El tránsito de mercancías ya no se llevará a cabo a través de un paso que, inaugurado en 2005, no ha terminado por convencer ni a la clase empresarial ni a la policial. Lo que nació como una solución a periodos de apedreamientos demasiado continuados ha terminado convirtiéndose en la peor de las medidas. Nadie quiere el paso, ni las propias fuerzas de seguridad ni los comerciantes. Económicamente tampoco resulta siquiera viable a un Gobierno que desembolsa importantes cantidades económicas en las dietas que arrastran las UIP llegadas de cualquier punto de la península para garantizar la seguridad en el Biutz.
No obstante, pocas son las alternativas que pueden ponerse encima de la mesa y, de entre todas ellas, prevalece la habilitación de un paso paralelo a la frontera del Tarajal que facilitará el tránsito de los porteadores, de forma exclusiva, por la nave que ocupó la sociedad de Acuicultura.
Los porteadores entrarían y saldrían por un paso habilitado en este punto, creado de forma paralela pero independiente a la frontera, con lo cual ya no se producirían las entradas junto al resto de trabajadores transfronterizos ni tampoco sus salidas por el Tarajal, lo que sigue provocando colapsos y retenciones.
Observó también la reforma de la misma frontera
Pero el mismo delegado del Gobierno aprovechó esta circunstancia para señalar de manera clara que otra de sus prioridades, desde luego, en cuanto a la frontera del Tarajal es, desde luego, la reforma en profundidad del paso, al igual que ya lo está haciendo el vecino país y cuyas obras se confía que estén terminadas a lo largo de este mes. Pues bien, Felipe del Pozo también tuvo la oportunidad de que le explicaran cuales eran las líneas maestras de esta reforma necesaria ganando hacia el mar el espacio necesario para el incremento de los carriles de entrada y salida.