Como Myriam me había llamado el domingo dos de octubre para anunciarme que celebraban Rosh Hashanah el lunes tres, y que Meir le había dicho que hablásemos largo y tendido, porque ese día, víspera de Año Nuevo les hacían un gran descuento en las llamadas, no me esperaba que el mismo lunes a primera hora me llamase de nuevo. “No, no te asustes, no pasa nada, es que hoy también me salen más baratas las llamadas. Y es que allí a las personas mayores las tratan de lujo, con un mimo y cuidado especial.
Esta festividad junto con Yom Kippur, Día del Perdón, forman en la tradición judía el Yamín Noraim, Días Terribles, por ser un momento en que Dios juzga al mundo y decreta lo que sucederá en el transcurso del Nuevo Año. Es el aniversario de la Creación junto a Adán y Eva… “Va a estar todo cerrado por unos días, así que tranquila, ya recibiré tu regalo de la Biblia, en breve, y como no quiero moverme de casa a pesar de las insistencias, mis hijos me han traído comidas típicas que se hacen para estos eventos. Suelen decir una frase como anfitriones: “Vino rojo, una flor, el amor y un pedazo de pan con sal. Eso es lo que tenemos. Siéntate con nosotros”. Le dije que sentía envidia al no poder estar allí, y aunque hubiera estado todo cerrado, pues las fiestas son muy familiares y caseras, nos habríamos ido a pasear por Jerusalem. “Me llamó Clara muy temprano esta mañana. Me pidió que no dejase de asistir a las reuniones de la cafetería, que me echan mucho de menos cuando no voy, por las cosas tan bonitas que les cuento. Clara está casi ciega, en la choá, siendo una niñita, la ponían a trabajar en unas máquinas que soltaban esquirlas metálicas y se les metían en los ojos. A su padre lo mataron de un tiro delante de ella. Llegó a Israel y la instalaron como a todos los críos huérfanos, en un Kibbutz, y allí aprendió el oficio de costurera. Es una gran mujer. También va Nuris, una holandesa en silla de ruedas, que le ocurrió lo mismo con sus padres, pero ella no ha conseguido superar el problema y su mente no está bien. Por eso se mete con una chica hindú asidua a la reunión. Sus padres viven en Iruján, en el desierto del Neguev, cerca de Bersheva, y son felices en una comunidad judía de hindúes que habitan allí, pues bien, la holandesa le incordia por ello… “ Yo le hablé de lo que queda de Alepo, las imágenes son dramáticas. La humanidad entera deberíamos hacer algo más, incluido el llevar luto riguroso. ¿Quién mueve los hilos para que esta situación no termine? Le dije que estuve viendo un programa en la tele sobre las copiadoras 3-D en un Centro de Investigación de Tel Aviv, y que están haciendo de todo lo que podamos imaginar, de forma que en muy pocos años cambiarán el mundo. Así que en nuestras sociedades nos estamos quedando obsoletos, en cuanto a desarrollo científico y tecnológico, porque aquí el dinero se gasta en otras cositas. Ella se alegra mucho, sabe que el país donde vive es pionero en muchos temas…
Los de Siquén saludan a Jesús con gran respeto. La mujer del pozo les había dicho que encontró al Mesías en el brocal, y que sus palabras no eran como las de otros rabbíes, Él reunía unas cualidades especiales y diferentes… “Sí, en efecto. Ha llegado la era Mesiánica. Todo Israel junto a su Rey, y no sólo Israel”. Un anciano reconoce humilde que ellos están en el error. Aunque buscan con sinceridad lo que es Verdadero. Jesús le recuerda al Profeta Ezequiel: “Hijo del Hombre. Yo te mando a los hijos de Israel, a un pueblo de rebeldes que se han alejado de Mí… Son hijos de corazón obstinado, y que no se quiere doblar… Puede ser que ellos te escuchen y que luego no tengan en cuenta tus palabras, que son Mías. Son una casa rebelde, pero a lo menos sabrán que en medio de ellos hay un Profeta. Así pues, tú no tengas miedo, ni te espanten sus discursos, porque son incrédulos… Repíteles Mis palabras, te escuchen o no te escuchen. Haz lo que te digo; atiende a lo que te mando, para que no seas rebelde como ellos. Por esto, come de lo que te dé”. Jesús terminó de recitar las palabras de Ezequiel y continuó explicándoles Su Misión. Dijo que Él había venido, que no se hacía ilusiones, porque ellos pretendían elevarlo a la categoría de triunfador, pero Él cumpliría con fidelidad la voluntad de Dios. “Si queréis os diré las palabras que el Espíritu ha puesto sobre Mí”. Ellos están muy emocionados, pues nunca han visto expresarse así a los rabbíes de Judá. Preguntan al Maestro por Su nacimiento, y así contrastar con lo que está escrito. “Nací en Belén Efrata, de María de la estirpe de David, por concepción espiritual. Creedlo”.
