Es una de las calles más céntricas y conocidas de la ciudad. Decir Jáudenes es recordar el antiguo nombre por el que muchos aún la denominan, la ‘Calle Larga de la Santísima Trinidad’ o, simplemente, ‘Calle Larga’ que finalizaba en el Convento de los Trinitarios y que debe su actual nombre al geógrafo fallecido en nuestra ciudad en 1884, Ramón Jáudenes y Álvarez.
Una de las arterias principales de nuestra ciudad, se caracteriza por ser un importante punto comercial y gastronómico donde se dan cita numerosos bares en los que degustar la cocina local.
Junto a esta calle, Independencia, Gran Vía y Paseo de las Palmeras aglutinan la Asociación de Vecinos que preside Dayal Badammal y que, entre otras demandas, exigen medidas ante la alta velocidad que alcanzan los vehículos en la zona. “En Independencia los vehículos alcanzan mucha velocidad, tanto de día como de noche, y hay muchos accidentes”, denuncia. Como solución proponen la colocación de badenes a lo largo de esta calle, así como en Jáudenes, donde los coches tampoco aminoran. “Así los conductores se lo pensarán antes de cargarse el coche”.
También reclaman que el paso de cebra ubicado en la entrada Jáudenes, justo en la esquina, se traslade unos metros hacia la entrada de la calle, dada la escasa visibilidad que hay tanto para el vehículo como para el peatón. En cuanto a los semáforos de Independencia, Badammal reclama “que se mantengan más tiempo en verde para el peatón, porque apenas dejan tiempo para pasar”.
El reciclaje es una práctica al que no tienen acceso los vecinos de estas zonas. Entre las cuatro calles suman unos 22 restaurantes, cafeterías y bares y Badammal lamenta la inexistencia de contenedores de reciclaje, especialmente de vidrio. En Gran Vía, además, se queja de la imagen que ofrecen los contenedores de basura en pleno centro de la ciudad. “En otras ciudades hay una especie de cabina con puerta que se puede abrir y cerrar cuando se quiere tirar la basura. Es ridículo que esté así en pleno siglo XXI con todo lo que se podría hacer”.
Por otra parte, una de las calles de acceso desde Gran Vía hasta el Paseo de las Palmeras que termina en la Confederación de Empresarios se encuentra en unas condiciones nefastas. “Las escaleras están sucias, el suelo encharcado y los fines de semana aparece cubierto de vómitos y excrementos. Además hay poca iluminación. ¿Quién va a bajar por aquí?”.
Otro acceso que también requiere de una reforma son las escaleras que conectan Gran Vía con la plaza de Menahem Gabizón. “Imagino que el señor Vivas pasará por aquí ya que vive cerca y verá las grietas. Parece que ha habido un terremoto”.
El alumbrado de Navidad de éste y de los últimos años no es del agrado de los comerciantes, según apunta Badammal. “Es muy pobre y da pena porque sólo han iluminado el Mercado y en la zona comercial no hay nada, aunque esto sea el centro”.
La seguridad tampoco es la que desearían en la zona y es que “son muchos los robos que se están produciendo por aquí”. Badammal recuerda hechos como el atraco a un ciudadano en Gran Via con resultado de herida de arma blanca. “Necesitamos más presencia policial porque es insuficiente. Aunque se piensen que la inseguridad está en las barriadas, eso es incierto. El centro está cada vez peor y hay mucha delincuencia”.
Los árboles se han convertido en un problema en la calle Jáudenes. Sus ramas alcanzan ventanas y balcones e impiden la visión de los vecinos al exterior. “Llevamos muchos años pidiendo que los trasladen a otro sitio y pongan árboles más bajos y a una altura prudencial”, apunta Badammal. El problema se agrava en verano con la entrada de los mosquitos en estas casas. “Siendo una calle por la que pasan las procesiones, los vecinos no pueden ver porque los árboles les tapan la visión y eso lo sabe la Consejería, la Ciudad y la Federación de Vecinos y aquí nadie hace nada”, denuncia.
Andrés Serrano regenta La Trastienda un bar que comenzó en febrero de 2015 como una taberna andaluza que ofrecía ibéricos, salazones, ahumados y encurtidos, aunque posteriormente amplió su oferta con marisco y pescaíto frito. “Nuestra especialidad es la elaboración de platos con pescado azul, sobre todo con atún o bonito, con los que hacemos albóndigas o hamburguesas”, apunta Serrano. Y para el frío tampoco pueden faltar unas fabes o un puchero casero elaborado a fuego lento.
