Categorías: Tribunales y justicia

¿Quién miente?

 

Algo pasó en la madrugada del 26 de octubre de 2008 para que dos jóvenes terminaran con lesiones varias (uno con la nariz rota y otro con porrazos en distintas partes del cuerpo) y un agente de la UIR aturdido tras recibir un golpe en el mentón.  Y ayer, después de casi tres años de instrucción y más de doce horas de juicio, lo que se intentaba en la Audiencia Provincial era esclarecer lo sucedido. Lo que sucede es que para encontrar la clave de tantísima declaración y de cuantiosas contradicciones expuestas en las distintas testificales tiene que haber una parte que miente y otra que dice la verdad. La sala, que tenía las mismas dudas que el resto de los presentes, optó, pasadas las nueve de la noche, por organizar dos careos entre agentes de la Policía Local y el único testigo de los hechos: Cristóbal Yáñez. Un recurso jurídico que no suele ser muy habitual pero que ayer, ante las importantes dudas generadas y tras varios minutos de deliberación entre los miembros del tribunal, se decidió.

¿Qué pretendía la sala? Precisamente responder al titular de este artículo y colocar la respuesta en el bando de los policías de la UIR que negaron en todo momento haber agredido a ninguno de los dos jóvenes que les han sentado en el banquillo con sus acusaciones; o en el bando de los jóvenes, que mantienen que dos de los tres policías sí participaron en las lesiones que luego sufrieron: uno el llamado F.R., porque presuntamente le rompería la nariz a F.N. y además le golpearía al único testigo de todo: Cristóbal Yáñez, y otro, el llamado J.C., porque le habría pisado el cuello con su bota policial al joven F.N. cuanto éste se encontraba en el suelo sangrando.

El tribunal de la Sección VI de la Audiencia es la que ahora, tras dejar el juicio visto para sentencia, debe deliberar. Un periodo que comienza desde ya, tras que las partes pudieron exponer sus informes concluyentes que encierran sus distintos puntos de vista sobre lo ocurrido aquella madrugada.

El Ministerio Fiscal manifestó que no existe una “explicación lógica” a lo ocurrido aquella madrugada, según los relatos expuestos en sala, es más, consideró que hay “dudas razonables” y lamentó que no se hubiera aclarado el origen de esta historia. En su calificación final rebajó notablemente las penas solicitadas en su escrito original después de escuchar las declaraciones de ayer. Y lo hizo hasta el punto de retirar la acusación sobre uno de los policías de la UIR, el llamado M.P. y modificando las de los otros dos agentes entendiendo la existencia de sólo un delito de lesiones en el caso de J.C. y dos en el caso de F.R.

El Fiscal, que había sustentado su escrito original en las declaraciones de los dos jóvenes acusando así a los policías a los que llegaba a pedir hasta seis años de cárcel, dio un giro sorprendente e incluso llegó a manifestar al tribunal que si consideraban que el único testigo de la causa había mentido, pediría que se dedujera testimonio por un presunto delito de falso testimonio o denuncia falsa. No obstante siguió manteniendo las acusaciones sobre dos agentes y también sobre el joven F.N. aunque también rebajada de un delito de atentado a una falta de lesiones.

Así las cosas prácticamente se derrumbaba la petición que el Ministerio Público ha mantenido durante todo este periodo y que culminaría con la firma de una calificación bastante elevada en la que se llegaba a solicitar la inhabilitación de los tres agentes de la UIR.