Jesús está magnífico al hablar de la Virginidad de María, Su Madre. Ellos confirman la grandiosidad del Rabbí, y se dan cuenta de que Jesús es el Mesías. Le piden que vaya con ellos al pueblo de Siquén, y luego siempre recordarán que un día entró allí la Luz del Altísimo. Reconocen con humildad su origen, aunque nacieron del mismo Tronco. (Su historia comienza con la división de Israel, con su capital Siquén. Al sur se situó Judá, con Jerusalem como capital. En 536 a. de C., los judíos regresaron del exilio y comenzaron a restaurar su religión. Los samaritanos del norte quisieron unirse a ellos, pero estaban contaminados, impregnados de dioses falsos desde el tiempo de Salomón. Esto fue motivo de escándalo para los habitantes de Judá, que dejaron de considerar a los samaritanos como judíos. Éstos no eran de pura raza judía y tenían una religión mixta. De ahí que los judíos odiasen a los samaritanos. Y el Rabbí quiere atraerlos de nuevo al judaísmo. En la parábola del buen samaritano, que atiende a aquel hombre malherido por el camino de Jesusalem a Jericó, después que un sacerdote y un levita habían dado un rodeo para no socorrerlo. Sin embargo el samaritano actúa con gran misericordia y se hace cargo hasta de sus gastos posteriores, Lucas,10,29-37).
Entonces el samaritano Le dice a Jesús que cuando ellos atraviesan las tierras de Judá o Galilea, no todo lo que ven es bueno, que ellos no son tan caritativos como se presume. Jesús le da la razón, pues los judíos no deberían haber actuado con maldiciones, sino que tenían que haberlos atraídos de nuevo a la Ley con ejemplos santos. Todos los que escuchan están de acuerdo en la sabiduría del Maestro. Han llegado a la ciudad. Piden al Rabbí que por Su bondad y ya que Él es el Mesías Restaurador del Reino de David, reúna a este cuerpo separado. El Señor tiene la misma intención que ellos: La Unión. Los samaritanos se preguntan si encontrarán agrado ante los Ojos de Dios, o serán unos leprosos. Jesús les contesta citando de nuevo a Ezequiel: “ Todas las almas son Mías, tanto del Padre como del Hijo, Y sólo morirá el que cometa pecado. Si un hombre es justo, no idólatra, si no fornica, no roba, no es usurero sino que tiene misericordia con los demás, será justo a Mis ojos y vivirá una vida verdadera. Y no sería justo que alguien cargase el pecado de otro. Quien peque, morirá. El Señor, Dios único dice: “no quiero la muerte del pecador, sino que se arrepienta y tenga la vida”. Por esto Él Me mandó a los hijos extraviados. Yo soy la Vida, quien cree en Mí y en el que Me envió, tendrá vida eterna”. Han llegado a casa del samaritano. El hombre le pregunta si no siente horror por entrar. “Sólo tengo horror al pecado”.- “Entra, descansa y parte el pan. Y luego, Señor, podrías enseñarnos la Palabra de Dios, que estamos inseguros y la necesitamos”. Jesús les invita a que se acerquen a la Verdad. “Anochece. Mañana temprano os hablaré. Id con Mi Paz y Misericordia”. Al día siguiente se reúne el pueblo entero en la Plaza. Algunos discípulos no están a gusto, rechazan a esta secta, pero Jesús está a Sus anchas, satisfecho y feliz. A todos contesta cuando Le hacen preguntas particulares.
Un hombre Le pide consejo. Su hija se escapó de casa por amor, pero ahora ha vuelto y quiere que la perdone. Él dice que no puede, que sufrió mucho y tiene una herida abierta. “Perdónala. Se fue enferma del espíritu, no la dejes morir. Y si la maldices, es que no la quieres de verdad. Ábrele tu corazón y ten paciencia con ella”.
