¿Qué hay detrás de una quema?

El difícil control sobre la quema de vehículos lleva a que sea cada vez más complicado la detención de las personas que, por una causa u otra, están detrás de estos episodios vandálicos que traen de cabeza a los Bomberos. Toda una variada trama de explicaciones se encuentra detrás de la quema de un vehículo. En el grueso de los que se incluyen en la delincuencia pura y dura están aquellos que se queman después de haber sido robados, con la intención de eliminar cualquier tipo de prueba o incluso restos de ADN. También, en el mismo grupo, están aquellos derivados de ajustes de cuentas, y de éstos la Policía Nacional tiene varios casos encima de la mesa. Y al hablar de ajustes de cuentas no piensen únicamente en los trapicheos de drogas y los enfrentamientos que se derivan de este negocio. Cada vez más los líos de faldas y los tradicionales ‘cuernos’ están detrás de este tipo de acciones y de más de alguno de los tiroteos recientes que se han producido en la ciudad.
Las actuaciones policiales incluidas en estos grupos se entremezclan, no obstante, con otras cada vez más en auge, derivadas del futuro de una ciudad que amenaza con ser usada a modo de taller chatarra. La cada vez mayor presencia de vehículos abandonados (con los repuntes que deja la OPE) genera, de forma indirecta, que nazca el negocio del trapicheo de piezas. Cuando ya les quedan pocas, curiosamente, el vehículo aparece quemado. Niñatos que se divierten para, una vez que llegan las fuerzas de seguridad, recibirles a pedradas o personas que no quieren dejar huellas. Ambos protagonistas se dan la mano en este caso. La pasada madrugada los bomberos tuvieron que sofocar las llamas provocadas en dos vehículos: uno en Hadú (en donde las pintadas advierten de quienes son los amos del territorio) y otro en Los Rosales. ¿Cuántos cada mes? Hagan la cuenta de la vieja: la media es dos cada día.
“A nosotros nos dejaron aquí una furgoneta. La iban cambiando de lugar y cada vez con menos piezas, hasta que vimos que ya quedaba un esqueleto y tuvimos que dar parte urgente porque temíamos que la quemaran, y estaba al lado de la gasolinera”, indican en una estación de servicio.
La picaresca para cobrar el seguro también sostiene este tipo de actos. En los juzgados los casos se acumulan y tienen más de una historia relacionada con la quema de vehículos. Desde el coche de una joven a la que su ex pareja se lo calcinó de madrugada por puros celos, hasta el caso de un joven contratado para quemar un coche y terminó herido por las llamas. ¿Qué perseguían quienes le contrataron? Cobrar el seguro, pero la jugada les salió mal.
La estadística encuadra en lo más habitual la quema de coches o robados o abandonados. Una práctica que se suma a la de los incendios provocados. Y esto sucede todos los días. Sin ir más lejos, la pasada madrugada los focos se produjeron en la calle Fuerte del Príncipe Alfonso y en las 108 viviendas, cerca del centro de Alzheimer. Días atrás el Sarchal y Loma Larga además del entorno del Hospital Universitario fueron las zonas elegidas.
Quienes los provocan se rodean de los llamados ‘avisadores’, que son aquellos sujetos que circunstancialmente están en las inmediaciones del lugar en donde se va a cometer el delito y que serán los que se encarguen de advertir de la presencia de agentes policiales en la zona. ¿Y penalmente, qué se puede hacer? Un acto de este tipo se considera un delito de daños causado por incendio. Si el valor de lo quemado excede de 400 euros es un delito castigado con pena de prisión. Si además se pone en riesgo la vida de alguien la pena se dispara. Eso es lo que dice la ley, aunque siempre hay alguien dispuesto a colocar la trampa. A los bomberos sólo les queda protestar. Y ya lo han hecho: les faltan medios, no tienen recursos y advierten de lo que puede ocurrir ante una problemática que afecta, por competencia, a las dos administraciones.