La cafetería Kroxan ha cumplido 20 años de existencia. Fue fruto de la iniciativa de Andrés Moreno, empresario de una tienda de ropa, que un día decidió escuchar los consejos de sus hijos y lanzarse al mundo de la hostelería. “Tengo buena clientela que, con el tiempo, ya se han convertido en amigos. Ofrecemos un buen servicio y estamos muy contentos”, explica.
‘Kroxan’ no se queda únicamente en los desayunos. En verano ofrece helados y prepara bocadillos para la playa, mientras que ahora para las fiestas navideñas no falta en este negocio los postres típicos de Navidad o el tradicional roscón de Reyes.
Hace tres semanas decidió trasladar su negocio a la calle Independencia. En su peluquería unisex, Manolo Pro ofrece una amplia variedad de especialidades, como son el corte de barba, tupé, degradados, contraste entre largos y cortos, en el caso de caballeros, mientras que para señoras, los distintos tipos de mechas, color y extensiones son lo más novedoso que ofrece.
“Lo bonito de hoy en día es que cada uno se acostumbre a ir cómo realmente le guste y sea fiel a él mismo. Eso es lo que yo intento: adaptarme a cada cliente, sacar lo que verdaderamente lleva cada uno dentro y expresarlo desde mi punto de vista”. Asegura que ser hijo de Manolo Pro, “lo llevo bastante bien, estoy muy orgulloso de que sea mi padre”.
Hugo Ruiz, chef y propietario de El Bugao, fundó el restaurante en 2010 y hoy en día sigue estando entre los restaurantes mejor considerados de la ciudad. Con 30 platos en la carta, 24 de ellos de pescado, Ruiz describe su cocina como “de mercado, aunque tenemos de todo, es cocina imaginativa aunque elaboramos nuestra carta acorde a la época del año, en función a los productos de mercado”.
Su especialidad es la coca de quisquillas cruda con pasta filo crujiente y el atún rojo.
El Mentidero es uno de los pioneros en hostelería de la calle Jáudenes. Hasta en dos ocasiones ha cambiado de ubicación, aunque sigue contando con una clientela fiel. En su carta de tapas se puede elegir entre montaditos y fritura de pescado, pero si el cliente prefiere puede sentarse en el restaurante o en el reservado de la zona superior y degustar las especialidades de la casa: cochinillo y pescado a la sal.
Iván Pérez y Sergio Montano son los franquiciados de Zbitt, una tienda especializada en telecomunicaciones, informática, telefonía móvil, tablets, servicio técnico o reparaciones. Hace siete años decidieron lanzarse al mundo empresarial con este negocio que ofrece “una experiencia de 16 años y asesoramiento”, apostilla Pérez.
El producto estrella son los equipos de game que montan pieza a pieza en la tienda. “Es lo que más se vende hoy en día. Algunos rondan los 2.000 euros. Hay todo tipo de productos especializados para los jugadores: ratones, sillas para game que son ergonómicas y con respaldo para cervicales. Son específicas para jugadores que se tiran muchas horas sentado jugando delante del ordenador”.
Fue uno de los primeros bares de tapas en abrir sus puertas en 2005. Hoy La Esquina Ibérica se ha consolidado como un lugar de encuentro con una amplia variedad de tapas, montaditos, tostas, así como una diversidad de ibéricos, acompañado de una amplia bodega. “Lo que más nos demandan es la tapa tradicional, pero también tenemos numerosos montaditos que nos piden mucho”, señala el propietario, Carlos Guerrero.
Para esta Navidad ponen a la venta directa tres lotes de ibéricos y bebidas de primera calidad.
Lo fundó hace cinco años Pedro Palenzuela y, recientemente, su hijo Daniel tomó el relevo del Restaurante Mesón Pedro. Ofrecen una amplia variedad de pescado, mariscos, carnes y guisos caseros. “Hemos ganado varios concursos de tapas y como especialidades tenemos el buñuelo de morcilla con manzana caramelizada, el esparraguito triguero a la plancha con bacon o carrillada, una receta casera de mi abuela”, explica Daniel Palenzuela.
Entre sus amplia carta de 35 platos, destacan arroces variados, el solomillo al Pedro’s o el centollo con manzanilla.
Además de las cuatro mesas en su interior, su terraza habilitada para invierno con tres calefactores y en verano con aspersores de agua permite al cliente disfrutar de la gastronomía de este restaurante al aire libre durante todo el año.
Mi llave es un negocio especializado en cerrajería: cajas fuertes, llaves de vehículos o viviendas. También afilan cuchillos y programan mandos de garaje, pero tampoco se quedan atrás productos como la caja fuerte. “Aconsejamos cajas de calidad porque es preferible comprar una que dure toda la vida. Pueden robar joyas familiares que quizá no tienen gran valor económico, pero sí sentimental y eso no tiene precio”, explica el propietario, Francisco Villanua.
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