Una mujer viuda Le consulta si debería casarse con su cuñado, que cuidaría de sus tres pequeños. Él le dice que sí, y que sea una esposa fiel. Otro, sin embargo, quiere ir a Antioquía para un trabajo que le ha ofrecido un hombre pagano, está dudoso, pues piensa que podría contaminarle. “Vete, y con ello harás que conozca al Dios verdadero con tu ejemplo”. Y como todos esperan en la Plaza para oírlo, comienza a hablar. “Sé que vuestros corazones lloran de dolor desde hace siglos. Sé que habéis recibido muchas injurias. Pero Yo soy la Justicia y la Sabiduría, y quiero solucionar vuestro dolor. Recordad de nuevo a Ezequiel, que como Profeta habla de Samaría y Jerusalem. Las llama “hijas de un solo seno”. Una cayó en la idolatría por estar privada de ayuda espiritual, al no haberse unido con el Padre de los Cielos, para su salvación. Cambió la Riqueza y Sabiduría de Dios por otra pobre riqueza y sabiduría inferior a Dios, y se hizo esclava de la pobreza. Se hizo débil, se confundió. Una imprudencia, pues perdisteis el buen nombre. La otra parte, que tenía al Dios verdadero no ayudó a la que había caído en el pozo, de ahí que Dios le volverá las espaldas. Y hoy lo está haciendo, pues ha venido a los que no son de Judá, a vosotros. Dios abre los brazos a todos, pero si Le dicen ¡vete!, Él se va a buscar a los que Le invitan a que se quede. ¡Volved a Dios que os invita con amor! Si sois sabios, corregiréis vuestros errores. Mirad a Dios, pues el Cielo es la Patria de todos los espíritus rectos. Sólo hay una Ley: La de Dios. Decid a Dios “no queremos pecar más”. Dios envía a Su Verbo porque os ama. Vendrá un día en que os alegraréis de no haber estado en el Templo. El perdón de Dios se esparcirá por Samaría. Venid al Salvador Universal, pues vais por un camino equivocado”. Algunos insisten en que los de Jerusalem no los quieren. “Pues Yo os digo que uniré la Tribu de Israel con la de Judá y haré una sola Vara. (Como dice Baruc 2,11-4: así dice el Señor “doblegaos y servid al rey de Babilonia, para seguir habitando la Tierra que di a vuestros antepasados. Pero si no escucháis…Yo haré callar en las ciudades de Judá y en Jerusalem, las canciones alegres y bulliciosas… Y todo el país quedará convertido en un desierto sin gentes…). Jesús continúa:”No es al Templo donde debéis ir, sino a Mí. El Rey de Reyes soy Yo. Purificaré a todos los que queréis ser purificados. Os juntaré, pues sois rebaños sin pastores y con ídolos falsos. Yo soy el Buen Pastor, en un Tabernáculo Único, que será fuente de vida, pan de vida, luz, salvación, protección y sabiduría. Se os dará el Viviente, que en forma de comida hará revivir a los muertos. Él será el Dios que con Su santidad, santificará a todos… Ha pasado el tiempo del odio, la incomprensión y el temor. Ven, Pueblo separado, afligido, querido Pueblo de Israel, enfermo y desangrado. Ven a la Vida y a la Salud…”. Jesús ha terminado Su discurso. Se despide de los samaritanos de Siquén, pues tiene que evangelizar por otros lugares. Les vuelve a referir a Baruc, antes de irse, Profeta predilecto del gran Jeremías, el más grande de los Profetas. “Baruc habla tomando vuestras almas para que Dios las escuche. No sólo las almas de los samaritanos, también de los pueblos gentiles, que no saben, no conocen al Dios verdadero ni cómo ir a buscarlo. Pero el hombre lleva en sí una esencia divina; el Espíritu que le hace ir hacia una vida santa. Cuando el hombre se rebaja a nivel de la bestia, se convierte en un bruto. Cuanto más conozcáis la Ley, más conoceréis a Dios. Fijaos como ora Baruc: “Míranos, Señor, desde Tu santa Morada, inclina tus oídos y escúchanos. Abre Tus Ojos y piensa… que rendirá honra y justicia al Señor el alma afligida… que camina débil con los ojos entristecidos. El alma que tiene hambre de Ti, oh Dios, la que Te devuelve gloria y justicia”. Y Baruc llora con humildad, como cada uno debe llorar por las desgracias de un pueblo que era fuerte y ahora está desolado y