Al ex arquitecto municipal Javier Arnaiz, recientemente jubilado, le hubiera gustado hacer mucho más antes de retirarse, pero confía en que las nuevas generaciones puedan seguir un legado de casi cuatro décadas dedicadas a una profesión que le apasiona. Su gran trabajo lo ha hecho merecedor de un reconocimiento tan importante como la labor que ha desempeñado a lo largo de su carrera profesional. Arnaiz recibirá este viernes una de las Medallas de la Autonomía por el Día de Ceuta 2022.
-Con casi cuatro décadas como arquitecto municipal y recientemente jubilado, ¿cuál es el valor que tiene para usted este reconocimiento en estos momentos?
–Yo creo que no es solamente un valor individual, porque en el Ayuntamiento no solo hacemos ciudad, no solo hacemos urbanismos, sino que también damos muchas licencias. La arquitectura de aquí es mucho de los arquitectos y ha cambiado mucho, hay arquitectos jóvenes, ha habido una generación nueva y yo creo que en este oficio de arquitecto el valor que puede tener más allá de una determinada persona, es más de un colectivo. A alguien había que dárselo personalmente y para mí es una satisfacción que haya correspondido a un arquitecto municipal que es realmente la persona que está en contacto con la sociedad y sobre todo con los ciudadanos diariamente y ese valor ha ido cambiando, no es el valor que podía tener un comportamiento en los años ochenta. Nos hemos ido amoldando y hay una nueva generación de arquitectos que van a sucederme en el Ayuntamiento, de los cuales estoy muy orgulloso y espero también que a ellos en un futuro les puedan dar la medalla.
-¿Cómo se siente sobre ese día?, ¿cómo se prepara?, ¿quiénes lo acompañarán a recibir el reconocimiento?
–Hay dos colectivos que son las fuerzas de seguridad del Estado y del Ayuntamiento, hay un colectivo también pedagógico que ha padecido mucho con el covid, y luego hay personas individuales. Los colectivos son las fuerzas de seguridad y están diciendo que se la están dando (la medalla) porque son un pilar de la seguridad y el Ayuntamiento es el que pone los cimientos para esos pilares de seguridad.
Entonces en el trabajo que he hecho a lo largo de los años si hay una cosa que no he terminado de rematar es que no he podido hacer el informe técnico de los dos grandes equipamientos que verdaderamente el Estado tenía la obligación de hacer hace mucho tiempo, que es el cuartel de la Guardia Civil que sufrimos mucho por derribarlo, pero ahí está, se gastó un millón de euros en hacerlo y todavía la Guardia Civil está viviendo en unas instituciones deplorables, en un edificio de los años sesenta, una casa cuartel que está en Hadú.
"Me costaba más salir del Ayuntamiento porque me ponía a dibujar, a hacer las cosas"
Eso y así mismo, el Ayuntamiento le dio a la Policía Nacional un solar para que hicieran la casa de la Policía Nacional. Me hubiera gustado sobre esos proyectos obligatorios que tiene el Estado con un compromiso con la Ciudad de sacarlos, haberles podido hacer el informe técnico y sobre todo desde el Ayuntamiento haberles podido dar licencia y que estuvieran en construcción. Lo que hay que hacer son obras, por eso no me gusta hablar, sino hacer cosas y a lo largo de estos treinta años que es lo que he hecho.
–¿Contrario a lo que acaba de plantear, ¿qué ha sido lo más satisfactorio durante todos estos años de carrera?, ¿qué es lo que más orgullo le ha dado?
–-Eso es como decirle a una abuela que decida cuál de sus nietos es el más guapo. Es el trabajo cotidiano con los ciudadanos, como se va cambiando la sociedad, como tienes que acoplarte a esa sociedad, no ser egoísta en cuanto a saber que los arquitectos son como Dios, que creas cosas. Un Ayuntamiento es la casa del pueblo, la casa de todos los ciudadanos y tienes que estar al servicio de ellos siempre.
Me han gustado trabajos en el Príncipe, por ejemplo, donde estuve cinco años e hicimos un plan especial, un proyecto de urbanización con fines y objetivos que tienes a través de ese plan especial. También el tema de catálogo de edificios a proteger, la ciudad aunque parece más antigua pues es mucho más moderna y esta arquitectura ecléctica que hay desde los años del 20 al 40, necesita ser protegida. Entonces, en el nuevo plan que hemos hecho se catalogan y se dan unos niveles de protección grandes. Hay que trabajar mucho sobre ese catálogo de elementos protegidos y sobre todo por los grandes elementos de Bienes de Interés Cultural como pueden ser las Murallas Reales, las Murallas Merinidas, la Catedral de Ceuta .
"Hay una nueva generación de arquitectos que van a sucederme, de los cuales estoy muy orgulloso"
Yo me he luchado mucho por las Murallas Reales porque es sístole y diástole de lo que el engarce de la ciudad burguesa de la Almina y del centro con el campo exterior, eso hay que resolverlo, tanto a nivel circulatorio como dotándole de cosas. Y luego he hecho algunas obras como el tanatorio, esculturas en el cementerio, hice la torre de control del Puerto, que digo no es que hice, sino que hemos hecho porque una obra no es de un solo arquitecto, las obras no son de una sola persona, sino de un colectivo y de los ciudadanos que son los que la disfrutan.
–¿Con esos proyectos que quedan pendientes, ¿cuál es el mejor consejo que le puede dar a las nuevas generaciones, a las generaciones que vienen de relevo?
–-Por lo menos los que están de servicio que no vayan a intentar imponer su gusto porque eso es como el pantalón campana, pues en un momento te lo pones pero pasa de moda. Siempre hay que ser muy comedido en las formas de actuar.
–¿En la parte más personal, ¿qué es lo que más le gusta de ser arquitecto?, ¿toda la vida supo que quería ser arquitecto?
–Es una metamorfosis como en los animales. Yo vengo de una familia de militares Marina, casi todos han sido marinos mercantes, pero por parte de mi madre sí han sido arquitectos, ingenieros e incluso militares también, ingenieros militares, y en principio quería ser cabezudo, yo estudié aquí y el amigo mío en ‘los Agustinos era’ Juan Vivas, pero para estudiar el Bachillerato mi padre salió fuera y opté por ir de interno en Santander a un patronato y ahí estudié todo el Bachillerato hasta los 16 años, luego ya fui a Madrid a prepararme un poco para arquitectura.
Pero en ese patronato yo tenía una persona que daba Arte y fue el que me metió un poco el cantar en esto, y fue a partir de ahí con todo el dolor de corazón de mi padre, pero se solucionó porque como somos siete hermanos, dos o tres siguieron el tema militar y llegamos a la paz.
Para mí no ha sido un trabajo, me costaba más salir del Ayuntamiento porque me ponía a dibujar, a hacer las cosas y de hecho salía por las tardes a ver las obras aunque no tenía esa obligación funcionaria de todas esas horas. Aparte que luego te daban una ventaja y los primeros 15 años aquí hacías de todo, hacías la Feria, hacías los tapices para el Corpus Christi, estabas en todos los frentes estéticos, entonces se me ha pasado muy rápido todo este tema. Ahora estoy detrás de mi hijo para que me de un nieto para jugar al futbol. No ha sido un trabajo, para mí ha sido toda una satisfacción.
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