No es su primer libro, pero sí el primero que escribe sobre un tema que, reconoce, le apasiona: la mitología ceutí. Así nace la última obra de José Manuel Pérez Rivera, reconocido arqueólogo y presidente de la asociación ecologista Septem Nostra. Una obra que presenta este miércoles en la Biblioteca Pública, a partir de las 20.00 horas, y que dará a conocer una visión totalmente diferente de la que nos han mostrado los libros de Historia sobre Ceuta.
¿Cómo surge la idea de dar vida a ‘El espíritu de Ceuta’?
–El libro empezó a gestarse a principios de 2015 cuando sentí la necesidad de plasmar una serie de ideas que habían surgido en mis paseos por la naturaleza ceutí y en mis lecturas sobre un asunto que siempre me ha interesado mucho: la mitología y el significado mitológico del Estrecho y de nuestra ciudad, la geografía sagrada... Esa es la primera parte del libro que se llama ‘El despertar’. Un segundo apartado es ‘El desvelar’, que habla sobre los símbolos del Estrecho y su significado en la antigüedad y la Edad Media y se corroboran desde el punto de vista arqueológico. Ese mismo año hice una excavación en la calle Galea y encontré una gruta sagrada donde, en el siglo XIII, se practicaban ritos relacionados con la fertilidad y, además de algunos huesos que hablaban de sacrificios de animales, apareció una pieza bastante singular, un colgante de plomo con la figura de una divinidad femenina, con las piernas arqueadas y como si estuviera dando a luz una flor.
¿Qué significado le dio a esa figura tan singular?
–Pues de alguna manera venía a confirmar ciertas ideas que tenían que ver con el significado del Estrecho y esto me permitió avanzar e investigar algunas cuevas cerca del Morabito, donde las mujeres musulmanas acudían a hacer ofrendas para solicitar la intermediación del santo que allí se veneraba. Me interesé por este tipo de rituales y un tiempo después, en una excavación en la calle Eduardo Pérez, dimos con un horno de forja, hecho de hierro y cobre, y a partir de intentar determinar los yacimientos donde extraían el material, volví al mismo sitio y dimos con varias galerías. Eso me permitió estudiar el significado alquímico del uso de los metales y avanzar en el significado más místico y mágico de Ceuta. La conjunción de los descubrimientos en ambas calles dio paso al último apartado que llamé ‘La epifanía’ y esbocé una lectura distinta de lo que es Ceuta.
¿Se puede hablar entonces de una Ceuta paralela a la que nos muestran los libros de Historia, una Ceuta mitológica y mágica?
–Pues sí, porque se conocen distintos mitos de la antigüedad, pero lo que este libro viene a poner de manifiesto es que hay una visión y una manera de entender el tiempo y el espacio en la antigüedad muy distinto al que tenemos hoy, donde predomina una línea recta y el pensamiento racional. Antes estaban influidos por los ciclos naturales y la imagen que predominaba era el círculo. Ceuta estaba situada en el extremo de Occidente, donde se consideraba que moría el sol y también donde se renovaba con más fuerza y esa sería la explicación de por qué en Ceuta hay muchos mitos de la eterna juventud, la inmortalidad o ya en la época medieval el mito de la fuente de la vida y cómo Moisés sale en busca de Al-Khidr, custodio de esta fuente, porque quien bebiera lograba la inmortalidad, y la ubican en el lugar de la confluencia de los dos mares, en la zona donde ahora está la fuente de la Victoria. Detrás de todos esos mitos siempre hay una lectura y una enseñanza más profunda y en este caso indica un plano intermedio entre el mundo material y el celestial. En Ceuta podemos orientarnos muy bien porque se reconocen fácilmente los puntos cardinales, que tienen un significado simbólico y arquetípico de enorme fuerza. La idea es intentar, a través de este libro, animar a hacer una profundización de la propia estructura interior del Estrecho y de Ceuta y ver la ciudad de forma más mística y espiritual.
El lector se va a encontrar una Ceuta diferente a la que conocemos ¿no es así?
–Sí, efectivamente. Hay mitos que se conocen pero no se han analizado desde una visión profunda del significado de que somos un macrocosmos y hay una repetición de unos esquemas que articula nuestro mundo interior.
¿Cuánto tiempo le ha llevado escribir este libro?
–He tardado cuatro años y precisamente el cuatro se repite mucho porque es un número muy especial. Es un libro donde se ve la evolución y eso lo voy plasmando en capítulos cortos en los que se van incrementando el conocimiento y la reflexión. Hay pasajes retrospectivos de cuando comencé a interesarme de pequeño por el mundo de la arqueología y otras partes que son más densas. El tema no tiene un principio definido ni un final. Dejo la idea de que esto es un primer avance y una visión que espero que otros investigadores quieran retomar en esta idea de aunar la ciencia arqueológica y la mística e intenten aportar su propia concepción de este lugar.
Es un libro que ha sido una sorpresa incluso para el propio autor.
-Pues sí. A finales del pasado mes cumplí 50 años y a mi mujer, Silvia, y a mis hijos se les ocurrió hacerme un regalo especial. Ella era perfectamente conocedora de que algún día ese libro pudiera ver la luz y contactó con la editorial Avant y empezaron a trabajar todo el verano en la corrección, maquetación, hablar con el prologuista, mi amigo el biólogo marino, Óscar Ocaña. Es un libro curioso porque está dedicado al propio autor.
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