dividido. “No escuchamos Tu voz y has cumplido Tus palabras, que nos dijiste por medio de tus siervos los Profetas”… Y el Templo en el que se invocaba Tu nombre ha sido reducido a la nada, por la iniquidad de Israel y de Judá. ¡Oh, hijos del Padre! Un árbol que el rayo ha dividido desde la cima hasta las raíces, no puede sobrevivir. La resquebrajadura que empezó con la separación, se rompe cada vez más… Hijos de Israel, llorad Conmigo, vuestro Salvador. Mi voz levante las vuestras y penetre hasta el Trono de Dios. Quien ora con Cristo, Hijo del Padre, es escuchado. Y volvamos a Baruc:”Ahora, Señor Omnipotente, oh Dios de Israel, todas las almas llenas de angustia, todos los corazones llenos de ansiedad, gritan a Ti. Escucha, oh Señor, y ten piedad, que eres un Dios misericordioso, porque hemos pecado delante de Ti… escúchanos. No escucharon la voz del Señor y a nosotros nos han sobrevenido sus desgracias…Ten piedad”. Quiero que oréis de este modo. Volved a la Sabiduría de Dios que se encuentra en el Libro de los Mandamientos, y en la Ley. Yo, el Mesías de Dios vengo a los pobres del mundo para anunciarles la Buena Nueva, la Redención y el perdón, el amor y la paz… Os dejo, habéis sido buenos con el Mesías de Dios. Os doy MI Paz”. Están entusiasmados, no quieren que se vaya. “Bendito seas, Maestro bueno”. Y lo acompañan a la salida del pueblo. Jesús camina solo en Sus pensamientos. Detrás los discípulos cuchichean, pero Jesús está al tanto, se vuelve y comenta un refrán:”Quien mira a los vientos, no siembra, y quien se pone a mirar a las nubes, jamás cosecha”. No olvidéis que soy la Misericordia misma. Tomás Le dice que ellos no pidieron milagros, pero Jesús le responde que la máxima muestra de fe es decir “Creo”, y que ellos comprenden mejor a Dios. “Lo veréis cuando evangelicéis en el futuro, que los sencillos comprenden mejor”. Le piden que no se eche más odio a Sus espaldas, pero Jesús responde que Él es Amor para todos, incluso para el Sanedrín. También Felipe agrega que son gente idólatra, que no respeta la Ley. “Hago Misericordia, estad tranquilos”. Se han dado cuenta que les sigue de lejos un hombre con un fardo al hombro. Jesús va a su encuentro sin demora, por ver si quiere algo de ellos. Pedro no deja solo a su Maestro, lo cuida como a un hijo. El hombre se sincera, dice que lo que lleva es a su mujer, casi muerta y hecha una madeja de huesos. “Señor, la llaman endemoniada. Tengo mucho dolor, he gastado lo que tenía en médicos”. El desgraciado la tiende en el suelo. Jesús le pregunta si él cree que pueda salvarle. “Sí, Maestro, porque eres el Mesías”. Jesús le dice a Pedro que observe la gran fe de este infeliz, y Pedro se siente abrumado, sin respuesta. La mujer se convulsiona, grita, se lamenta, emite un alarido estentóreo, abre los ojos y se despierta de la pesadilla. Sonríe confusa a todos. El marido la acaricia y la abraza entre lágrimas. “Es el Mesías quien te ha curado. Dile que Lo amas”, y así lo hace. Ya se marcha Jesús, los ha bendecido y ellos a su vez, bendicen al Maestro. Los discípulos no hablan. Lejos viene la mujer del pozo. Se acerca y pregunta humilde por el Maestro. “Soy un alma con necesidad de Él”. Jesús regresa con Andrés y Simón de buscar algún sitio donde descansar y pasar la noche. Ella Lo ve y se arroja a Sus pies. “¿Qué quieres de Mí, mujer?”, pregunta el Rabbí. “Tu ayuda, Señor. Soy muy débil y no quiero pecar más. Dime qué debo hacer. Soy fango, pero Tú vas a las almas pisando el polvo del camino”. Llora con desconsuelo. El Maestro le dice que no puede ir con ellos. “Vendrá el día en que podrás estar cerca de tu Redentor y aprender de Él como lo harán también otras mujeres. NO TENGAS MIEDO. Ahora debes volver a casa, y la bendice. La mujer se despide del Señor con toda reverencia y respeto, y se vuelve para Sicar (Siquén) confortada. BIBLIOGRAFÍA: Poema del Hombre Dios, María Valtorta, t. III; Eze. 37,19;37,15-28;Deut. 10,17; Baruc2, 11-4; Ecle.11,4; Ecle.35,12;1,13.