Así quedan las peticiones: del antes al después

30 junio de 2010: Qué pedía entonces el Ministerio Fiscal

Al joven F.N. el Ministerio Fiscal le solicitaba una pena de 3 años de prisión al entender que existía un delito de atentado cometido contra un agente al hacerlo responsable del golpe que éste recibió en el rostro. Además le hacía responsable de una falta de lesiones, traducida en una pena de multa de dos meses con una cuota diaria de 10 euros al día. Para dos de los agentes de la UIR, en concreto los llamados M.P. y F.R., el fiscal pedía dos años de cárcel por cada delito de lesiones de los que les hacía responsables presuntamente, además de la inhabilitación especial. Para el tercero de los policías que ayer se sentaba en el banquillo, el llamado J.C., le pedía una pena de tres años de prisión por cada uno de los dos delitos de lesiones que se le imputaban, además de también la inhabilitación correspondiente. En el caso de este agente la pena iba a ser mayor porque ya tenía antecedentes en suspenso de ahí que se arriesgaba a la pérdida directa del uniforme. En concepto de responsabilidad civil se pedía una indemnización de 360 euros a F.N. por las lesiones causadas al agente, y otra de 5.592 de los tres agentes hacia F.N. y de 1.680 para Yáñez.

19 de octubre de 2011: Tras el juicio de ayer, esta es la modificación hecha por el Ministerio Fiscal

Se cambia con bastante sustancia la petición hecha por el Ministerio Fiscal y así la expuso ayer ante la sala. En el caso del joven F.N., cambia el inicio delito de atentado al considerar que ya no existe y sitúa el tipo delictivo en una falta de lesiones provocada al agente. Por ello le pide dos meses de multa a pagar 10 euros diarios. La indemnización de 360 euros se mantiene. En el caso de los policías cambia bastante la petición. La pena que antes existía sobre el agente M.P. se retira por completo, y ahora el Fiscal deja de acusarle. En el caso de los otros dos agentes, los llamados J.C. y F.R., existe una rebaja notable. Para el primero entiende que puede ser responsable de un delito de lesiones penado con 9 meses de multa a pagar 10 euros diarios, en el caso del segundo entiende que puede haber dos delitos de lesiones que supone el pago de una multa de 12 meses por cada uno a pagar 10 euros diarios. Las indemnizaciones no las varías así que mantiene el mismo abono económico para quienes considera perjudicados en la agresión, que son F.N. y Yáñez. Les pide lo mismo que incluía en su calificación inicial: 5.592 y 1.680 euros respectivamente. Como novedad introduce  una posible acusación si se demuestra que el único testigo de toda esta trama hubiera faltado a la verdad durante su testifical de ayer.

El único testigo de los hechos del Poblado dice que sí hubo agresión

Quien estaba llamado únicamente como testigo, el llamado Cristóbal Yáñez, terminó convirtiéndose ayer en la pieza clave de toda esta historia. Él fue el único que vio a los policías y el único que pudo situar a los agentes que han terminado sentados en el banquillo. Su testimonio provocó que algunas de las partes le creyeran y otras no, así que forzó a la sala a organizar dos careos. El resultado de los mismos es el que servirá al tribunal para dar más credibilidad o no a su figura.

Pero ¿qué es lo que cuenta Yáñez? El joven, que también resultó con golpes en la espalda y riñón que según mantiene le produjo daños importantes ya que estuvo orinando sangre, mantuvo en todo momento que el agente F.R. fue el que golpeó a su amigo F.N. Dijo que le vio cómo sacaba una defensa y le golpeaba rompiéndole la nariz. Después, según su testifical, este mismo agente es el que le golpearía a él.

Otro de los acusados, el agente J.C., habría sido el que le habría colocado su bota encima del cuello de su amigo F.N., aunque no le llegaría a presionar sobre el cuello. Del tercero de los agentes, el llamado M.P. nada dijo, tan sólo comentó de él que le había hecho una advertencia verbal, instándole a que se marchara del lugar o le pasaría lo mismo que a su amigo.

Insistió Yáñez en su acusación contra los dos agentes, mientras que estos en sus testificales lo habían negado. Esto llevó al primero de los careos entre el agente F.R. y Yáñez. En el mismo el policía recriminó al joven que le hubiera acusado, acusándole de estar mintiendo e incluso diciendo que él nunca había estado ahí y que se estaba inventando la acusación porque alguien “le había envenenado”. Yáñez le negó y mantuvo ante su cara que él le había golpeado a su amigo y a él mismo. Mientras hablaban y se reprochaban los miembros del tribunal captaban detalles e incluso gestos  de los participantes, signos inequívocos de que estaban obteniendo datos para su posterior sentencia.

