Escribo este comentario hoy, día 6, Domingo, a mi regreso de una grata paseata, con viento fresquito de Poniente, alrededor de nuestro monte Hacho, restallante de tonos amarillos, consecuencia del húmedo Invierno con que nos ha obsequiado la naturaleza. Coincide el día con el de la clausura de una interesante exposición bajo el lema que campea en la cabecera, correspondiente a la VII Muestra Internacional de Arte Postal Ciudad de Ceuta, organizada por la Fundación Premio de Convivencia bajo la dirección del artista Diego Segura.
La participación de artistas del mundo entero y la madurez de esta Muestra, ponen de manifiesto el interés de gran parte de la sociedad en el desarrollo de valores trascendentes para la conservación y desarrollo del mundo, tales como la interculturalidad, la convivencia, el mestizaje y la preservación del planeta Tierra, tareas –entre otras- que cada año bajo un lema diferente, sirven para tratar de promover el interés de los ceutíes en tan importantes e interesantes cuestiones. Cabe felicitar a la Fundación por tan noble iniciativa.
A propósito de la pregunta que se formula este año, los trabajos presentados apuestan decididamente por la necesidad de “cambiar la medida de pensar”, se dice en uno de los trabajos, para que, realmente, otro mundo mejor sea posible. Y para ello se recurre a composiciones artísticas en diferentes formatos y texturas que ponen de manifiesto las infinitas tropelías a que está sujeto el Planeta, tales como contaminaciones de todo tipo, desarrollo de industrias nocivas y peligrosas, poluciones petrolíferas, destrucción del medio natural, etc.
No parece que nuestro territorio esté a salvo de tales influjos, de ahí que se me ocurra opinar que el medio ambiente ceutí difícilmente podrá cambiar, a mejor, si se mantienen las pautas vigentes en determinadas políticas, que están dando lugar a la desaparición de la escasa masa forestal disponible, tal como ocurrió recientemente con la tala de un bosque con miles de eucaliptos, para remodelar salvajemente el territorio que ocupaba, haciendo desaparecer arroyos, cañadas y collados para generar una gigantesca plataforma en la que se ubicará una cárcel desproporcionada para las necesidades penitenciarias de la Ciudad.
Como acabo de ver esta mañana, otro tanto ha ocurrido en la cara de Levante del Monte Hacho, donde las sierras eléctricas ha entrado a saco, haciendo desaparecer en muy pocos días, otro pequeño bosque, también poblado de varios cientos de eucaliptos, que ocupaba la vaguada conocida como de “las cuevas”. La tarea, que se ha realizado con limpieza y celeridad, prosigue, pues la siguiente operación consiste en rellenar la vaguada con basuras y detritus procedentes del antiguo vertedero de Santa Catalina, que se pretende convertir en un ventilado parque botánico para gozo y disfrute de los ceutíes. Se destruye un bosque natural, para sembrar un problemático jardín, y mientras tanto se desnuda a un santo, para vestir a otro, trasladando las miserias y basuras de uno a otro vertedero, lo que, además, va a costar una disparatada suma de dinero. En esa misma línea se desarrollan otras políticas locales, tales, por ejemplo, como las referentes a la remodelación del Parque de San Amaro o el Plan General de Ordenación Urbana, en el que el propio Monte Hacho verá recortado su ámbito ecológico en pro de intereses urbanísticos.
Como predican los artistas postales, es necesario y posible construir un mundo mejor. Pero, así, no. Seguro.