Opinión

Jesús calma la tempestad

Me preguntaron mis amigos de la cafetería por Jesús de Nazaret, ¿quién Lo mató? Yo les expliqué con tranquilidad que la muerte se debió a una crucifixión por parte de los romanos, porque era la muerte que ellos practicaban a los que consideraban culpables de algún asunto. El pueblo judío usaba la lapidación cuando tenían que ejecutar una condena. Que leyesen a Isaías, donde podrían obtener mayor información”. Me dijo además que se preparaban para el Pesaj, el Paso, la Pascua judía, y estaba limpiando toda la casa como es la costumbre en estas fiestas. Llegó Meir para bajarle las cortinas que tenía que lavar. Traía dos felafel riquísimos calentitos. Se los comieron mientras esperaban que terminase el lavado para volverlas a colocar. Tuvieron muchos temas que comentar por lo que se les hizo rápido el tiempo de espera. “¡Qué bien hemos comido, mamá!” Una comida tan sencilla y se les había convertido en un manjar exquisito. EL felafel se prepara con una torta de pan sin miga, que se rellena por dentro con verduras troceadas y albóndigas pequeñas, crujientes, de garbanzos molidos sazonados con especias. “Y luego vino mi hijo Morde a traerme un video sobre la fiesta del colegio de la niña. ¡Era increíble! Las niñas representaron con canciones toda la Historia del Pueblo de Israel. Por eso no me canso de decirte que vivo en un país que todo lo que hace es para bendecir al Señor en todo momento, de cualquier manera, donde el bienestar de los hijos supone la comodidad de los padres. Hemos pasado el día del ayuno de Esther, Purim. Leímos el libro de la Reina dos veces, este nombre significa Hadasa, una planta muy bonita, que tiene una flor pequeña y olorosa. Algunos judíos que vivían en la cautividad de Babilonia pudieron volver a Israel, otros decidieron quedarse en tierra extranjera, como Mardoqueo, de la tribu de Benjamín, con su sobrina Esther, que habitaban en la ciudad de Susa, capital de Persia, y eran fieles observantes de la Ley de Moisés. El rey Asuero la vio tan bella, que se enamoró y casó con ella, y este hecho serviría más tarde para la salvación del pueblo judío. Este rey es Jerjes I, según los cronistas griegos y comprobado con exactitud por la histiografía posterior, tercer sucesor de Ciro, que gobernaba desde India hasta Etiopía. Después de algunas vicisitudes por culpa de Amán el primer ministro enfadado porque Mardoqueo doblaba la rodilla cuando él aparecía en público, hizo creer al rey que los judíos eran sus peores enemigos, y con ello consiguió un real decreto que los condenaba a morir en un solo día. Mardoqueo contó a su sobrina lo que sucedía, y le rogó que hablase con el rey para pedirle misericordia por sus hermanos judíos. La Ley prohibía bajo pena de muerte presentarse ante rey sin haber sido llamado. Esther había fortalecido su espíritu con oración y penitencia, y seguida de sus damas de honor se presentó en la sala de los homenajes. Él se enfureció y ella se desmayó. Entonces el rey corrió hacia su esposa y la tranquilizó con ternura, manifestándole su cariño. La escuchó y le concedió cuanto pedía… Ella salva a su pueblo de una muerte segura. Para los cristianos Esther es figura de María, que no cesa de mediar ante Su Hijo para obtener el perdón de nuestros pecados.”… Jesús se encamina hacia las afueras de Mágdala donde viven los más pobres. Encuentran una casa con huerto bien cuidado, de donde sale una madre con su pequeño. Jesús pide a la mujer que les deje descansar allí, pues hace mucho calor y están cansados. Ella les hace pasar, y muy amable, les ofrece una cántara con agua. Zelote pregunta al Maestro si Magdalena estará arrepentida de lo que ha hecho. “Más de lo que te imaginas”, Le responde. La mujer quería que Jesús hablase, pues se había enterado de lo ocurrido en la casa de María. El marido está en el mar, es pescador, y ella trabaja mucho, apenas puede salir de casa, ya que cuida de cinco hijos. “Lleva tu cruz con paciencia”; pero ella le enseña las manos llenas de ampollas y se queja de que algunas mujeres han nacido sólo para el gozo. El Rabbí le explica que esas