Ha sido una de las noticias más anunciadas y por fin, este diciembre de 2019, ha comenzado a ser una realidad. La orden, anunciada por el propio ministro de Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, de retirar las concertinas de la valla de Ceuta se está ejecutando y los operarios de Tragsa ya han empezado a cortar las hileras de alambres y puntas afiladas que tantas tragedias han dejado en la línea perimetral que separa nuestra ciudad de Marruecos.
Porque sí. Las concertinas marcan, dañan y también matan. A lo largo de esos algo más de 8 kilómetros de perímetro se han vivido desde el año 2005 en el que fueron instaladas muchas tragedias. Ahora Interior ha decidido dar carpetazo a estos medios lesivos comenzando la retirada de unas concertinas que se colocaron hace 14 años tras la famosa crisis de las vallas.
El 14 de octubre de ese año la Secretaría de Estado de Seguridad firmaba la resolución para coronar las vallas con estos sistemas inhumanos. Ahora, en diciembre de 2019 se ordena ir retirándolas poco a poco. Y se hará no sin dificultad, porque los operarios de Tragsa van a ir quitando tramos de concertinas según vean el estado del terreno y en base a los estudios topográficos realizados sobre una base muy inestable, expuesto a derrumbes y en donde colocar las planchas metálicas con las que quieren ser sustituidas estas concertinas sería peligroso.
Subidos en una grúa, los operarios designados a unos trabajos que hacen historia en el vallado van cortando las hileras de alambre. Las cámaras de FaroTV han podido ser testigos de unas imágenes exclusivas, que recogen el momento en que a los cortes les sigue la caída de estas concertinas al suelo. Y así se irá haciendo durante toda esta semana y las venideras, hasta finalizar con todos los tramos en donde se considera factible esta medida.
Y mientras esta orden se ejecuta en España, después de años de promesas, en Marruecos su territorio asoma cada vez más blindado. Con asentamientos de agentes, con más vallas y concertinas, con zanjas y con una presión adecuada al papel de gendarme europeo que se le ha encomendado en la Frontera Sur. A España le toca ahora asumir su papel de defensor de unos derechos humanos aunque sea el escaparate de las prácticas inhumanas que seguirán viéndose al otro lado del vallado, al otro lado de una línea que ha visto demasiadas tragedias, demasiadas víctimas.
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