Ingesa contabiliza 44 televisores robados desde que abrió el Hospital

Una empresa gestionará este servicio. Hace dos semanas sustrajeron un monitor médico para su venta en el mercado negro. Por desgracia, es la tónica habitual desde que el Hospital Universitario comenzó a funcionar a pleno rendimiento en febrero de 2010. Desde su apertura hace poco más de cinco años, el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa) no solo ha sufrido el robo de los mandos a distancia, sino que también ha registrado la sustracción de 41 televisores de las habitaciones y tres de mayores dimensiones ubicados en los pasillos. Un censo que irrita a los gestores por la ausencia de civismo en el comportamiento de algunos usuarios del clínico de Loma Colmenar.
El robo de pantallas es solo un ejemplo del saqueo que, prolongado en el tiempo, se produce en las dependencias hospitalarias. Engrosan además esta lista de “pequeños hurtos” otros botines como estetoscopios y teléfonos. Uno de los casos más llamativos ocurrió hace dos semanas, cuando también desapareció un monitor médico inservible fuera del ámbito sanitario que llevó a Ingesa a concluir que su destino fue el mercado negro. Sin embargo, como puntualizó el director gerente de Atención Sanitaria en Ceuta, Justo Ostalé, fue algo puntual, “no es tan normal que roben aparatos médicos”.
Ostalé se ha propuesto cerrar el cerco en torno a estos incidentes que, precisó, “vienen de largo”, y anunció que Ingesa está pendiente de adjudicar que sea una “empresa especializada la que se encargue de la gestión de los televisores”, una de los recursos más castigados por este pillaje a baja escala que acumula ya 44 golpes. “No puedo obligar a la plantilla, encima, que esté atenta a la pantalla y el mando”, explicó el facultativo.
El sistema, empleado en otros hospitales tanto públicos como privados, explicó el doctor, consistiría en pagar en función del tiempo de uso del servicio, con personal o una máquina que suministre el mando a distancia y el cual habrá que devolver. El director gerente consideró “triste” que otros pacientes carezcan de televisión porque alguien se las ha llevado y lamentó que su restitución es una de las partidas “que se tienen que derivar para este año, pero que podría ser para otra cosa”.
La solución definitiva, ¿sería aumentar el número de efectivos de seguridad? Ostalé negó que el Hospital sea “una prisión de alta seguridad” con “registros a la salida” ya que está controlado pero es un “espacio abierto”. El doctor aclaró que la “vigilancia no es agresiva”, aunque adelantó que “ahora salen los pliegos e indudablemente pedimos más seguridad”. Este portavoz de Ingesa aludió a las dificultades para interceptar esos “pequeños hurtos” porque, aunque cuentan con cámaras, “a veces los cogemos pero esto no es una cárcel”.
En la protección de estas instalaciones sanitarias, el máximo representante del Hospital Universitario recordó que lograron el acceso restringido a determinadas alas “para que no haya personas de más”. Preguntado sobre la posible relación entre el exceso de visitantes a las habitaciones y los robos, Ostalé indicó que intentan evitar la afluencia de tantas personas, “más que nada por la seguridad de los pacientes”. Diferencia entre estos hurtos y la trama de las recetas médicas Justo Ostalé, director gerente de Atención Sanitaria de Ingesa en la ciudad autónoma, negó que estos hurtos consecutivos sean denunciables ya que en ninguno de los casos encontraron conexión entre los robos acumulados desde la puesta en marcha del Hospital Universitario en 2010. Un saqueo que diferencia de otras sustracciones de material detectadas en las dependencias de Loma Colmenar como el robo de talonarios de recetas médicas a finales de 2014 interceptados por la Policía Nacional. El Cuerpo Superior efectuó varias detenciones por la relación que detectó con la adquisición fraudulenta de sustancias estupefacientes en distintas farmacias de la ciudad después de que varios médicos presentasen denuncias una vez advertidos por la Inspección Farmacéutica. Tras poner a disposición de la Autoridad Judicial a la persona acusada de la adquisición de los medicamentos, los investigadores ampliaron su actuación para conocer la procedencia de esas recetas y la identidad de las personas que determinaron responsables de su adquisición. Las pesquisas policiales condujeron a que las recetas se habían sacado de diversas consultas de traumatólogos y cirujanos del Hospital Universitario. El número total de recetas sustraídas podría alcanzar las 2.000, según los datos recopilados por los investigadores. 

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