Inversión en barriadas

El pleno de control al Gobierno celebrado ayer dejó sobre la mesa anuncios como el efectuado por el Ejecutivo que revisará el Plan de Barriadas para invertir 60 millones en distintas zonas. Yo no soy de anuncios. De hecho no me gustan los grandes titulares que recogen compromisos que, a la larga, pueden llegar a ser cuestionados porque no terminan de ser reales. No me quedo, por tanto, con la inversión de 60 millones que, dicen, se llevará a efecto. Más importante resulta lograr que las barriadas alcancen el nivel de dignidad perdido.

No es lógico, y lo he escrito muchas veces, que haya barrios en los que las infraestructuras mínimas no existen porque sus canalizaciones no funcionan o porque los equipamientos son más bien escasos. Reclamar en 2016 que un barrio disponga de su parada de bus en condiciones, de su parque infantil, de sus bancos o de sus contenedores es indigno porque esto viene a significar que carecen de algo básico. Y esto es lo que sucede hoy en día. Tenemos barrios completamente abandonados, con infraestructuras dejadas, con un nivel de olvido que las convierte en fantasmagóricas, hasta el punto de haber perdido hasta su esencia. No se trata por tanto de anunciar una lluvia de millones, se trata de atender con mimo los barrios para eliminar de una vez por todas esa sensación de desapego, ese complejo de malquerida que tienen muchas barriadas que no se ven tratadas como las del centro.
Y aquí no solo hay que hablar de infraestructuras, porque en el paquete entra todo: desde la limpieza hasta la seguridad. Sabemos perfectamente que el trato recibido no es el mismo aunque el cobro por estos servicios sí lo sea.
El ciudadano de a pie necesita gozar de un barrio en el que disponga de los servicios mínimos para su disfrute. Y hoy por hoy hay algunas zonas de la ciudad que no alcanzan esos mínimos, aunque la responsabilidad tenga que ser compartida porque en la degradación de lo que tenemos influye, también, el vandalismo permitido en muchos puntos.
No se trata de anunciar planes, ni lanzar proyectos para justificar la acción política. Se trata sencillamente de abordar por igual todas las problemáticas surgidas reconociendo que hoy por hoy hay una discriminación y unas consecuencias reales padecidas por muchos vecinos con las que hay que terminar.