Opinión

Irán, el gran abanderado de la causa palestina y una amenaza en la sombra

El Estado de Israel prepara una apremiante invasión terrestre a la Franja de Gaza en réplica a los ataques terroristas sin precedentes del grupo Hamás. El Gobierno de Benjamín Netanyahu procuró un ultimátum para que los gazatíes dejen la región, promoviendo un desplazamiento inevitable de más de un millón de palestinos. Como es sabido, el propósito militar israelí es acometer las posiciones de los comandantes de Hamás y presionar al grupo islamista para poner en libertad a los secuestrados, algo que en este momento es dificultoso para que se lleve a término. La posible intrusión de militares israelíes a Gaza y la carencia de suministros básicos para la urbe desde hace algunas jornadas, ha reproducido la reacción de buena parte del universo árabe que, al menos desde este relato, cree que la ofensiva inminente zarandea la línea roja.

“La posible intrusión de militares israelíes a Gaza y la carencia de suministros básicos para la urbe desde hace algunas jornadas, ha reproducido la reacción de buena parte del universo árabe que, al menos desde este relato, cree que la ofensiva inminente zarandea la línea roja”.

Israel venía entrelazando vínculos con Arabia Saudita y otros estados del Golfo por medio del pacto de Abraham inducido por Estados Unidos, pero la agravación del conflicto con los palestinos acabó por tirar por la borda este resquicio de restablecer la relación con los israelíes. No obstante, los sauditas se desmarcaron y plantaron el tono en el “necesario compromiso de ambas partes de proteger a los civiles atrapados por los combates”. Asimismo, reprochó a Israel por el corte de suministro del agua y energía eléctrica. Por otra parte, el involucramiento de la República Islámica de Irán es un riesgo a voces, sobre todo, si el escenario se descontrola en el Sur de la República del Líbano dominado por Hezbolá, otra organización terrorista que acude a las órdenes de Teherán. La celeridad de este frente pende de la disposición de Israel de acometer y de la predisposición de Irán para que Hezbolá responda, repitiéndose el conflicto bélico de 2006. De ocasionarse la ofensiva terrestre, los soldados israelíes pisarían nuevamente el enclave después de 2005, tras la retirada unilateral decretada por Ariel Sharon, algo sumamente peligroso, o se apresta para una batalla abierta con el grupo chiíta libanés Hezbolá en su frontera norte. Con lo cual, los recelos de cara a la presencia de nuevos ataques armados en el laberinto desencadenado en Israel entre las tropas de la Fuerza de Defensa de Israel y el grupo Hamás, se amplifican en medio de últimas operaciones desplegadas en los límites fronterizos de Israel y Líbano, que ha dejado al menos dos civiles fallecidos. Al mismo tiempo, la alarma se mantiene en la reciente ratificación por parte de Hezbolá de la muerte de uno de sus milicianos, a quienes lo describieron cómo un mártir, lo que hace presagiar reacciones ocasionales. En atención con algunos medios internacionales, las respectivas muertes sucedieron por cuenta de la irrupción con drones y artillería de Israel a blancos en zona libanesa, circunstancia que avivó la ira de este país que llevó la queja ante el Consejo de Seguridad de la ONU, señalando el quebrantamiento de su soberanía. Pero una de las grandes amenazas frente al avance de esta agrupación en el conflicto, sin duda, es el peligro de que las instigaciones en contra de este resulten en la apertura de otro frente de guerra, lo que fortuitamente podría operar con el patrocinio directo de algunos países de la región como el caso de Irán.

“La capacidad nuclear de Irán ha avivado un golpe de efecto en las relaciones de poder de Oriente Medio. Hoy por hoy, una amenaza nuclear contra Israel y los estados árabes por parte de Irán es existencial y posiblemente no pueda atajarse”.

