La Subdirección General de Planificación y Gestión de Infraestructuras y Medios para la Seguridad del Ministerio del Interior ha rechazado dar acceso a los contratos de adjudicación de los trabajos de retirada de las concertinas de las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla con importes, materiales y actuaciones a desarrollar.
Lo ha hecho en base a que “la ejecución de los trabajos objeto del encargo deben ir acompañados de especiales medidas de seguridad, máxime si atendemos al hecho de que se ejecutan en la frontera de nuestro país de interés esencial para la seguridad del Estado”.
“Dada la orografía donde radican los perímetros fronterizos, la existencia de puntos o zonas de mayor vulnerabilidad, y la probabilidad de que las redes criminales aprovechen la ejecución de las obras de refuerzo y modernización del perímetro fronterizo para facilitar entradas planificadas y organizadas”, ha argumentado el Ministerio, “se exige limitar el acceso a la información técnica de las obras a realizar”.
Sobre las mismas únicamente se ha precisado que “las actuaciones se iniciaron en el mes de noviembre de 2019 y tendrán una duración estimada de 10 meses”. Tienen un presupuesto de 8,3 millones en Ceuta y supondrán “un refuerzo de la seguridad” en la valla donde según Interior “desde 2006 solo se habían hecho reformas concretas para reparar daños”.
Mientras, el ambicioso proyecto con el que el Ministerio del Interior quiere conseguir la cuadratura del círculo en pleno perímetro fronterizo de Ceuta, combinando humanidad con impermeabilización, ha dado un paso más con la colocación de los primeros tubos antitrepado que van a coronar la valla sustituyendo las concertinas. La primera colocación de estos elementos, también llamados ‘peines’, se llevó a cabo en el tramo de Berrocal, pero se continuará en todas las zonas del perímetro, tal y como adelantó en exclusiva este periódico.
Estos tubos coronarán las vallas y llevarán acoplados en su interior una especie de rodillos giratorios que todavía no han sido colocados y que se ubicarán en el vallado exterior. Son las alternativas “menos cruentas” por las que apuesta el Ministerio del Interior. Lo que pretende la cartera que dirige Fernando Grande-Marlaska es que el inmigrante que intente cruzar el doble vallado, que serpentea los más de ocho kilómetros que separan la ciudad de Marruecos, se tope con una valla que se va a aumentar de altura en un 30% hasta llegar en algunos tramos a los 10 metros.
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