Por qué hay políticos que odian a sus países? ¿Por qué los odian de esa manera tan terrible? ¿Qué les han hecho sus países a ellos? ¿Por qué permiten que esa lacra tercermundista tome sus países al abordaje? ¿Por qué se empeña esa traidora casta política en que nuestros descendientes hereden un país agujereado de guetos y descompuesto en un mosaico de etnias, razas y religiones? Un país ingobernable. ¿Quiénes son esos miserables políticos para arrogarse el prurito de pisotear la historia de sus países y arrojarla al cubo de la basura? ¿Quiénes les han autorizado a acoger a toda esa lacra tercermundista? ¿Quiénes? Los autóctonos, no, desde luego. ¿Por qué estos políticos ‘lameculos’ y ‘lamebabuchas’ están entregando en bandeja la historia, las tradiciones, las costumbres y la religión de sus países a esa masiva inmigración procedente del África negra, de los países arabo-islámicos, de países asiáticos e incluso a esa caterva criminal de latinos agrupados en bandas, llámense Latin Kings, Salvatruchas o Ñetas, o a esos otros procedentes del este de Europa, búlgaros, rumanos o moldavos. Esos miserables políticos se escudan en los derechos humanos y en que su país es un país de acogida. ¿Acaso los países de donde proceden esos inmigrantes –Marruecos, Argelia, Pakistán, Yemen, Irán, Arabia, Afganistán, Gambia, Sierra Leona, Camerún, Nigeria, etcétera– permitirían que blancos y/o cristianos entrasen en tromba en sus sociedades desestabilizándolas? Por supuesto que no. ¿Por qué, entonces, los países europeos y occidentales deben aceptar que ellos entren a saco en nuestros países con el peligro de que laminen nuestras identidades? La estulticia de esos políticos llega hasta el punto de que el primer ministro italiano, Enrico Letta, llegó a decir en su viaje a Azerbaiyán que como su país es un país de acogida se llevó al centenar de inmigrantes ilegales que un petrolero recogió en las cercanías de Libia y que Malta rechazó hacerse cargo de ellos. ¿Ha consultado este necio con sus ciudadanos para decir que Italia es un país de acogida? Es suficiente con la declaración de este tarugo de primer ministro para que los ilegales pongan proa a Italia.
Esta miserable y traidora casta política está paralizada, está muerta de miedo, ante estas invasiones de extranjeros procedentes de África. Esos políticos corrompidos, irresponsables y traidores no hacen nada, tan sólo culpan a las mafias –¡son tan estúpidos!–, y que huyen del hambre y de la persecución en sus propios países. ¿Que huyen del hambre? ¿Cómo es posible que un tío muerto de hambre se embarque en una aventura de miles de kilómetros y aparezca en Ceuta o en nuestras costas con una pinta envidiable, alto como una palmera, fuerte como un roble, con brazos como troncos, con aspecto de cortador de árboles? ¿Cómo es posible que una individua aparezca en un chalupa con aspecto rollizo y con una barriga de siete u ocho meses? ¿Cómo después de recorrer miles de kilómetros y numerosos países se acuerdan de pedir asilo en España? Mienten. Todos ellos son recogidos y desembarcados de la chalupa y llevados casi a rastras, en brazos, y con un bien estudiado y esculpido rictus de dolor, de sufrimiento, y, eso sí, con el móvil bien agarradito, con el que han llamado al 112. Pero a las pocas horas de desembarcar, y una vez en el CETI, se les ve con un aspecto imponente, risueños, y dispuestos a dar guerra hasta conseguir la estancia en nuestro país.
Pero, eso sí, no bien han tocado tierra han hecho una llamada a sus compinches apostados al otro lado de la frontera advirtiéndoles de que los cretinos y necios españoles se han vuelto a tragar el señuelo del sufrimiento, del dolor, y de que son perseguidos a muerte en sus países de origen, y que hay unas organizaciones –ACNUR, Prodein, EAR, etcétera– que ya les han advertido que pidan asilo, pues así no se les podrá echar a patadas. Y les dirán a sus compinches que los españolitos se han vuelto a ‘derretir’ al sentir mala conciencia cuando han visto a esos negritos envueltos en mantas y casi llevados a rastras y a esas negritas muertas de sufrimiento y con una barriga de siete meses. Una vez más ha funcionado la estratagema urdida por estos embaucadores y mentirosos teatreros.
Pero claro, este sistema político suicida y corrupto puede acabar con un país y con su población autóctona. Nuestro futuro va a ser terrorífico. No es cuestión de racismo, es cuestión de supervivencia. Estamos en manos de esta clase corrupta y traidora de políticos cuyo desprecio por España es manifiesto. Ellos y sus legisladores han promulgado leyes-mordaza para que los ciudadanos no tengamos ninguna oportunidad de denunciar este sistema podrido y cancerígeno.
Van todos a una, desde políticos hasta el sistema judicial (recuérdese que el anterior presidente del Tribunal Constitucional, Pascual Sala, es masón, y no se olvide la estrecha relación entre la masonería y el sionismo, una y otro artífices del Nuevo Orden Mundial), pasando por la prensa, las ONGs, la iglesia, sus obispos, sus curas y sus organizaciones católicas, una ciudadanía aborregada y bovina y silente, la izquierda comunista y socialista y sindical, la derechona con mala conciencia, y organismos internacionales, todos ellos, todos alimentan de una u otra forma la bestia de esta inmigración masiva a nuestros países, con el ánimo de sustituir las poblaciones autóctonas por otras poblaciones ajenas a Europa y a Occidente.
Somos espectadores (atónitos) de cómo inmigrantes arabo-islámicos van tomando posiciones para el asalto final a la nueva al-Andalus. Es más, se deshacen de las caretas y van a la descubierta mostrando sin tapujos sus intenciones de islamizar nuestra sociedad. “Hemos vuelto a este país que nuestros antepasados ya enriquecieron y santificaron con su presencia hace largos siglos y al que Alá (alabado sea Su nombre) nos ha hecho regresar para cumplir Su voluntad divina”, este párrafo está extraído de una “Carta abierta de Mohamed a sus hermanos catalanes”, que se publicó en el digital AD. Estremecedor.
A toda esta traidora casta política colaboracionista con esta invasión puede que le llegue su momento, que a buen seguro le ha de llegar, pues un país no puede permanecer inerme e indiferente durante todo el tiempo contemplando las tropelías que una caterva de políticos corruptos y traidores cometen con su país. En qué lado prefiere estar el amable lector, ¿en el del ciudadano sumiso, aborregado y bovino o en el lado de los que no se resignan a ser manejados por estos corruptos y traidores? Usted elige, amigo.
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