y otra vez los agentes a quienes intentaban burlar sus órdenes, en algunos casos con uso de la fuerza. Luego le tocó el turno a los que portaban un único bulto grande, una manta en la mayoría de los casos, para acabar a media tarde dando paso a quienes arrastraban mercancía voluminosa.
A primera hora de la noche también se registraría un despliegue policial en la zona internacional para evitar la picaresca de quienes, ante las restricciones al tránsito de mercancías por el Tarajal, intentan introducirlas ocultas en vehículos.
Otra jornada de caos, y parece que no será la última.

En imágenes
Todo un día de tensión, de la mañana a la noche

En la imagen de la izquierda, las retenciones provocadas a primera hora de la mañana por las exhaustivas gestiones administrativas de la Policía marroquí. Debajo, el colapso provocado hasta primera hora de la tarde por los porteadores que no podían pasar por el Biutz, ya cerrado, pero tampoco por el Tarajal. La última fotografía muestra el despliegue policial, ya de noche, para combatir la entrada de mercancías en coches burlando el control de las Fuerzas de Seguridad

“No he visto nada igual en 25 años”

Indignación y perplejidad, a partes iguales, eran las sensaciones que ayer compartían los porteadores pero también los vecinos de Príncipe Felipe que contemplaban la escena del colapso desde la altura. Entre estos últimos, el presidente de la barriada, Said Mohamed, que auguraba “un problemón” cuando, a pocos minutos de las 14:00, estaban a punto de abrirse las puertas del colegio. Una de sus vecinas aseguraba que en el porche de su vivienda, a escasos metros de la escalera derruida hace semanas, habían dormido la noche anterior porteadores que ya habían sufrido en las jornadas previas otros cierres del Biutz. “¿Quién les niega que puedan descansar? Yo desde luego no, así que esto estaba esta noche lleno”, confesaba.
A unos metros, otro ciudadano aseguraba que las escenas que divisaba no eran nuevas, aunque sí su reiteración en el tiempo. “Yo tengo 40 años y llevo aquí 25, y puedo decir que no he visto nada igual en todo este tiempo. ¿Qué quieren que haga la gente? Son personas y ganan un euro por bulto. No pueden tratarlos como animales. ¿Nadie puede solucionar esto? ¿Por dónde quieren que pasen si el Biutz está cerrado y por el Tarajal dicen que no pueden meter mercancías?”, interrogaba.
Desde el suelo, rodeada de bultos, una de las porteadoras aseguraba que le habían requisado mercancía mientras exhibía un ticket de compra que los agentes de la Guardia Civil no habían aceptado como factura. “Nos van a matar de hambre, es un abuso”, lamentaba antes de concluir que “antes nos hacían esto los policías de Marruecos, pero ahora nos toca también con los españoles”.
La Guardia Civil se esforzaba en esos momentos en abrir paso a los vehículos retenidos por el tránsito de los porteadores a través de la carretera. Quedaban aún un par de horas para que el paso fronterizo se abriera al tránsito. “Si por un lado no me dejan pasar porque ya está cerrado y por aquí tampoco, ¿me quedo a dormir aquí esta noche?”, preguntaba con preocupación una mujer con una carga a la espalda desproporcionada para su altura, y para su edad.

FOTOS: Ben Zakour / Quino

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