El asalto masivo a la valla de Ceuta con Marruecos el pasado día 26, en el que consiguieron entrar en Ceuta 602 inmigrantes, evidencia la enorme presión inmigratoria que Ceuta y Melilla vienen soportando en su condición de fronteras exteriores de la Unión Europea (UE), equivalente en entradas en un día al barco Aquarius al que Italia no permitió la entrada, para luego traerlo a miles de kilómetros hasta Valencia.
Eso excede en mucho de sus posibilidades como ciudades pequeñas que disponen de un territorio muy reducido, encerrado por la frontera con Marruecos y rodeado por mar, con una elevadísima densidad de población muy superior a las demás Comunidades Autónomas, con muchas dificultades y numerosos problemas que impone su separación física de la Península, con las deficiencias sanitarias y de salubridad que pueden acarrear tal aluvión de personas llegadas a la vez de países subsaharianos y magrebíes con escaso o nulo control sanitario, más el peligro que representa la posible infiltración de terroristas confundidos con los inmigrantes en dos ciudades tan estratégicas y sensibles, que si los 602 que entraron el otro día hubieran sido terroristas y se hubieran colado con armas de fuego, casi toman Ceuta por sorpresa.
Pero quiero referirme primero al problema desde el punto de vista que afecta a los emigrantes, por el dramático problema humano que para ellos representan esos intensos flujos migratorios, la tragedia humana tan dolorosa de tantas vidas arrebatadas por el mar en su ilusión por escapar del hambre, la miseria, la opresión, la marginación, la injusticia social y las dificultades de supervivencia en sus países de origen, arriesgando sus vidas con tal de buscar un horizonte más amplio en un mundo mejor. Es muy doloroso ver que esto esté sucediendo y que esa imagen tan lamentable tengamos que verla tantas veces repetida sin poder hacer nada para que no vuelva a repetirse. Esa triste y desgarradora realidad conmueve a cualquiera, porque es verdaderamente desolador tener que ver tanta pobreza y miseria humana en estas personas que, por si fuera poco, se ven sometidas a mafias que impunemente comercian con ellos en Marruecos con la nueva esclavitud del tráfico humano.
El problema de la inmigración ilegal, como global que es, debe abordarse también globalmente, con tratamiento específico en los propios países de origen, con medidas eficaces que tiendan a paliar, al menos, tan lamentable situación. Para ello, creo que habría que crear en Europa un fondo de solidaridad constituido por los países miembros para ayudar a los países pobres; cuyo fondo debería ser administrados paritariamente por los países donantes junto con los donatarios, para asegurar que las aportaciones a los mismos vayan destinadas exclusivamente a los inmigrantes para promover en sus países acciones de orden social, cultural, desarrollo, inversiones, industrialización y crecimiento económico para elevar el nivel de vida y las posibilidades de empleo.
Debería existir también un órgano supranacional en las Naciones Unidas encargado de exigir a los gobernantes de los países de origen el compromiso serio de colaboración para tratar por todos los medios de erradicar tan tristes situaciones en origen, a base de modernizar sus estructuras políticas y administrativas dentro de un orden democrático, de libertad, estado de derecho, paz y justicia social, poner fin a la compraventa de armas, a las luchas internas entre grupos y etnias, a las guerras tribales y de religión, a matanzas entre tribus y a las injusticias sociales que tanto se dan en algunos países, porque es una verdadera pena y una vergüenza que al lado de tantas miserias florezcan monarquías y dirigentes políticos de numerosos países de donde los inmigrantes proceden viviendo en la opulencia y el despilfarro, gastando partidas multimillonarias en acciones bélicas que casi siempre van dirigidas contra el propio pueblo con luchas fratricidas y sangrientas. No puede ser que mientras se gasten ingentes sumas de dinero en comprar armas, el pueblo esté muriéndose de hambre o se le esté oprimiendo y hasta matando en algunos casos.
