Murió a pocos metros de la orilla, en plena playa del Sarchal. La fría tarde del viernes 5 de enero Ceuta se estaba preparando para celebrar la Cabalgata de Reyes. Faltaban solo unas horas cuando a Ismail El Mghari se le paró para siempre la vida. Tenía 43 años. Deja mujer e hijos.
La fiesta y la tragedia se daban así la mano en dos escenarios opuestos. Su cuerpo, enfundado en traje de neopreno y aletas, fue recuperado por un vecino de la barriada sin que nada pudiera hacerse por sacarlo adelante.
No se puede luchar contra el destino de una vida cuyo final se basa en una suerte de imprevisiones, sin fechas ni avisos. A Ismail ese final le llegó cuando intentaba regresar a Ceuta a nado para seguir manteniendo económicamente a su familia.
El Tarajal se ha transformado en un particular muro tras la imposición del visado.
Este oficial de primera de albañilería ha pasado ahora a engrosar la lista de tragedias que marcan desde hace años la frontera sur. Por las manos de este marroquí nacido en Alnif y con residencia en Castillejos han pasado muchas de las obras que se han efectuado en nuestra ciudad en los últimos 20 años.
Él era uno de esos transfronterizos que formaba parte de la sociedad de Ceuta, uno de esos trabajadores que entraba y salía diariamente cruzando la frontera del Tarajal para cumplir con unas funciones que terminaban formando parte del tejido económico local.
Así durante toda una vida, como tantos otros pintores, obreros, carpinteros, trabajadoras del hogar… Gente humilde y trabajadora para la que Ceuta era su segundo hogar ya que prestar aquí un servicio suponía el sustento económico para sus familias.
Pero la pandemia terminó con todo aquello, con años de trabajo constante. Cerró la frontera e Ismail quedó atrapado a este lado del paso con más compañeros y el deber sobre sus espaldas de mantener a su familia con lo mejor que sabía hacer: trabajar.
Quienes le conocían lo recuerdan como un hombre “educado, humilde” y siempre presto a hacer las labores que le encomendaban.
Él era uno de sus trabajadores que se recuerdan por su voluntad y entrega, por su honestidad. Valores difíciles de encontrar hoy en día.
La vida de los transfronterizos nunca ha sido fácil. Muy pocos han tenido la suerte de regularizar su situación tras toda una vida de trabajos en nuestra ciudad. Ismail dejó años y años de la suya en cuantiosas obras pero nunca logró formalizar su situación.
Esa historia trágica que ha marcado la vida de muchos hombres y mujeres marroquíes también debe ser contada.
Las promesas que se hicieron para hacer valer de alguna manera el tiempo que estuvieron aquí trabajando se esfumaron. Se contaron muchas bonanzas que luego resultaron imposibles por las trabas empresariales y en Extranjería que siempre surgían.
Algunos amigos de Ismail obtuvieron asilo y ahora se encuentran trabajando en la Península. No fue su caso. Su historial de buen trabajador quedó atrapado para siempre en este mundo entre fronteras marcado por cuantiosas injusticias.
Había marchado a Marruecos añorando el cariño de sus niñas y esposa. Su regreso a Ceuta para seguir dándoles un futuro terminó a solo unos metros de la orilla de la playa del Sarchal, en una tarde de demasiado frío, ahogado.
La Guardia Civil ha constatado su identidad después de que este martes acudiera a la Comandancia un familiar que aportó la documentación.
Los sueños de Ismail se agotaron a pocos metros del Sarchal. Su historia, la de un padre de familia trabajador cuya meta era proteger y cuidar a su esposa e hijas, no quedará en el olvido.
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