mujeres son infelices en el fondo de su corazón. Saben que el mundo las desprecia, y su conciencia no las deja vivir. “No envidiéis su apariencia, ni su frescura. Ni su fingida serenidad. Tú eres una madre honrada que sueña con educar a tus hijitos, y ellas tienen pesadillas, saben que en su vejez los remordimientos no las dejarán en paz”. La pobre Le pide perdón y también permiso para quedarse junto a ellos mientras descansan en el huerto. “Sí, y escucharas una hermosa Parábola. Vosotros dudáis de que María se convierta y vaya hacia el Bien, ya que no se ven los signos. Parece una desvergonzada sin pudor alguno. Ella se reía con desprecio cuando le llamabais la atención. Pero aunque Lázaro es Mi amigo y lo quiero, no puedo forzar el alma de nadie, las almas deben hacerse por sí mismas. Yo paso, arrojo la semilla, y ésta trabaja en secreto. Si la primera semilla no sirvió, se siembra otra y otra. Y sólo se deja de hacerlo cuando hay pruebas seguras de que es inútil sembrar. Se reza, pues la plegaria es un rocío que cae sobre terrones duros, hasta que se ablandan, y entonces germina la semilla. Escuchad otra parábola sobre el trabajo que Dios hace en cada corazón, para fundar Su Reino. Cada corazón es un pequeño Reino de Dios. Después de la muerte, estos pequeños Reinos se juntan y forman un solo Reino de los Cielos. El Sembrador crea Su Reino en los corazones. Pasan los días, las noches. Hay sol y lluvias. La Sabiduría Divina habla al espíritu. Dios nos llama con toda Su Luz en medio del silencio, y el alma se recoge y medita. La semilla echa raíces y salen las primeras hojitas. Luego la planta se hace fuerte. Cuando la espiga está madura viene el Sembrador y la siega. Mi Palabra realiza el mismo trabajo en los corazones, pero el efecto es lento. Como la planta, el corazón es duro y trabajarlo es laborioso, causa fatiga. El corazón debe esforzarse con humildad para crecer y dar espigas, hasta convertirse en grano. Pero el corazón debe entregarlo todo, despojarse de su crueldad y dureza a fin de conseguir los bienes Celestiales. La vida del pecador que llega a ser santo es la batalla más larga, heroica y gloriosa que existe. Con esto debéis comprender Mi comportamiento con María. ¿Recuerdas, Mateo que así Me comporté contigo? ¿Qué te movió más, mi paciencia o la acritud que tuvieron contigo los fariseos?- “Señor, estoy aquí gracias a Tu paciencia. Ellos hacían que me sintiera despreciable. Si en lugar de un insulto recibimos una caricia, entonces vienen las lágrimas”. No está la mamá, Jesús pregunta por ella, pues había salido sin hacer ruido a recoger el resto de los pequeños que cuida su suegra. El mayor de diez años está allí escuchando al Maestro y luego Le dice que él quiere ser bueno. Es curioso, en todos los Apóstoles ve el chiquillo rasgos de bondad, excepto en Iscariote. “Si dices que soy bueno te regalo una moneda”. Pero Benjamín le contesta que supondría comprar una mentira si aceptase el dinero. “No se puede obtener dinero con engaños”. Y dice a Judas que le da miedo mirar a sus ojos. “Tú eres malo”, agrega el pequeño. Jesús lo acaricia en silencio y los demás se ríen de la ocurrencia. Ha llegado la madre con el vecindario del barrio. Desean escuchar a Jesús antes de que se marche. “Escuchad, este pequeño ha dicho una gran verdad: no se pueden obtener las cosas con engaños; su mamá le enseñó una Verdad Eterna. Cuando se actúa con mentiras, sin honradez, se hace una alianza con Satanás. Conseguir el Reino de los Cielos es una labor silenciosa. Fijaos en la semilla de mostaza que siembra el hombre. Se hace fuerte, frondosa y da muchos frutos; el ciento por uno. Pues así es el amor, en vuestro corazón se alberga esa semilla que ama tanto a Dios y al prójimo. Si actuáis con amor, no pecaréis contra la Ley. No seréis hijos ingratos, ni esposos adúlteros, ni estafadores, ni violentos. En esta hora calurosa ved los pajarillos cómo se refugian en las ramas de los árboles. Así es el amor, que encuentra siempre un sitio en el Reino de Dios. Con el amor y la sinceridad obtendréis la paz y la gloria de los Cielos. Pero si mentís y