Justamente, desde Irán han salido avisos que presagian que la ascensión del conflicto podría causar que esta disputa tome un cariz regional. En diversos puntos de control se han producido ataques armados de milicianos que portan armas cortas, lo que ha obligado a que los militares afronten movimientos improvisados para resistir y responder a esas acciones. Al igual que en el encaje que se libra en la Guerra de Ucrania, este contexto de colisiones está definido por el empleo de drones. Desde Hezbolá han afirmado el manejo de éstos para atacar blancos en Israel, esclareciendo que ello se originó en respuesta a las provocaciones de militares israelíes. Según medios internacionales, algunas de las intervenciones bélicas desenvueltas en la región, han empujado a que se inicie una convulsión migratoria de los habitantes locales que buscan evadirse de los medios violentos. Y es que, desde Beirut, el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Hossein Amir-Abdollahian, ha indicado que Israel podría padecer una sacudida de dimensiones desproporcionadas, si persiste con sus ataques sobre la Franja de Gaza, declarando que el régimen iraní podría entrar en la guerra si el ejército israelí ejecuta una contraofensiva terrestre. Por otro lado, durante su parada en el Líbano, el ministro de Exteriores iraní advirtió que se corre el riesgo de que Hezbolá, una milicia islamista leal a Irán y Hamás, pueda fusionarse al conflicto al contemplar el cataclismo que se cierne en la Franja, por lo que la guerra podría propagarse a diversos lugares de Oriente Medio. Una presunción que no pocos expertos han juzgado en días pasados.

“El involucramiento de la República Islámica de Irán es un riesgo a voces, sobre todo, si el escenario se descontrola en el Sur de la República del Líbano dominado por Hezbolá, otra organización terrorista que acude a las órdenes de Teherán”.

De hecho, Amir-Abdollahian, explicó a los diarios rotativos de Beirut que Hezbolá ha considerado todas las fórmulas posibles de una guerra contra Israel, por lo que a corto plazo este grupo islamista podría tomar acciones contra el Estado hebreo, si este no interrumpe la hondonada de bombardeos. También, Israel entiende a esta organización como su amenaza más contigua, además de contar con nutridos cohetes que pueden impactar en cualquier sector. Aunque Israel se ha mostrado firme en su voluntad de hacer desaparecer a Hamás y sus infraestructuras operativas dentro de la Franja, el régimen iraní se ha valido de esta crisis humanitaria para generalizar sus amenazas al estado judío, ya que desde 1979, Irán ha suspirado por el desmoronamiento de Israel, criterio que calcaría Hamás en años posteriores. Evidentemente, los acometimientos entre el ejército israelí y Hezbolá no son nuevos, ya que esta organización es muy parecida a Hamás y comparte ciertas tesis, añadiendo que Líbano no reconoce a Israel como estado, por lo que la diplomacia no es una materia que esté a favor en este entorno. Aun así, las Fuerzas de Defensa de Israel confirmaron que se anticipó a un ataque con aviones no tripulados a lo largo de la frontera norte, por movimientos susceptibles de este grupo. Entretanto, durante los últimos días el canciller iraní, Amir-Abdollahian, materializó una gira por estados aliados al régimen en Oriente Medio donde hizo escala en Irak, Siria y Líbano, exhibiendo la popularidad con que goza la dictadura islámica. Si acaso, con el momento palpitante que vive Israel en cuanto a la guerra, es presumible que su influencia se vea incrementada. “Quiero advertir a los criminales de guerra y a quienes apoyan a esta entidad antes de que sea demasiado tarde para detener los crímenes contra civiles en Gaza, porque podría ser demasiado tarde en unas pocas horas”, expuso Amir-Abdollahian, atemorizando claramente a Israel si llegase a consumar una operación bélica en la Franja.

“Desde Irán han salido avisos que presagian que la ascensión del conflicto podría causar que esta disputa tome un cariz regional”.

