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¡Por allí resopla!

Era la frase con la que los marineros enrolados en el “Pequod”, cuyo capitán Ajab estaba obsesionado por dar caza a la ballena blanca, Moby Dick, advertían de la presencia de la citada ballena. El capitán del ballenero, el mencionado Ajab, era un tipo que estaba carcomido por la venganza, y todo su afán era dar caza al cetáceo que lo mutiló. Su furia contra el animal era de tal calibre que le llegó a obnubilar la razón. Su odio era tan inmenso que no le importó arrastrar a toda la tripulación del “Pequod” a la muerte, excepto a Ismael, joven maestro de escuela, que por correr aventuras se alista en el ballenero del capitán Ajab.
Cuando Mariano Rajoy asuma, presumiblemente, la Presidencia del Gobierno tras las próximas elecciones, va a tener que oír, sin duda, más de una vez el “¡Por allí resopla!” con que las huestes de la izquierda, ya, política, ya, sindical, lo van a recibir en cuantas ocasiones ponga en práctica su plan de gobierno, que confiemos en que sea de austeridad. En otras palabras, las calles se van a llenar de ‘pancartistas’ socialistas, comunistas y, sobre todo, sindicalistas, pues el PSOE siempre trata de imponer en la calle lo que no es capaz de conseguir en las urnas, y arrastrará con él  a sus correligionarios.
Lo escribía semanas atrás el diario The Economist: “El PSOE buscará conflictos para volver”. Y no sólo los socialistas, sino sus compinches en UGT y CCOO. Unos como otros no se van a conformar con verlas venir, sino que harán todo lo posible y lo imposible para que los populares no puedan poner en práctica sus medidas de austeridad, y se lanzarán al cuello de los dirigentes del PP para así tener alguna posibilidad en las elecciones de 2015.
Lo que ha llamado la atención sobremanera en esta última legislatura de Zapatero es la extraña paz social que ha reinado en las calles. Paz social que, evidentemente, el gobierno socialista ha pagado a precio de oro, dándoles auténticas millonadas a UGT y a CCOO. Por supuesto que en la próxima legislatura, si gana el PP las elecciones, esa paz social desaparecerá como por encanto si el partido popular –debería hacerlo– elimina las regulaciones generales y los convenios colectivos. Eso significa en la práctica –como escribe Alberto Recarte– que los sindicatos, tal y como los conocemos, deben desaparecer y ser sustituidos por representantes laborales a nivel de cada empresa. Se hace preciso y necesario adecuar los salarios a la productividad de cada empresa, en modo alguno a la inflación. Que no haya interferencias sindicales, como nos recuerda el citado Recarte. Negociar empresa por empresa –no son todas iguales en productividad, dimensión ni en el numero de trabajadores–, es decir, sin que los sindicatos UGT y CCOO metan sus jodidas narices como hasta ahora en los dichosos ERES. Y, eso sí, se hace necesario suprimir toda clase de subvenciones, entre otras, a los sindicatos, además de fiscalizar mediante el Tribunal de Cuentas “qué tal han manejado los bienes, los caudales o efectos públicos” que han tenido o tienen a su cargo. Y reducir, cómo no, el número de liberados.
Todavía nos acordamos de aquella reunión en La Moncloa –el miércoles 18 de junio de 2008– cuando Díaz Ferrán, Cándido Méndez, José Mª Fidalgo, Jesús Bárcenas y Rodríguez Zapatero se hicieron una foto en la puerta del palacete monclovita y nadie pronunció la palabra “crisis”. “Situación complicada”, “momentos complicados”, bache económico” o “situación complicada que puede empeorar”, fueron los eufemismos empleados por aquel entonces. Tan sólo fue Fidalgo el que deslizó, acaso ingenuamente, la frase “el coste de la crisis no la van a pagar los trabajadores”. De aquellos polvos, estos lodos. Después de aquella reunión, el Presidente del Gobierno hizo estas declaraciones: “Quiero agradecer su presencia y también agradecer, en primer lugar, esta reunión a los interlocutores sociales, por su actitud constructiva, sentido de la responsabilidad y por su voluntad de contribuir al desarrollo económico, al progreso social y al bienestar de nuestro país”. Repare, amable lector, en las frases: “desarrollo económico”, “progreso social” y “bienestar de nuestro país”. ¡Qué ironia!, ¿verdad? ¡Ruina de país que nos han legado unos y otros. Por eso esté atento, y al tanto, amable lector, de cómo se van a conducir socialistas, comunistas y sindicalistas de UGT y CCOO en los próximos años.

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