hacéis mucho daño con la mentira, vuestro fin será el Infierno. No os digo más, pero recordad que la Verdad es hija de Dios. Y así como la semilla va creciendo poco a poco, así vosotros debéis perfeccionaros en silencio y humildad. Con paciencia. Venced el egoísmo. El Reino de los Cielos se construye con las pequeñas acciones buenas de cada día. Sed compasivos unos con otros. Sed buenos y vivid en paz. Sin murmurar, sin juzgar a nadie. Recibid Mi paz y Mi bendición. Os agradezco mucho la fe que tenéis en Mí”. Jesús se despide de la mamá y de Benjamín con un cariño muy especial. El marido ha llegado y saluda al Señor emocionado por tenerlo en su casa. A él le exhorta a ser un buen esposo que cuide siempre de sus pequeños. Ya se marchan a las barcas. Jesús duerme ahora plácido en la popa, con Su cabeza inclinada sobre el brazo izquierdo. Pedro lleva el timón y Andrés cuida las velas. Está llegando la noche y se disponen para la pesca. Pero de repente, el sol se esconde, y en el cielo surge de improviso una negrura que amenaza tempestad. Quisieran volver de nuevo a la ribera, pero ya no les da tiempo, pues el viento azota furioso contra la barca. A pesar del revuelo y gritos de los Apóstoles, Jesús sigue durmiendo. La barca se hunde pues es más el agua que entra, que la que ellos pueden achicar. Pedro está nervioso y preocupado, va hacia el Maestro y Lo zamarrea para que despierte. Abre Jesús los ojos, tranquilo, observa lo que sucede. Una tromba de agua viene hacia ellos y se los va a tragar en un instante. “¿Tienes fe en que Yo os pueda salvar?”Pedro Le pide a gritos que sea ya. “¡Detente! ¡Lo ordeno!”, dice el Señor al agua. Todo ha vuelto a la calma, el monstruo se ha esfumado. Se abrazan a Jesús llorando. Comprenden ahora que el Rabbí sabía lo que iba a suceder, pero quería fortalecerlos en la fe. Si bien sabían que era el Mesías, el Gran Rabbí, también suponían que no era un experto marinero, por lo que siempre Le decían que estuviese sentado observando sus maniobras. En realidad eran unos ciegos espirituales. Jesús sintió gran amargura cuando Pedro dijo: ”¡Sálvanos!”, ya que demostraba con ello desconfianza en el Salvador, que siempre acude cuando se Le invoca. En esos momentos de desventura se dieron cuenta de que no eran nada. Se ratificaba lo que dice el Salmo: “si el hombre afligido clama al Señor, Él lo escucha y lo libera de sus angustias”. De nuevo se prepara el Grupo para travesar el Lago desde el noroeste al sudeste. Jesús, sin dar explicación alguna, dice a Pedro que atraque en Ippo, allí van a estar todo el día y se marcharán a Cafarnaum vencida la tarde. Pedro da la orden a Sus compañeros que no hablen con nadie sobre el Maestro. Jesús sube por un acantilado muy peligroso seguido de los Apóstoles, hasta llegar a una meseta con encinas donde está comiendo una abundante piara de cerdos. Creen los Apóstoles que no van a poder pasar, pero el Maestro les indica un senderillo por donde seguir evitando la suciedad y el mal olor. “Que Dios os recompense por vuestra cortesía”, dice Jesús a los cuidadores, que son muy pobres, famélicos y con aspecto de abandono. Ellos se extrañan que un judío los haya tratado con tanta delicadeza. Han llegado a una gran altura desde donde se observa el Lago y las ciudades que lo circundan. Tiberíades es la ciudad más hermosa y rica de todas, con abundancia de terrenos fértiles y pajarillos silvestres jugueteando entre las ramas de los frondosos árboles. Se ven algunas cavidades en las paredes montañosas, donde, aunque parezca increíble, viven todavía personas con vida prehistórica: son trogloditas. Zelote señala a Gamala, (ciudad por los Altos del Golán, que desde la edad del bronce sirvió como fortaleza de los seléucidas en las Guerras Sirias. Las ruinas se encuentran cerca de Nazaret. “Tiene una áspera bajada”, dice Flavio Josefo). Zelote cuenta que él se refugió por allí cuando enfermó de lepra,. “Regresé a Siria, pero me seguían para capturarme, hasta que lentamente pude bajar al desierto de Tecua (a unos veinte kilómetros de Jerusalem), y de allí, al Valle de los Muertos”. Todos están