A pesar de todo, con una última declaración de intenciones se podría conjeturar un empeño diplomático de abordar el conflicto, ya que indicó literalmente que “todavía hay una oportunidad de trabajar en una iniciativa para poner fin a la guerra, pero mañana podría ser demasiado tarde”. La compleja realidad geopolítica en la que se atina Israel imprimiría el devenir de la nación, ya que se halla cercado por actores que se han mantenido neutrales en el conflicto, como Egipto y Jordania, o por formaciones terroristas que esperan el momento oportuno para arremeter contra el estado hebrero sin alguna objeción gubernamental como Hezbolá en Líbano y Siria y Hamás con su dictadura, sin contar con el soporte regional de Irán, Qatar, Irak y otros grupos rebeldes como los hutíes en Yemen o los talibanes en Afganistán. En medio del amago efectuado por el exlíder fundador de Hamás, Khaled Mashal, que condujo el grupo terrorista entre 2014 y 2017, ha citado a los musulmanes que salgan a las calles a sublevarse contra Israel. En tanto, el presidente iraní, Ebrahim Raisi, postuló a los países islámicos y árabes a colaborar para hacer frente al estado hebreo. “Hoy, todos los países islámicos y árabes y todas las personas libres del mundo deben alcanzar una convergencia y cooperación serias, para atajar los crímenes del régimen sionista contra la nación palestina oprimida”, comunicó Raisi a su homólogo sirio, Bashar al Asah, durante una llamada telefónica. De la misma forma, manifestó que Irán se conjugará con los países islámicos “lo antes posible” para impedir el “genocidio de los palestinos por parte de los sionistas”, según una publicación divulgada en la página web de la presidencia. Irán, que avala a Hamás, elogió la irrupción perpetrada contra Israel, aunque hace hincapié en que no estuvo envuelto. Si bien, el diario norteamericano ‘Wall Street Journal’, culpó a Teherán de cooperar y planear el ataque y de dar luz verde a su apertura. Durante la conversación mantenida con al Asad, Raisi, tildó a los países árabes que últimamente restablecieron sus relaciones con Israel o que se encuentran en negociaciones para obrarlo. “Todos los que hicieron públicas sus relaciones con el régimen sionista, con el pretexto de defender los derechos de los palestinos, quedaron desacreditados, y ha quedado comprobado para todo el mundo, que el régimen sionista está en su estado más débil”, refirió Raisi. Por su parte, al Asad enfatizó la “necesidad de una acción rápida al nivel árabe e islámico para proteger al pueblo palestino, sobre todo en la Franja de Gaza y parar los bombardeos israelíes contra niños y mujeres”. Hamás objetó desafiante al reclamo cuajado en la víspera por el primer ministro de Israel, de que él y el líder de la oposición, Benny Gantz, constituyeron un gobierno de unidad nacional para conducir a la nación en la guerra con el grupo insurrecto. “Llevamos años preparándonos para este ataque”, declaró Mohammad Nazzal, un alto cargo del grupo. “Los combatientes de la resistencia se han preparado durante muchos meses para librar la más cruenta de las batallas”. Al hilo de lo anterior, varios expertos independientes de la ONU reprobaron los “crímenes horribles” incididos por el movimiento islamista palestino Hamás en Israel y la contestación del Estado hebreo, que condenaron de “castigo colectivo” de Gaza. “Nada justifica la violencia indiscriminada contra civiles inocentes, ya sea por parte de Hamás o las fuerzas israelíes. Esto está absolutamente prohibido por el derecho internacional y constituye un crimen de guerra”, apuntan los especialistas de derechos humanos que fueron enviados por la ONU, pero no se pronuncian en nombre de la organización.

“Irán es un sistema donde la supremacía religiosa está por encima e intrínsecamente en todo. No existe recoveco de la sociedad donde los clérigos chiitas, esa rama minoritaria del islam que alcanzó el poder después de 1979, no interfieran”.

