El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, volverá a visitar hoy Ceuta por tercera vez en menos de dos años. La primera vez que lo hizo la ciudad estaba al borde del abismo por una crisis migratoria sin precedentes que el Estado debía y supo reconducir recurriendo a todos sus instrumentos de la mano de la Ciudad Autónoma y de la mano de la inmensa mayoría de las fuerzas políticas locales representativas.
Con la segunda anunció la apertura de unas nuevas relaciones con Marruecos que son especialmente beneficiosas para las regiones limítrofes con el país vecino, sobre todo las dos ciudades autónomas.
Esta vez regresa junto a su ministra de Sanidad, Carolina Darias, que ya estuvo en la ciudad en diciembre, para inaugurar el nuevo Centro de Salud del Tarajal. Que un líder del Ejecutivo central no se suela desplazar para vestir de largo inversiones de tan relativamente pequeña cuantía (alrededor de 5,5 millones) pone de manifiesto que la atención que dispensa el actual Ejecutivo de la Nación a Ceuta es acorde con sus singularidades y con el compromiso adquirido de garantizar a la ciudad un futuro estable y seguro.
Tal postura debería ser recibida como mínimo con satisfacción crítica por el común de los ceutíes, tal y como hace el Ejecutivo local, que ofrece a la institución del Estado, con independencia de su color político, el respaldo preciso para sostener la imprescindible colaboración institucional que demandan los intereses de Ceuta.
Se trata de un apoyo, como ayer explicó el presidente Vivas, responsable y leal, pero no “incondicional”. Exactamente igual que el Estado debe reclamar a la administración local que cumpla, el Gobierno de Ceuta debe ser escrupuloso en la exigencia de que la del Estado no deje dormirse en ningún cajón todas las medidas recogidas en el Plan Integral de Desarrollo Socioeconómico, cuya Comisión de Seguimiento volverá a reunirse el próximo 13 de marzo.
Si las dos administraciones (y el resto de partidos políticos y agentes socioeconómicos) ponen su trascendencia como instituciones en favor del interés general de la ciudad y por tanto del conjunto de España por encima de cualquier otro interés, como están demostrando hasta ahora, será factible confiar en que los objetivos planteados puedan alcanzarse.
Es necesario valorar los pasos dados hasta la fecha tanto por parte del Gobierno central como por el de Ceuta con un mismo horizonte y seguir avanzando en asuntos pendientes como la formalización definitiva y permanente del régimen de funcionamiento de la frontera, consolidar las bases de su aduana comercial, concretar el encaje de la ciudad en la UE, contribuir a tener las mejores relaciones con Marruecos basadas en el respeto y mejorar la calidad de vida de los ceutíes.
Pero ello solo será posible desde la cooperación institucional leal y sincera. Abocar a la ciudad al enfrentamiento interno o el choque con otras administraciones por ideología es un camino a la perdición del que tanto Sánchez, por un lado, como Vivas, por el otro, han sabido apartarse con acierto.
Esa línea de la bronca permanente solo tiene un significado: que no se quiere nada bueno ni para Ceuta ni para los ceutíes.
El Gobierno de España ha demostrado hasta ahora con hechos que apuesta por Ceuta. Con la de hoy son tres las visitas de Sánchez; se ha sacado adelante un plan estratégico; se ha trabajado en mejorar las relaciones con Marruecos poniendo en marcha la aduana comercial... Hay promesas pero también hechos. Este es el camino, el que demuestra que realmente sí se hace algo positivo por esta ciudad.