Cada vez que escribo, entiendo que si a alguien le puede interesar lo que digo, es a alguien que tenga una cierta empatía y sentimiento de igualdad por los demás y que teniendo la opción de actuar en consecuencia, no duda en hacer lo más beneficioso para todos, dejando a un lado el egoísmo. Ojalá alguien me hubiese dicho antes lo que ahora comprendo. Por eso, este escrito está dedicado a todos los animales que compré y a todos los que creí míos sin pararme a pensar lo que estaba haciendo.
Se acercan las navidades y por estas fechas, comienza el ciclo de utilización para los individuos que se convierten en regalos. Hay quien piensa (como yo mismo creía antes), que no tiene nada de malo regalar o comprar un animal siempre y cuando se haga con responsabilidad; pero la realidad es que por definición, regalar a alguien es un acto de irresponsabilidad en sí mismo. Y no solo porque la mayoría de los animales regalados son posteriormente abandonados, no solo por las condiciones en las que se mantienen a las madres en las “fabricas de cachorros” o porque fuercen a las hembras a quedarse embarazadas para lucrarse a costa de sus hijos. No solo es, porque cada vez que compramos un animal, otro está muriendo en la más triste soledad. Comprar y regalar un animal, es una irresponsabilidad porque los animales no somos objetos. Porque la vida de alguien no vale lo que dicta un mercado y no es justo que una madre, sea de la especie que sea, se convierta en una máquina de hacer dinero a costa de la venta de sus hijos, porque irremediablemente la compra implica comprar un hijo que no nos pertenece. No deberíamos jugar con la vida de los demás animales ni ponerles precio, tratándolos como meras propiedades. Porque a no ser que pensemos en los demás animales como objetos, no hay ningún motivo para no adoptar o no ayudar a quienes lo necesitan, en vez de comprar. Ocurre, no con maldad pero ocurre, que queremos tener “animalitos” cada vez más pequeñitos, cada vez más “personalizados”, con un aspecto determinado, que reúnan ciertos requisitos y características, pero esto no es más que convertir a alguien en algo que satisface nuestra necesidades sin pensar las consecuencias de nuestros actos. Compramos animales de la misma manera que compramos un traje, pero no podemos comparar a un ser sintiente con un objeto inerte. Porque no solo son las condiciones en las que vaya a vivir dicho individuo, ni el cariño que estoy seguro que le daríamos, es el hecho de creer que alguien te pertenece por el simple hecho de pagar por él, es el hecho de convertirlo en sirviente. No deberíamos ser sus dueños, ni sus amos, tampoco deberíamos creer que son nuestras mascotas o animales de compañía. Podemos empezar a relacionarnos con los demás animales de otra manera más igualitaria, simplemente con pequeños gestos que nos unan a los individuos que lo necesitan. Podemos demostrar que el amor y el respeto, están por encima de cualquier característica irrelevante de quienes nos van a querer para toda la vida. No compres ni regales por capricho, ADOPTA por amor y justicia.