“Condenamos firmemente los crímenes horribles cometidos por Hamás, los asesinatos y las tomas de rehenes deliberadas y generalizadas de civiles inocentes, en particular de personas mayores y niños”, completaron los expertos en una declaración común. “Estas acciones constituyen violaciones odiosas del derecho internacional y crímenes internacionales, por los que hay que rendir cuentas con toda urgencia”, resaltaron. “La toma de rehenes en el marco de unas hostilidades constituye un crimen de guerra y los civiles capturados por Hamás deben ser liberados de inmediato. También condenamos enérgicamente los ataques militares indiscriminados de Israel contra el pueblo palestino en Gaza”, agregan. Llegados a este punto y ciñéndome al papel que juega Irán, ¿qué ocurriría si consiguiese hacerse con el control de las armas nucleares, poniendo en jaque a la seguridad regional y mundial? Como es sabido, Irán ostenta un régimen teocrático, tal vez, con más ímpetu, desde el fallecimiento de Jinsa Mahsa Amini a manos de las brigadas morales. En otras palabras: es un sistema donde la supremacía religiosa está por encima e intrínsecamente en todo. No existe recoveco de la sociedad donde los clérigos chiitas, esa rama minoritaria del islam que alcanzó el poder después de 1979, no interfieran. Por lo demás, en su conformación han practicado un principio que les proporciona exportar a los ojos de todos ese prototipo de país. La primera característica de la teocracia iraní corresponde al ingrediente potentemente antisemita. Tanto líderes religiosos como expresidentes como Mahmud Ahmadinejad, aliado de Hugo Chávez y presidente de Irán cuando la administración de Cristina Kirchner trató el Pacto con Irán, trabajan por el desvanecimiento de Israel. Esta peculiaridad prueba que el antisionismo es, sin duda, antisemitismo y que da origen a la anulación tanto física como espiritual de millones de individuos, como ya aconteció en el siglo XX. En 2001, el parlamento de Irán polemizó un proyecto para “la eliminación de Israel en 2041”, originado un sinfín de insinuaciones que no tiene que aguantar ninguna nación. A decir verdad, se cuestionó un plan que le ponía fecha de vencimiento a un estado de la ONU. Un mes antes, el presidente iraní Raisi realizó una atrevida alegación pública sobre el holocausto, cuando solicitó sondearlo y en definitiva banalizarlo. Pero únicamente pocos días atrás, un estratega militar de Irán planteó, entre otros factores, que Irán se convertirá en dueño del mundo tras abatir al estado de Israel. Lo especificó delante de una muchedumbre que aplaudió la disipación de un territorio con más de nueve millones de personas. Luego, ¿qué sucedería con un Irán representado por sujetos que están dispuestos a purgar del mapa a un estado como Israel que sufre las acciones de grupos terroristas que transitan continuamente? La misma esencia del régimen que rige Irán desde 1979 es una seria amenaza que se incrementa, y mucho más, con ocasión de hacerse con armas nucleares. El fundamento del programa fondea en 1957, cuando Mohammad Reza Pahleví y el presidente de Estados Unidos, Dwight David Eisenhower, rubricaron un acuerdo de cooperación para el empleo civil de la energía nuclear. La utilización para propósitos pacíficos de la energía nuclear es plenamente admitida para cualquier estado que se adecue a las normas, con contrapesos institucionales e inspección constitucional. Obviamente, no es el caso de Irán. Este impulso civil reportó en 1967 a la fabricación del primer reactor nuclear en Teherán, con la consiguiente firma del Tratado de no Proliferación Nuclear (NPT) en 1968 y aprobado por el parlamento iraní un año más tarde, entre acuerdos nucleares y otros tratados de cooperación con Estados Unidos y países del viejo continente. Las reprobaciones que se emprendieron en Qom en 1978 y la vuelta de Ruhollah Musavi Jomeiní, establecieron la República Islámica de Irán que es hoy. Esto indujo a una discordia con Occidente.

“La primera característica de la teocracia iraní corresponde al ingrediente potentemente antisemita. Esta peculiaridad prueba que el antisionismo es, sin duda, antisemitismo y que da origen a la anulación tanto física como espiritual de millones de individuos”.

Abreviando la exposición desde el año 1979 a 2003, respectivamente, puede considerarse que el programa nuclear fluctuó entre la distancia de los estados occidentales, aproximaciones con Rusia, la exploración de más peso regional e internacional y la advertencia a Israel. Sin inmiscuir, que el gobierno iraní hubo de admitir su enriquecimiento de uranio en Natanz. A la postre, en 2006, el Consejo de Seguridad de Naciones le impuso sanciones y Estados Unidos no se quedó atrás. Hay que recordar al respecto, que el enriquecimiento de uranio es uno de los tres cabos para construir las armas de destrucción masiva. A ello se añaden una ojiva funcional y un misil preparado para lanzarlo. Las sanciones impuestas fueron aumentando cada vez más hasta incorporar las exportaciones de petróleo, la exportación de tecnología militar y nuclear y las armas. Y por si fuese poco, se congelaron activos financieros y la economía iraní adquirió visos de asfixiarse. Con la recalada de Ahmadinejad, quién estaba dispuesto a violentar la existencia del pueblo judío, la amenaza se convirtió en real e incuestionable. Pero no sólo convino el enriquecimiento de uranio, sino que plantó cara a las sanciones al ratificar que en poco tiempo levantaría otras diez plantas. Es preciso matizar, que para hacer uso de la energía nuclear con intenciones bélicas, se requiere enriquecer uranio entre el 6 y 90%. Para mediados de 2012, la planta nuclear de Fordow ya lo hacía al 27%. Si bien, por diversas causas un grupo de estados determinaron que tras la salida de Ahmadinejad era mejor retomar al diálogo con Irán y hacer algo para impedir que los iraníes dispusiesen de la bomba atómica. Tras dos años de intensas conversaciones entre Hasán Rohaní, presidente electo de Irán y Barack Hussein Obama, se refrendó el acuerdo nuclear donde Irán se aventuraba a renunciar a su programa nuclear bélico, a cambio del levantamiento de las sanciones. Suscrito por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, China, Rusia, la Unión Europea e Irán, se llegó a un acuerdo francamente desafortunado para la región y la aldea global, porque en el fondo no se condicionaba la mano nuclear iraní, sino que se engrandecía. Pero lo que era clarividente es que Irán no había variado en su forma de proceder, sino que conseguía contener sus discursos cuando requería negociar. Para esos años, mientras no pocos gobiernos occidentales, bien, por temor o interés, entreveían generosidad en los Ayatolas, Irán proseguía sufragando la muerte de 500.000 personas en Siria y más de 13 millones de desplazados con el apoyo a al Asah. El acuerdo del 2015 propuso únicamente reducir el enriquecimiento de uranio al 3,67%, muy por debajo de lo imprescindible para acceder a las armas nucleares, al igual que no cerró ni destruyó ninguna centrifugadora. Indiscutiblemente, esto quedó suficientemente claro cuando en 2018 volvió a enriquecer uranio. A fin de cuentas, la estrategia de Irán era dejar transcurrir el tiempo disminuyendo su enriquecimiento de uranio y el levantamiento de sanciones, pero sin dejar de acumular material fisible y no parar la elaboración de misiles. Metafóricamente, podría decirse que el monstruo proliferaba, pero ahora más que antes. Quienes se dieron cuenta de este contexto quebradizo fueron Israel, Egipto, Arabia Saudita y Turquía, que igualmente son parte de los principales perjudicados por un Irán con plena capacidad nuclear: los persas, una vez conquistado el acuerdo, estarían a pocas semanas de lograr la bomba nuclear. El sumario de armas iraní lo encabezó Mohsen Fakhrizadeh, que era integrante de la Guardia Revolucionaria y posteriormente asesinado. En revelaciones realizadas por él, corroboraba que Irán iba en el trazado idóneo para hacerse con cinco ojivas nucleares.

