Cerca de 100.000 niños carecen de documentos en Marruecos, lo que dificulta su acceso a servicios esenciales, como la educación o la sanidad, un fenómeno que se ha agravado en los últimos años, según denuncian expertos que trabajan en la materia.
La falta de documentos -acta de nacimiento, libro de familia, carné de identidad- deja a estos niños en la invisibilidad más absoluta.
El Gobierno marroquí lanzó en abril de 2019 una nueva campaña nacional para la inscripción de niños en el Registro Civil y para la labor ha creado un comité ministerial mixto y comisiones regionales, pero la covid-19 y el confinamiento han paralizado esta operación, según pudo saber Efe.
Según cifras oficiales presentadas por el ministro de Derechos Humanos, Mustafa Ramid, el año pasado ante el Parlamento, en diciembre de 2018 se habían identificado 91.474 niños no inscritos en el Registro Civil.
El presidente de la Fundación Amane Para la Protección de la Infancia, Abdellah Soussi, estimó que esas cifras no reflejan la realidad de este fenómeno y deben ser más altas, puesto que hay niños aun no identificados, sin olvidar que hay también adultos en este limbo administrativo.
Según Soussi, el fenómeno no es solo rural, sino más bien urbano: de hecho, el tercio de los niños no registrados que fueron censados son de la región Rabat, Salé y Kenitra.
"Allí donde haya vulnerabilidad social habrá muchos niños no registrados", lamentó Soussi.
Los "candidatos perfectos" para acabar fuera del registro son los niños nacidos de matrimonios coránicos, los hijos de madres solteras, los nacidos tras una violación, o los vástagos de una familia en pobreza extrema.
Habiba -nombre ficticio porque la persona prefiere guardar el anonimato- es una de las personas a las que la Fundación Amane ayudó a sacar de la irregularidad administrativa, junto a otros 1.400 casos que la ONG resolvió en 2017 en la región sureña de Souss.
Procedente de un pequeño pueblo cerca de la localidad de Igherm (sur), Habiba, de 22 años, consiguió hace cinco su primer acta de nacimiento, lo que marcó entonces un antes y un después en su vida.
"Estaba como incompleta; siempre me decían 'Tú no cuentas en el mundo'", cuenta por teléfono, con la voz quebrada.
Hija de madre soltera, Habiba no ha podido -por falta de documentos- acceder a la escolaridad convencional, como tampoco pudo viajar ni siquiera a los campamentos de verano que una ONG organizaba para las personas que acudían a cursos de alfabetización.
Con el acta de nacimiento en la mano, Habiba logró hacer sus estudios primarios tras examinarse por libre, y con ello sacó otro título de formación profesional de electricidad, con el que acaba de conseguir un trabajo.
Las ONG que operan en la protección de la infancia reclaman una mayor flexibilidad de los trámites administrativos para agilizar la inscripción de los niños.
"Hacen falta procedimientos más flexibles, unificados y simples", apuntó Ana Habiba Dahbi, coordinadora de la asociación española AIDA, que acaba de finalizar un proyecto de dos años para registrar a niños no inscritos en la provincia de Chaouen (norte del país), donde abundan las viviendas aisladas en plena montaña.
Con la colaboración de las autoridades locales, AIDA ha podido facilitar la inscripción de un total de 856 niños procedentes de tres poblados (Ouauzgan, Tamarot y Bni Smih) en las montañas del Rif, entre Chaouen y Alhucemas.
La lejanía, además del carácter aislado y disperso de estos pueblos han dificultado la inscripción de estos niños; a veces influye el hecho de que sus padres se dedican al cultivo ilegal del kif (canabís) y son reacios a todo contacto con las autoridades, cuenta un vecino de la región.
Dahbi precisa que los trámites administrativos y los documentos que se exigen dificultan la operación del registro, como la obligatoriedad de inscribir a un recién nacido en el plazo de un mes, pasado el cual el procedimiento puede durar meses.
No siempre la culpa es del Estado: según Dahbi hay una responsabilidad de los padres, que por razones culturales o por negligencia no inscriben a sus hijos.
El periodista marroquí Hicham Houdaifa, que acaba de publicar un libro sobre la precariedad infantil (Enfance au Maroc), señaló que la situación del niño en Marruecos podría ser mucho más grave si no fuera por la intervención de la sociedad civil.
Son las ONGs las que ponen en marcha alternativas "para paliar la ausencia o ineficacia" de algunas estructuras gubernamentales y la multiplicidad de organismos de protección infantil.
"La campaña nacional lanzada por el Gobierno para inscribir a los niños es positiva, pero tiene que ser una urgencia nacional", insistió.
El Gobierno marroquí lanzó una primera campaña en 2017 que hasta diciembre de 2018 consiguió inscribir a 53.418 niños en el Registro Civil.
Aún quedan 100.000 niños invisibles.
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