También, que cada país rico o necesitado de mano de obra, elabore cupos de inmigrantes legales, canalizando ofertas de trabajo hacia los países pobres, y que se provea a los inmigrantes legales de la debida autorización de residencia y permiso de trabajo. Y en el ámbito de la UE, que se proceda a la armonización de toda la normativa sobre inmigración, de forma que la misma sea común y con una misma unidad de criterio para todos los países miembros, debiéndose llevar a cabo una acción conjunta y compartida, implicándose todos. No puede ser que España esté gastando tan ingentes sumas en inmigración y, encima, se le demonice, junto a sus Agentes, como si fuéramos los españoles los que hubiéramos creado el problema que nos viene de fuera, y ante el que todos los países miembros deben responsabilizarse y ser solidarios.
Y menos puede ser que España esté sola haciendo de barrera de contención de la inmigración ilegal en el Estrecho hacia la UE, haciendo un gran esfuerzo en medios personales y materiales, y que luego muchos de los países miembros, principalmente los nórdicos, se desentiendan totalmente del problema. Como también se desentienden la práctica totalidad de las monarquías y emiratos árabes, ricos productores de petróleo, a los que los inmigrantes jamás se les ocurre ir, ni esos países los quieren acoger ni dejarles entrar. ¿Por qué será?.
Y para colmo, como sucedió en su día en el lamentable accidente en la frontera marítimo-terrestre de El Tarajal cuando se produjeron 15 ahogados del lado marroquí, vengan luego la nórdica ex comisaria de Interior, Malmströng, y la propia UE a pedir explicaciones a España, sin ni siquiera haber querido aquella buena señora venir a Ceuta a enterarse de los serios y graves problemas que aquí padecemos por tratar de frenar las sucesivas oleadas y avalanchas de inmigrantes hacia esos Estados nórdicos que luego se niegan a admitirlos. Ceuta y Melilla están soportando la mayor carga en materia de inmigración, como receptoras que son de las mayores avalanchas de flujos migratorios en Centros de acogida que tantos gastos y problemas originan, y que están colapsados.
Quiero ahora poner especial acento para resaltar la entrega, sacrificio y esfuerzos de las Fuerzas de Seguridad españolas, con sus miembros jugándose a diario la vida para salvar la de inmigrantes en pateras, gomas hinchables y artilugios rudimentarios en los que temerariamente las mafias embarcan a hombres, mujeres embarazadas y niños casi bebés, pese a que tales mafias conocen los graves riesgos que corren. Más, ¿no llama la atención que en Marruecos últimamente no tengan ningún problema para salir las pateras abarrotadas de gente, lo mismo que los continuos cargamentos de drogas, a los que a diario nuestros Agentes tienen hacer frente?. ¿Es que tan poco visibles son al embarcar en las playas tan enormes avalanchas y cargamentos?.
Y es llegar a España o navegar en sus proximidades y esos Agentes españoles son los primeros en atenderles, socorrerlos, en muchos casos salvándoles la vida y entregándoles en Centros de Acogida en los que se les provee de mantas, ropa nueva, alimentos, cochecitos para bebés, teléfonos móviles y otros bienes de uso y disfrute; porque a España vienen todos de fuera a gastos pagos, pese al abultado paro que todavía padecemos, con un 50 % de paro juvenil, más de un millón de familias que no tienen ninguna ayuda para poder comer y han de acudir a Cáritas, asociaciones como ONG u otros centros benéficos.
Esos Agentes españoles, dignos profesionales con gran sentido de la responsabilidad y del deber, en ningún caso merecen ser tratados con la violencia y agresividad con que fueron increpados en tan bárbaro ataque a la valla, utilizando lanzallamas caseros, rociándolos con cal viva, ácido, excrementos, orines, palos, piedras, cizallas, ganchos, radiales y otros objetos contundentes, insultando a los Agentes y estando perfectamente organizados, planificados y coordinados, en lo que más parecía una invasión exterior de fronteras en toda regla, pese a que algunos de los acogidos hayan declarado que “no vienen a ser violentos”; pues anda que si hubieran venido a serlo, que aun así hirieron a 22 Agentes…¿Y es que esos dignos funcionarios no tienen derechos humanos, sino sólo quienes atentan contra ellos y los apalean?. Las leyes y hasta el Código Penal penalizan tales atentados. ¿Por qué no se aplican y se cumplen?.
