Categorías: Opinión

¿Somos diferentes?

Que como Melilla somos España, es algo indiscutible a ojos del derecho internacional. Hasta Marruecos lo tiene perfectamente asumido. No estaríamos ya aquí si el más mínimo argumento colonial hubiera jugado a favor de sus reivindicaciones durante sus 56 años de independencia. Sin embargo somos un hecho diferencial por mor de nuestras ‘especificidades’, cual una torre de Pisa, siempre con un equilibrio inestable.
No nos dejaron ni seremos jamás Comunidad Autónoma como los demás. Somos ajenos al espacio Schengen, por lo que los extranjeros que entran en nuestro territorio no pueden acceder a la Unión Europea si no tienen regulada su situación. Carecemos de una aduana comercial con Marruecos como cualquier país del mundo con su vecino, sencillamente por la rotunda negativa de ese país ‘amigo’, el que precisamente luego nos llama contrabandistas por lo que a diario les entra por el Tarajal. Nos dotan de un moderno hospital pero se nos colapsa por la presencia no de transeúntes extranjeros, sino de parturientas y demandantes de asistencia venidos expresamente de Marruecos para ser atendidos gratuitamente en él.
Parecía que con los recortes y determinadas manifestaciones del delegado del Gobierno podrían producirse cambios en tan anómala situación, pero no. Según el R.D. publicado esta semana todo seguirá igual. Sanidad continuará garantizando la atención en urgencias y embarazos a todos los extranjeros “en las mismas condiciones que los españoles”, “sin límites en la atención”, "al embarazo, parto y postparto", y sin tener en cuenta la situación en Ceuta y Melilla, en cuyos hospitales casi un 50 por ciento de las mujeres que dan a luz son marroquíes, y en los que se produce un auténtico aluvión de urgencias.
Hablamos de 17 millones de euros el coste de esos servicios en nuestra ciudad desde 2004 hasta 2009, último año del que hay datos, en este último por un valor global de 3.200.000 euros, como informaba nuestro periódico.  Señaló el diputado Márquez, tras entrevistarse con la ministra, que se recortaría ese desmadre. El delegado del Gobierno ahonda en que habrá un control en Urgencias y que, policialmente, lucharán contra las mafias que trafican con personas necesitadas de asistencia y escondidas en los pisos patera”. ¿Cómo? ¿Con las carencias de medios humanos y las mediocres infraestructuras de control de nuestro actual paso fronterizo por el que cruzan a diario unos 25.000 marroquíes? No me cuadra, no. A menos que esto fuera Gibraltar, donde no dejan pasar a las marroquíes con seis meses de embarazo, o bien las ‘invitan’ a volver a su país a medida que avanzan en su gestación.
Vamos a ver, que del vecino país los pacientes no son de paso, que vienen perfectamente organizados para ser asistidos y que, cuántas urgencias suyas están sirviendo de coladero para posteriores intervenciones o tratamientos. Curiosas en ese sentido las declaraciones del director del Ingesa melillense cuando aseveraba que la asistencia a los marroquíes “en ningún caso es gratuita”. “Se factura, aunque otra cosa es que sea de muy difícil cobro”. Difícil no, señor Robles, imposible. Una cosa es la puntual atención humanitaria y otra muy distinta la de hacer de primos o de quijotes. Mientras, a los funcionarios españoles en Marruecos se les niega esa asistencia, y si usted acude a un hospital de dicho país prepárese a pagar por adelantado hasta el último dirham. Aquí o se dicta una normativa correctora para estos abusos en Ceuta y Melilla o mal nos van a mirar desde la Península con la que está cayendo en los recortes sanitarios. Si como decía ‘Caballas’ el hospital se hizo con fondos comunitarios “a pesar de estar legalmente prohibido”, porque desde la Ciudad se argumentaron ciertos condicionantes relacionados con la presencia fronteriza europea con Marruecos y “las posibilidades que de ello se derivaban”, pues en mala hora se levantó dicho hospital. Para Ceuta exclusivamente nos habría bastado uno de la capacidad del anterior sin esa cada vez más fuerte presión asistencial marroquí. Pero claro, eso habría sido un lujo para ceutíes y melillenses, lo que es tan normal en cualquier otro clínico comarcal nacional. Que querían ir de almas caritativas de la sanidad del norte de Marruecos, pues que hubieran levantado un hospital español en Castillejos. Así de claro y de sencillo.
Marruecos, sí. Siempre en escena y el miedo a molestarle. Aunque con otra letra, una vez más la misma música. Y los ceutíes y melillenses aguantando el chaparrón. ¡País!, que diría Forges.

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