No tengo una idea muy clara de cuál pudo ser la base para, por ejemplo, instauraren España el Plan Callejo que es el que tocó seguir a mí y a la gente de mi edad. Yo oía hablar de la existencia de ese Plan pero, desde luego, no conocía sus interioridades ni cuales fueron las premisas en las que se basó para su puesta en circulación.
Lo que sí sé es que era un Plan amable y que lo fuimos siguiendo –la gente de mi edad– con una cierta holgura. No había problemas políticos sobre dicho Plan, y si los había no nos enterábamos. La vida de España era otra muy distinta a la venimos viviendo desde hace ya unos cuantos años, desde que la Formación se ha querido monopolizar políticamente. Antes la vida era más amable y sencilla, aunque pudieran existir otros problemas en el ámbito mundial.
A mí se me acabaron las cuestiones de ese Plan en Junio de 1936 y bien saben ustedes –o deben saber– que muy pocos días después varió, drásticamente, la vida en España y hubo que ceñirse a esas nuevas circunstancias hasta que con el paso de unos duros años dieron, como fruto, un nuevo e importante estado de cosas bastante duras ya que, como deben recordar, estuvimos sujetos a un cierto castigo mundial, del que se fue saliendo poco a poco conforme los ánimos se fueron templando y aparecían en el mundo otras exigencias para las que era conveniente contar con España para llegar a alcanzar la solución que consideraban adecuada las grandes Potencias del momento. A partir de ese momento, en España se empezó a pensar de otra manera.
De hecho pasamos a formar parte de un grupo de naciones de mucho peso en el mundo y que debía vigilar que ese peso –influencia, dirección, organización y también mando– no sólo no se debilitaran sino que se fortalecieran y aumentaran. España tuvo que amoldarse a esas circunstancias y hasta comprendió que ese estado de cosas era necesario y que, posiblemente, iría evolucionando hacia algo más sólido y firma. Para ello hacía falta. ante todo, una preparación personal mucho más amplia que la que nos proporcionó el querido Plan Callejo y, sobre todo, tener conciencia clara de que había pasado el tiempo en el que a los españoles nos gustaba vivir en España, porque en los otros países, de Europa y del mundo, había muchas exigencias a las que no estábamos acostumbrados.
La formación en España tiene que ser mucho más amplia que lo era años atrás. ¿Acaso no interesa a España, como país europeo, cuanto pasa en las cercanías de Europa y que, de alguna forma, apuntan a sistemas de vida completamente opuestos y retrógrados en comparación a lo que tanto nos ha costado conseguir? Nuestra formación, la de los mayores y jóvenes –tanto de mujeres como de hombres–. tiene que tender a ser una forración europea, sin olvidar que ésta está ligada a la de los países más importantes del mundo. Esto no quiere decir que haya que olvidar lo nuestro, pus tenemos valores muy dignos de ser tenidos en cuenta por todo el mundo. Pero hay que esforzarse al máximo tanto en un sentido como en otro.
Son modelo de formación a seguir la que permite que nuestros profesionales, jóvenes y mayores, salgan de España y triunfen en Europa y América. Ellos han trabajado con ilusión para ser unos profesionales muy competentes y así lo aprecian en esos países extranjeros a los que van o son enviados por sus Empresas. A nadie le darán nada regalado, por mucha pena que nos dé su situación. Es ella o él los que han debido esforzarse en adquirir una formación de alta categoría, sin olvidar –por supuesto– la formación moral y la de sacrificio por todo aquello que necesita ese esfuerzo personal que sólo lo proporcionan quienes saben olvidarse de sí mismos para pensar en los demás.