Opinión

El JOHC Ceuta, una oportunidad bien aprovechada

Concluido el IX Encuentro Nacional de Jóvenes de Hermandades y Cofradías (2022) es de obligado cumplimiento reconocer -al menos por los que estamos por las cosas de Ceuta y sus cofradías- el trabajo desinteresado realizado por tantos que han participado en este acontecimiento cofrade que vendrá a completar, junto al 21º Encuentro Nacional de Cofradías Penitenciales (2008) y al próximo de noviembre (D.m.) de Hermandades Vinculadas a la Legión (2022), un ciclo histórico de nuestras hermandades y cofradías que habrá de tardar años en repetirse, si es que se repite. Por cierto, los tres bajo el mismo Presidente del Consejo de HH y CC de Ceuta.

Como todo acontecimiento que se precie, este Encuentro habrá tenido entre sus entresijos sus más y sus menos, pero lo que ha trascendido es un trabajo bien hecho y un ejemplo de lo que los cofrades jóvenes (y no tan jóvenes) son capaces de hacer por y para Ceuta, sus hermandades y el mundillo de las cofradías en general a poco que se lo propongan. No muchos pueden poner sobre la mesa este poder de convocatoria para tres días en nuestra ciudad.

Tanto la muestra, como la vigilia, las visitas guiadas, la ofrenda en el Santuario, el acto inaugural, la cena de participantes, la clausura o las salidas procesionales son actos que requieren una gran cantidad de colaboradores y voluntarios, así como una programación compleja y rigurosa para que el resultado termine siendo el deseado y los objetivos fijados, a la vista de lo visto, podamos concluir que se han conseguido con largueza, que entiendo son los siguientes: primero, congregar en la ciudad un importante número de jóvenes (cerca de 600 entre Ceuta y otras regiones) para hablar de hermandades, cofradías y sus tierras de origen, al tiempo que difundir el espíritu cofrade y dar a conocer a la sociedad que se puede ser joven y ser cristiano más allá de la Semana Santa; segundo, dar a conocer Ceuta, sus gentes, entorno, gastronomía y hermandades, como muestra de una ciudad de tradición y cultura cristiana en convivencia y armonía con otras creencias también muy arraigadas en ella; tercero, abrir el Encuentro, tanto a jóvenes como a otros que ya no lo son, para que todos se sintieran cómodos participando de igual manera de los eventos programados.

En la sociedad actual ni la mayoría de los jóvenes son cofrades ni los cofrades son mayoría (a Dios gracias, que tiene que haber de todo), así que la grey no es amplia aunque convocados a toque de congreso, encuentro o magna procesión parezcamos muchos. En cualquier caso, en estos tiempos convulsos y cambiantes, en los que la sociedad ha fijado otras prioridades menos altruistas, resulta alentador la existencia de grupos católicos (el cofrade es uno más) que se comporten como militantes activos de nuestra iglesia. La solidaridad, la compasión, el sentido de pertenencia a una comunidad bien integrada en la sociedad y preocupada con su devenir no son pareceres que se improvisen, antes bien hay que trabajarlos hasta interiorizar esos sentimientos como parte del ADN personal y cofrade; estos conceptos que están en la base del altruismo son manejados en las hermandades con holgura y son los mismos que habrán de servir para otras causas “no cofrades”, pero de trascendencia en nuestro entorno y con las que estamos habituados a colaborar. Una cosa está clara, tener la posibilidad de trabajar en favor de nuestra iglesia y nuestra ciudad es un privilegio del que no todos pueden disfrutar, y hacerlo desde las cofradías ha sido una oportunidad que no se debía dejar pasar.

Es necesario reconocer entonces el tesón en los proyectos y desinterés en la dedicación de lo acometido por cuantos han participado en los trabajos -y lo siguen haciendo- a favor de estos eventos cofrades. Y no podemos dejar también de resaltar el esfuerzo que la Ciudad hace con su presencia y apoyo económico y como no, el de nuestra Iglesia que siempre acude y alienta este tipo de iniciativas, unos y otros son conocedores de la trascendencia que tienen para Ceuta en todos los ámbitos este tipo de acontecimientos.

Nuestra Hermandad del Silencio recibió en su Oratorio de la Santa Cruz y Casa de Hermandad a varias delegaciones de cofrades e invitados llegados para las ponencias del Encuentro. Unos y otros nos honraron con su presencia y sus palabras, reconociendo, sin complejos -a decir de los que desconocían la ciudad- su ignorancia sobre el patrimonio de nuestras hermandades, así como el ambiente que se vivía entorno a ellas, la amabilidad de sus gentes y la belleza de sus vistas desde el campo exterior, su centro y playas tan cercanas.

Creo que podemos concluir que el IX Encuentro Nacional de Jóvenes de Hermandades y Cofradías (2022) se ha desarrollado a un alto nivel, no solo por cumplir sus objetivos, sino también en la forma como se ha desarrollado, ya que ha podido combinar espacios y tiempo para la religiosidad popular con otros de profunda fe y reflexiones de ánimo de perseverar sine die.

Y una última reflexión ahora que está tan activo el mundo digital y los jóvenes cofrades lo manejan a discreción… Sería bueno no confundir la realidad de las hermandades con la expresión de éstas en la calle, las cofradías. Las hermandades son algo más. Una cofradía sería como el metaverso de una hermandad. En ese paralelismo de mundos, aunque sólo sea semántico, real-digital versus hermandades-cofradías, vemos como algunos viven algo parecido al mundo digital, donde predominan, antes que las experiencias cofrades personales de trabajo y responsabilidad compartida en la gestión de la hermandad, una suerte de vivencias de realidad virtual y realidad aumentada, vertidas ambas sobre plataformas de comunicación masiva: …hablan de música procesional, de exorno floral, de mantos y abalorios, de cera, de pasos de cristo y pasos de palios, de la belleza infinita de sus vírgenes y los serenos rostro de sus cristos…

Espero y deseo que todo no sea esto, seguro que no, así que deben ser valientes y empezar a compartir las preocupaciones de gestionar nuestras corporaciones, sus oficios y vocalías, sus entresijos y experiencias de hermandad; ese trabajo continuo y callado que los hermanos mayores y sus juntas de gobierno llevan a cabo sabiendo que el futuro es incierto y anhelando que los jóvenes tomen el relevo en su hermandad, más allá del deseo de salir de costalero o deleitarse con vivir la hermandad sólo cuando cofradía se hace.

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