Quienes entre nosotros tienen la condición de inmigrante, refugiado, extranjero, están llegando a ser una amenaza y están adquiriendo la condición de “enemigo”. Enemigo porque vienen de otros países, con diferentes costumbres, con diferente color de piel, diferente idioma, pensando diferente o teniendo una fe diferente. Éstas son las recientes palabras del Papa Francisco, el primer pontífice no europeo en 1.300 años. Con estas palabras, el primer Papa latinoamericano, en su defensa de la justicia social, se manifiesta ante la epidemia de hostilidad y el creciente populismo nacionalista que estamos viviendo en occidente. Él ha sido el tercer Papa que ha visitado Cuba. Donde Fidel Castro, bautizado como católico y educado en los Jesuitas, persiguió a la Iglesia desde su ideología revolucionaria. Hecho que fue debilitándose hasta la restitución de la Navidad como fiesta nacional en 1998. Así, Fidel acabó creyendo que era posible ser cristiano y ser fiel a la causa del socialismo revolucionario. Igualmente, su hermano Raúl ha expresado su posibilidad de volver a la Iglesia aunque siga siendo comunista, con motivo de su contacto personal con el Papa Francisco y la mediación de éste entre la Habana y Washington en 2015.
Todo ello nos conduce al escenario del factor humano y su imperfección. En este escenario, se encuentra también la exhortación apostólica, del Papa Francisco, a la familia, “Amoris Laetitia”, con la controversia del Dubia (o dudas planteadas) por cuatro cardenales sobre la clarificación y/o aceptación de los nuevos matrimonios que se realicen por católicos divorciados. Pero también, en el escenario de esta imperfección humana nos encontramos con el futuro que nos ofrecen no solo el populista Brexit de Theresa May (a partir del próximo mes de marzo) y los Estados Unidos del populista Donald Trump (a partir de enero), sino también con el de otros previsibles paisajes o configuraciones inéditas. Tal como ha sucedido con el Presidente Colombiano Juan Manuel Santos. Quién negocia un acuerdo histórico de paz con las FARC, y recibe el premio Nobel de la Paz. Y sin embargo, los votantes colombianos rechazan este acuerdo con un 52,2%.
En este mismo escenario, y en la próxima primavera, Marine Le Pen no tiene muchas posibilidades de ganar (al igual que Brexit y Trump) las elecciones francesas. Pero, ¿y si ocurriese?. Tendríamos una Francia saliendo de y destruyendo Europa: un Frexit. Y en Alemania, Angela Merkel, tras 11 años de Canciller, lo tiene difícil para seguir el próximo año, con un nuevo Parlamento donde el partido de derechas Alternativa para Alemania está subiendo. Otra amenaza inmediata, y esta vez para la Eurozona, lo es el Movimiento 5 Estrellas accediendo al poder en unas posibles nuevas elecciones en la económicamente debilitada Italia. Y mientras tanto, el Partido por la Libertad, anti-imigración y anti-Unión Europea, puede tener una gran influencia en la formación de Gobierno en los Países Bajos, tras las elecciones del próximo 15 de marzo. Un mes de marzo que finalizará con el comienzo de ir saliendo de Europa por parte del Reino Unido bajo la presión de Nigel Farage y su partido UKIP de extrema derecha. En definitiva, una nube negra en el horizonte de Europa. Toda una epidemia populista ante lo establecido, y haciendo historia ante un futuro desconocido.
Un futuro sobre el paisaje de un presente, al que estamos concediendo nuevos actores políticos. Actores, que en España, unos representan a un Gobierno en minoría y otros a una oposición Parlamentaria en mayoría. Donde el peso político de la moción y el acuerdo pueden: derogar, por iniciativa del PSOE, la Ley de Seguridad Ciudadana o ley mordaza, y la LOMCE (esta última con la iniciativa ya puesta en marcha de sustituirla por un Pacto de Estado por la Educación); subir, por iniciativa de Podemos, el Salario Mínimo Interprofesional a 800 euros en 2018 y 950 en 2020; exigir, por iniciativa de Ciudadanos, la tributación del 10% de la amnistía fiscal de 2012, … O exigir, por parte del PSOE y Podemos, la reforma de la Constitución.
Pero en el horizonte tenemos algunas nubes negras. Como por ejemplo, la posibilidad de que con motivo de “la crisis territorial” el País Vasco y Cataluña puedan ser reconocidos como naciones en la Constitución Española. Lo cual otorgaría el derecho a decidir. Observemos que el movimiento nacionalista en el País Vasco puede tomar fuerza en un futuro próximo. Debates sobre la nación vasca y el derecho a decidir, en el seno del pacto de Gobierno entre el PSE y el PNV pueden contribuir a ello. Y constatemos que en los Presupuestos del gobierno Catalán para 2017, hay incluida una partida para convocar el referéndum independentista en septiembre del próximo año. Presupuestos impugnables según Rafael Catalá.
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