horrorizados al ver aquellos parajes tan peligrosos y escarpados. Juan dice que los bandidos se esconden en esas tierras inhóspitas y son mejores que el Sanedrín que los persigue. Jesús le contesta que sin embargo han sentido asco ante los cerdos, y sin embargo, ante los hombres malvados no sienten repugnancia. “Los animales son animales, pero el hombre es responsable de sus actos. Debéis evitar los vicios que envilecen al hombre. Pensad en las orgías lujuriosas que hacen los paganos en honor a sus dioses. Quien sabe que es hijo de Dios ha de saber controlarse también, y ser prudente, pues su fin es el Cielo. Hay incluso comidas que producen indignidad en el hombre y le llevan al apetito carnal desordenado. Debéis saber controlar este desorden. El amor entre esposos ha de ser honesto. Hay justos e injustos entre los cuidadores de cerdos y los escribas”. Jesús parece sorprendido porque se están derrumbando piedras desde lo alto. Son dos poseídos que vienen como locos hacia ellos. Aúllan. Uno de ellos se arrodilla ante el Maestro y le grita:” ¡Estás aquí Dueño del mundo! ¿A qué vienes Jesús, Hijo del Altísimo? ¿Por qué vienes antes de tiempo a atormentarnos?” El otro endemoniado parece mudo, entre dientes dice” ¡Déjanos ir!” Jesús se compadece de ellos.”¡Sal fuera, espíritu inmundo! Y dime tu nombre”. Mi nombre es Legión, somos muchos. Nos aprovechamos de estos dos para que blasfemen contra Tí. Rebajamos al hombre hasta ser menos que un animal, así Te hacemos daño. ¡Pero no nos arrojes, que el Infierno es horrible!” Jesús se muestra en plena majestad. Ordena con fuerza que salgan, pero ellos le ruegan poder entrar en la piara de cerdos. “¡Entrad!”. Se oyen aullidos que emiten los demonios al separarse de los cuerpos. Se van directamente a los cerdos, y éstos a su vez se comportan como auténticos diablos. Da escalofríos verlos como ellos se golpean, se muerden y chillan hasta que llegan al acantilado. Entonces caen despavoridos sobre las aguas, perdiéndose en las profundidades. Los porqueros están espantados, pues en un segundo han perdido centenares de cerdos. Jesús se encuentra  tranquilo:”Es mejor que perezcan esos animales antes que un solo hombre arruine su vida”. El Señor dice a Pedro que les den ropas para que se cubran. “Y que coman de lo que tenemos”. Los dos hombres están ahora tranquilos, comiendo de lo que les han dado. Preguntan a Jesús quién es. “Soy Jesús de Nazaret. Vuestra alma Me reconoció. Ahora marchad a vuestras casas”. Ellos tienen conciencia de haber sufrido mucho, no saben por qué se encuentran allí, dicen que son de Sidón al otro lado del Mar de Galilea. (En la actualidad, me comentó Myriam que por aquellos parajes donde el Señor hizo este milagro, llevan a gentes con problemas psiquiátricos y recobran mucha paz, algo inexplicable sucede y que nadie puede explicar). Viene gente del pueblo asombrada de lo que ha ocurrido. Piden a Jesús que se marche de allí, pues han perdido mucho dinero con la muerte de la piara. Jesús inicia la difícil bajada por aquella montaña tan escarpada y peligrosa, hasta que por fin llegan al Lago donde esperan las barcas. Se ven los cerdos ahora hinchados flotando en las aguas y creando un aspecto macabro y repugnante en el ambiente. Los recién curados quieren ir con el Señor, pero Jesús dice que deben volver con los suyos. “Hablad de lo sucedido, pues todos los que habitan estos parajes han de conocer al Mesías y creer en Él”. Los otros piden la Bendición como consuelo en la despedida. “Id en paz”. Las barcas se marchan, van a Tariquea, (que significa “pescado en escabeche”; los griegos llamaban así a Mágdala, pequeña población de Galilea, cerca del Lago Kinnereth o de Genezaret)  hacia el oeste. Los que miraban desde arriba comprueban que ya se marchan Jesús y los Suyos en las barcas, y se vuelven de nuevo a sus poblados.

BIBLIOGRAFÍA: María Valtorta, “Poema del Hombre Dios”Gén. ·3,16; Mt. 13, 31-32; Mc.4,31-33; Lc.13,17-19; Mt.8, 23-27; Mc.4,35-40;Lc.8,22-25; Mt.8,28-34;Mc.5,1-20; Lc.8,26-39; Gén.7,1-5;Lev. 11;20, 22-25;Deut. 14,3-21.

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