La magistrada titular del Juzgado de lo Penal número 1 ha condenado a un inmigrante argelino residente en el CETI a pagar una multa de 360 euros por incurrir en un delito de desobediencia grave. Todo ello porque, tras ocultarse debajo de un ferry con el que pretendía llegar a la Península de forma irregular, no atendió las órdenes de los agentes de la Guardia Civil que le instaban a salir del lugar.
El condenado, que ni siquiera compareció a la vista oral celebrada el 17 de febrero, es sancionado al pago de una multa pero no al alejamiento de la zona portuaria que se llegó a solicitar. La sentencia, a cuyo contenido íntegro ha tenido acceso El Faro de Ceuta, es destacada puesto que viene a condenar un comportamiento rutinario y que se repite de forma constante entre los inmigrantes que intentan colarse en los buques. La diferencia estriba en que en esta ocasión los agentes de la Guardia Civil procedieron a denunciar. Y sí, el Juzgado de lo Penal número 1 ha considerado que el desobedecer a los agentes y no salir del hueco en donde un inmigrante se esconde es delito y, por tanto, tiene su oportuna condena como sucede en este caso.
Las declaraciones de los agentes han sido “coherentes y coincidentes”
Los hechos a los que hace referencia la sentencia se produjeron el 4 de enero de este año, en una de las salidas que debía realizar el buque Volcán de Teno en dirección a la Península. El barco salió dos horas más tarde, debido a que el ahora condenado, identificado como D.B., se negaba a salir del habitáculo en el que se encontraba.
Las declaraciones “coherentes, complementarias y coincidentes” de dos agentes de la Guardia Civil han sido determinantes para dictar condena, más si cabe cuando el propio protagonista de los hechos ni siquiera acudió a la vista oral y ni se sabe su paradero actual a pesar de que estuvo censado y registrado en el CETI del Jaral.
El acusado, un residente en el CETI, ni siquiera compareció a la vista oral
El protagonista de este suceso es conocido entre los guardias civiles del puerto por haber intentando colarse en cuantiosas ocasiones sin éxito. Esa noche también lo intentó y ante la orden de salida que le cursó uno de los agentes replicó que la única manera en la que saldría de allí sería en una caja de pino, “con los pies por delante”. Se tuvo que esperar a que otra agente que domina el árabe quedara libre de su control en la estación marítima para que, en su idioma, le instara a deponer su actitud. Él insistió en no moverse por lo que se tuvo que hacer uso de una manguera de agua a presión para provocar su salida.
Las pruebas obtenidas en la fase estelar de juicio oral son suficientes como para enervar la presunción de inocencia.
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