Esa situación es de todo punto intolerable e insostenible, que crea una gran alarma social en la población. Y, ojo, que hay 50.000 más en Marruecos y un millón más en Libia esperando dar más asaltos. Eso es una olla a presión que puede explotar en cualquier momento, con tragedia incluida. Y ahora vienen perfectamente organizados y coordinados, aleccionados por las mafias. Y desde que el mundo es mundo y el Derecho Internacional existe, en todos los Estados siempre ha habido fronteras, que son el límite a partir del que empieza a manifestarse la soberanía de las Naciones, desde la que ejercen su jurisdicción, competencias, vigilancia, controles de entradas y salidas, sanitarios, de Aduanas, etc. Y el día que desaparezcan las fronteras, o no se defiendan adecuadamente, desaparecerán los Estados, los inmigrantes invadirán Europa y los europeos tendremos que irnos a sus países de origen, a ver si allí nos dejan de entrar y nos acogen. ¿Alguien lo cree?. Y ya sé que lo ideal sería lo de “papeles para todos”, pero eso es una mera utopía prácticamente irrealizable. Quienes eso preconizan, ninguno se lleva a un solo inmigrante a su casa.
Ni el Derecho Internacional ni el Comunitario obligan a los Estados a admitir a extranjeros de terceros países en sus territorios. Todos los Estados del mundo exigen en sus normas internas para entrar que cada persona se identifique, declare su nacionalidad y posea un pasaporte o visado consular. Y aunque dentro de la (UE) existen la libre circulación de personas, capitales, mercancías y establecimiento, en los casos de Ceuta y Melilla, al ser fronteras exteriores de la UE, son obligatorios los controles de entradas y salidas al territorio comunitario; es más, incluso para los comunitarios, las mismas normas comunitarias establecen la llamada “cláusula de excepción” en lo referente a cuestiones que afecten a la seguridad interior y mantenimiento del orden público, a la que puede recurrir todo Estado miembro, como materia de su exclusiva competencia.
Es cierto que el Derecho Internacional y el Comunitario reconocen el derecho de asilo; pero la potestad de concederlo o no corresponde al Estado al que llegan, previo examen caso por caso. Lo que no puede ser es que vengan por cientos en continuas oleadas, que en ellas puedan colarse camuflados terroristas –como en otros países ha ocurrido- que tanta sangre y terror han derramado ya con sus numerosos atentados cometidos y que, encima, como premio a su ilegalidad, a su radical violencia y extrema agresividad, en lugar inculparlos por los distintos delitos que cometen, algunos pretendan que se les abran de par en par las fronteras, se les acoja sistemáticamente y sin control se les conceda asilo indiscriminado, pese a llegar como una horda humana descontrolada de más de 700, derribando vallas y apaleando a 28 honrados Agentes, quitándoselos de en medio por la fuerza para entrar ellos, aun viniendo indocumentados, negando su nacionalidad para eludir la repatriación, utilizando la fuerza y violencia, insultando, atropellando y llevándoselos por delante, pese a ser agentes de la autoridad, que están cumpliendo con la misión que la Ley y el Estado les asignan.
Pues vayan mi reconocimiento y mi profunda solidaridad para todos esos dignos Agentes, sean de Policía, Guardia Civil, Policías Local y Portuaria, de Salvamento Marítimo y Aéreo y demás persona e instituciones pertenecientes a la Seguridad del Estado, Cruz Roja y todos los que de una u otra forman velan por la salvación de vidas, rescate, seguridad y trato digno dado a los inmigrantes, teniéndolo que hacer en condiciones precarias de dotación y medios, y en ocasiones poniendo en riesgo sus propias vidas y yendo más allá de lo que sus obligaciones les imponen.
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