Yáñez mantuvo que decía la verdad y que carecía de animadversión ante la Policía. Negó además que con anterioridad a este episodio hubiera tenido problemas de riñón, lo que llevó a la defensa de los policías a mostrar documentos médicos que habrían obtenido para recalcar que desde los años 90 había arrastrado un cuadro de estas características.

Una nariz rota y un único testigo de esa agresión

El joven que resultó con la nariz rota tras la trifulca de aquella madrugada sostuvo ante la sala que él nunca vio quién le había golpeado ya que perdió la conciencia y cuando la recuperó se encontraba dentro de un zeta policial ensangrentado. Navas refirió que ha mantenido que sus agresores fueron agentes de la UIR porque su amigo de toda la vida, el segundo de los denunciantes -Yáñez- fue el que se lo dijo. En su defensa recalcó que él nunca agredió a ningún policía local y que, de hecho, él no llegó a ver ni a quien le había roto la nariz. Así que la testifical de este perjudicado siempre se sostuvo en las manifestaciones de Yáñez que es quien sitúa a los policías en el escenario en el que, mantiene, se produjo la agresión. Navas insistió en que no tiene enemistad con ningún policía. Reconoció que antes de ser agredido mantuvo una discusión con otro chico en un pub llamado ‘verduritas’, pero estuvo seguro de que éste no fue quien le rompió la nariz ya que en ningún momento le vio golpearle.

Los policías defienden su labor aquella noche y niegan los golpes

Los agentes acusados de las lesiones negaron en sus respectivas declaraciones haber agredido a los jóvenes. Su historia es completamente distinta ya que mantienen que F.N. ya tenía la nariz rota antes y que probablemente se habría producido ese golpe al mantener una discusión previa con el llamado ‘verduritas’. La intervención de aquella madrugada se reduciría a contener una reyerta en la que el agente M.P., el primero que llegó, recibiría un golpe en la cara de F.N. al intentar separarle del ‘verduritas’. Según los agentes tras esa agresión se formaría un cordón de seguridad y se procedería a identificar sólo a ‘verduritas’ pero no a detenerlo porque nadie de los que estaban allí le acusaban como presunto autor de esa rotura de la nariz.

Así que aquella madrugada terminaría con un agente herido y, según ellos mantienen, sin agresiones a los dos jóvenes que luego les denunciarían. Curiosamente todos los policías llamados a declarar coincidieron en sus manifestaciones que exculpan a los compañeros, llegando a emplear hasta los mismos términos, algo que llamó la atención del Fiscal. El único agente cuya declaración rompió las del resto fue la del subinspector, que precisamente fue elegido por la sala para mantener otro careo con Yáñez, el segundo de la tarde noche. Según el subinspector Yáñez no estaba en el lugar de los hechos, algo que mantuvieron todos los agentes. Pero es más, dice el jefe de la unidad que si é hubiera visto la agresión de algún policía hacia estos dos chicos habría actuado en contra de quienes no son sus compañeros sino sus subordinados. Recordó el jefe que tiene abiertos varios expedientes contra policías y llegó a reconocer que la intervención de aquella madrugada no fue lo correcta que debiera. Pero no porque los policías hubieran agredido a los jóvenes, sino porque “por un exceso de celo” se adentraron los primeros para separar a la gente que protagonizaba la reyerta sin esperar a los demás compañeros.

El jefe llegó a manifestar que por culpa de una intervención así hoy -por ayer- se estaba celebrando un juicio en el que había tres policías en el banquillo y dos jóvenes que dicen haber sido lesionados por los agentes. La otra clave de la historia, el aludido ‘verduritas’ acudió a declarar para decir que él no pegó a F.N. como suponían o intuían los agentes pero que tampoco sabía quién le había pegado. Así que tras el juicio no se pudo saber quien le había roto la nariz.

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