“A fin de cuentas, no existía un empeño político internacional de reprimir al régimen y es por esto por lo que los principales perjudicados de un Irán nuclear, como Israel, Arabia Saudita y Egipto, no estaban interesados en restaurar el acuerdo”.

El acuerdo de 2015 no tocaba ni un ápice el peligro de la industria militar iraní que actualmente distinguimos en Ucrania. Por lo tanto, se demoraba el enriquecimiento de uranio pero, a su vez, se procesaban ojivas y misiles. En 2018, Israel hizo extensivo un informe que desenmascaraba las pormenorizaciones ocultas del programa nuclear: espacios nucleares no señalados, mapas para el envío de bombas de destrucción masiva y la provisión de materiales radiactivos. El sistema militar que progresó sin dificultades incluía los misiles Shahab-3, sobre los cuales cargarían las ojivas nucleares. En este entresijo irresoluto, en 2018, Estados Unidos acabó desligándose del acuerdo y luego Irán lo desechó. Sobraría mencionar en estas líneas, que el levantamiento gradual de las sanciones le permitió al régimen teocrático acceder a millones de dólares, como a diversos acuerdos comerciales y el descongelamiento de sus activos financieros que no fueron ni mucho menos para enmendar la calidad de vida de los iraníes, sino para otras artimañas. Me explico: esos millones iban directamente a Hamás en Gaza y a Hezbolá en el Líbano, los dos brazos armados de Irán para estrechar a Israel y a los judíos en el exterior. Al igual, que para nutrir a su socio al Asah en Siria. No existía un empeño político internacional de reprimir al régimen y es por esto por lo que los principales perjudicados de un Irán nuclear, como Israel, Arabia Saudita y Egipto, no estaban interesados en restaurar el acuerdo. Cada uno de los misiles que Irán ha desplegado y el apoyo a grupos terroristas en Oriente Medio y fuera de la región, no son más que una parte del modus operandi de la pericia nuclear. El ideal de la estrategia nuclear es reproducir lo que lleva a término Vladímir Putin: una sucesión de regímenes autoritarios que se vuelven infranqueables por poseer armas nucleares. Ejemplo de ello es Corea del Norte. En consecuencia, la capacidad nuclear de Irán ha avivado un golpe de efecto en las relaciones de poder de Oriente Medio. Hoy por hoy, una amenaza nuclear contra Israel y los estados árabes por parte de Irán es existencial y posiblemente no pueda atajarse. En este sentido, la Cumbre del Néguev (27-28/III/2022) demostró a todas luces el interés de israelíes y árabes por esforzarse para sujetar el desafío nuclear iraní. Finalmente, Joe Biden, quien ha respaldado la ineludible existencia del Estado de Israel, no puede retrotraerse a un acuerdo que con las asperezas de 2015, llevaría al mundo a conocer al primer régimen teocrático nuclear; o quizás, a una guerra desalentada para contrarrestarlo y donde la supervivencia de millones de personas pendería de un hilo.

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