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Habla el inmigrante acusado de organizar el salto a la valla de Ceuta del 26J: "Solo salté y me salvé, pero nunca fui violento"

Se llama Alí. El 28 de agosto fue detenido en la Operación Yebala, desarrollada por la Guardia Civil de Ceuta para esclarecer la organización delictiva que existió detrás de la entrada de 602 inmigrantes por el vallado. Una entrada en la que hubo varios guardias civiles heridos, en la que se arrojaron productos abrasivos, armas caseras tipo lanzallamas o se usaron radiales, además de lanzarse botes con sangre y heces. Aquello marcó un antes y un después en la historia de la inmigración y en la visualización de este fenómeno hasta dar pie a las posteriores devoluciones exprés tanto en Ceuta como en Melilla.

Alí es el exmilitar nacido en Togo que, según la investigación de la Benemérita, dirigió ese pase, hasta el punto de liderar un presunto grupo criminal al que el Juzgado relaciona con hasta 18 delitos leves de lesiones, los que se corresponden con los agentes heridos. De todo ello debe responder él y ocho subsaharianos más.

Desde agosto hasta esta misma semana, Alí ha permanecido en prisión, en uno de los módulos de la cárcel de Mendizábal. Hasta allí, este jueves, fue una unidad de la Policía Nacional a recogerlo, después de que el juzgado hubiera retirado la imposición de una fianza de 6.000 euros para poder recuperar la libertad. Primero la rebajó a 2.000, después la retiró al entender que ya no existe ni riesgo de fuga ni posibilidad de destrucción de pruebas. Alí y su supuesto lugarteniente quedaron libres, con cargos, a la espera de juicio.

El protagonista, quien abrió todos los telediarios este agosto, la persona en la que todos los medios se fijaron nunca antes había dado su versión sobre lo sucedido. Quien figura en esta causa como un exmilitar peligroso y preparado hasta el punto de poder liderar esa entrada masiva, coordinando un pase que desestabilizó a las fuerzas de seguridad por completo, habla con FAROTV. Y lo hace para negar que tenga ascendencia militar o que haya sido el líder de este pase. Qué ocurrió la madrugada de ese jueves, 26 de julio, lo recuerda como una forma de salvar su vida.

Esa madrugada “atravesé la frontera. Estaba herido, cuando salté me salvé. Me fui corriendo al campo, ya no sé qué pasó allí, yo tenía la pierna herida. Seguí corriendo para que no me cogieran y me devolvieran a África”, explica, negando cualquier tipo de ataque a los agentes y resumiendo su acción en una mera “defensa”.

Pero la Guardia Civil no piensa lo mismo. Ha aportado más documentación en el juzgado y practicado diligencias que se añaden a una causa que ya ha terminado su instrucción. Alí, por contra, insiste en que no es violento.

“No soy ni peligroso, ni violento. No he hecho nada peligroso en toda mi vida, ni de más joven. Tampoco soy militar”, como se ha dicho, manifiesta en una entrevista a las puertas de un CETI del que salió un 28 de agosto esposado y al que ahora ha regresado en libertad.

El día de su detención, la Benemérita hizo saber que había hecho alarde de esa faceta de radicalidad, atacando incluso a un agente del Cuerpo. Alí dibuja lo sucedido ese día como algo completamente distinto.

“Me levanté, fui a buscar comida” al comedor, “y me encontré con la Guardia Civil. Me detuvieron y me presentaron ante la Justicia para que explicara qué había pasado el día que salté la barrera”, explica en un tono pausado, en francés, porque el español tan solo lo chapurrea, gracias a las clases que ha recibido en prisión.

Después de aquella declaración se pasó al ingreso de este subsahariano en prisión, en donde asegura que ha aprovechado para hacer deporte, ganándose el aprecio de los funcionarios. “He estudiado español y he hecho mucho deporte porque siempre me ha gustado. Los guardianes están contentos conmigo”, añade, en relación a los funcionarios con los que ha compartido dos meses entre rejas.

Alí asegura que ese 26 de julio saltó la valla buscando la libertad, como sus compatriotas. Es su versión de una historia que choca frontalmente con la recogida en el procedimiento judicializado en Ceuta. “Yo solo salté la valla buscando una mejor vida, sufría mucho en África. Nunca fui violento, no sé qué es la violencia, no la conozco. Doy las gracias a Europa”, sentencia.

La Justicia, cuando llegue su turno, será la que deba determinar qué parte de la balanza tiene más peso y quién o quiénes fueron protagonistas de una entrada que terminó traduciéndose en un cuerpo a cuerpo a pie de frontera.

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