Un negocio familiar de Ceuta, de toda la vida. Ofreciendo comodidad y calidad a la gente del barrio. Así es el de Jesús María Román. Este emprendedor de 64 años lleva con su zapatería en Hadú desde 1985 ofreciendo productos marca España.
Padre de dos hijos y abuelo de tres nietos ha conseguido mantener su tiendecita abierta durante 39 años. Su mujer, África Hernández Castro, lleva con él desde hace unos veinticuatro años. Este negocio familiar impulsado por Román se ha convertido en la tiendecita más antigua de la barriada.
Cuenta Jesús que su pequeño rincón no es solo una zapatería. El hecho de tener que dedicarle la mayor parte de su tiempo, hace que sea una casa para su entorno familiar. Además del sofá en la trastienda, afirmó que sus hijos pasan más tiempo aquí ue en su casa. “Lo único que me falta ya es dormir aquí”, comenta.
Jesús Román trabajó durante diez años en un bazar. En el tiempo de Felipe González llegó a un acuerdo con el que era su jefe para un despido amistoso, por lo que pudo cobrar el paro y de esa aportación económica más un poquito de sus ahorros, pudo iniciar su propio negocio. Un camino en el que se adentró en solitario.
Jesús María Román: "Cada vez que ha subido un escalón el centro, ha bajado otro aquí en Hadú"
Aunque empezó con una tienda de deportes, cuyo nombre puede verse todavía en la fachada de su tienda, vio que no era un negocio de rutina diaria y su objetivo era una tienda familiar. “Para el hijo, la madre, la abuela, la nieta… un negocio para todos”, comenta.
Una tienda de marca España, algo con lo que está muy comprometido. De calidad y confianza. Además, Jesús es asesor de sus clientes. Pues no solamente vende zapatos. Sabe perfectamente qué zapato le irá mejor a tus pies para que vayas donde quieras sin preocuparte de las rozaduras.
Dice que gracias a vídeos de Facebook de los que se encarga su mujer, África Hernández, atrae a gente que suele ir a comprar al centro y que ese tipo de clientes viene “a tiro hecho”. ‘Calzados Jesús y África’ es el nombre de la página de Facebook.
De la relación con sus clientes, Jesús fue conciso y claro: “Yo sé que hay gente que me quiere. Lo mismo que yo los quiero a ellos. Aquí no veo clientes, veo personas conocidas, amistades. Gente que me aprecia y aprecio. Si alguien te da un euro para comer, debes ser agradecido”.
En su tienda se pueden encontrar principalmente zapatos de señora, en segunda escala de niño y en menos cantidad zapato de hombre, porque como bien dice Román, “por cada zapato que te compra un hombre, una mujer te comprará cuatro”.
La tienda de Jesús vende calidad, “el zapato es el motor del cuerpo. Un mal zapato a la larga te perjudica. La rodilla, la planta del pie… Yo sé lo que es poner un zapato en un pie y saber que ese zapato es tuyo. Yo nada más mirar los pies sé que zapato ofrecer para su comodidad”, expresa este veterano de zapatos.
En cuanto a las distintas etapas de su negocio, hizo hincapié en el tramo de tiempo de 1985 al 2000 como la época de oro.
Una vez pasado el 2000, aseguró Jesús, la tienda “pegó un bajón importante” ya que en Hadú no se ha hecho nada en condiciones. Cada vez que ha subido un escalón el centro, ha bajado otro Hadú”, denunció enfadado.
Hizo alusión a lo duro que es mantenerse como autónomo y quiso resaltar la siguiente frase: “A un autónomo nunca le darán una placa de reconocimiento por nada”. Su intención es denunciar lo asfixiados que están los emprendedores en España.
El dueño de la zapatería Jesús y África resalta que la falta de aparcamiento en la zona también influye en las ventas de los negocios. Además, la imagen de seguridad del barrio deja mucho que desear y eso hace que la gente sienta temor por venir a esta zona a comprar, cuando no tiene nada que ver con la realidad. “En el centro pasan más cosas que en Hadú” confirmó Jesús muy contundente.
En cuanto a la vida de su negocio, tras cuarenta años abierto, pronto cerrará sus puertas por su jubilación. Jesús confesó que su tienda le ha robado tiempo de sus hijos, y aún así, sabe que su cierre le va a costar un llanto. “Mi negocio nació conmigo y morirá conmigo”, comenta acerca de un posible traspaso.
Aunque sería posible si la compensación económica cubriera lo que él pagó en un principio.
El motivo por el que Jesús echará de menos su actividad en la zapatería es porque se encuentra a gusto con la gente.
“Aquí no vienen a comprar zapatos, viene gente con sus “cositas” y al final entablas una conversación, nos ayudamos mutuamente”, instó nostálgicamente.
Así es el negocio de Jesús, un negocio familiar de toda la vida que pronto, en uno o dos años, debido a la jubilación de Jesús Román, cerrará sus puertas.
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