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Inédita visita de Don Juan Carlos

De Inédita se puede calificar la reciente visita de trabajo del rey Juan Carlos a Marruecos. Inédita por el elevado número de ministros que acompañaron al soberano. Ni más ni menos que cinco miembros del gobierno de Mariano Rajoy llegaron a Rabat para participar de reuniones con sus homólogos marroquíes: asuntos exteriores y cooperación, justicia, interior, fomento, e industria, energía y turismo. Inédita por la presencia de todos los ex jefes de la diplomacia española en democracia, a partir de 1978, de todos los signos políticos, queriendo poner de relieve lo estratégico de la relación, más allá de intereses partisanos. Inédita por el encuentro, organizado por la Confederación General de Empresas de Marruecos y la patronal española, entre 130 patronos y dirigentes de las principales empresas públicas y privadas españolas y marroquíes. E inédita por la presencia de más de una decena de rectores y responsables universitarios acudieron a Rabat para hacer de lo educativo y cultural un nuevo ámbito de colaboración y negocio susceptible de hacer avanzar la relación. Una visita con marcado acento económico y cultural que, como se ha apuntado, es cierto, pasó por alto los temas susceptibles de generar tensión entre España y Marruecos. “No toca”, dijo José Manuel García-Margallo.
Era el primer viaje al extranjero del jefe de estado español después de muchos meses. Meses de travesía en el desierto. De operaciones y recaídas. De desengaños y peripecias judiciales. Aquí también podríamos subrayar lo extraordinario del periplo. Inédito el esfuerzo que ha supuesto para Don Juan Carlos mantener el tipo durante los cuatro días que ha permanecido en el reino jerifiano, con movilidad reducida, apoyándose en todo momento en sus inseparables muletas, temeroso y en ocasiones incluso con el gesto desencajado en ocasiones por la lucha contra sus limitaciones. “Me encuentro mejor que ustedes”, nos lanzó el rey a un grupo de periodistas presentes en la recepción para la comunidad española de la plaza que tuvo lugar en la Embajada, asegurando que su recuperación iba por buen camino. A pesar de su aún maltrecho al rey se le veía contento, feliz de estar en el país vecino, como llegó a confesar en alguno de sus discursos. Del mismo modo no es habitual ver a Mohamed VI tan relajado durante la visita de un jefe de estado. También fue inédita la calidad y cantidad de gestos que el soberano alauí dirigió al rey español. Y todo ello en pleno mes de ramadán, siendo Don Juan Carlos el primer jefe de estado que acude a Marruecos durante el mes sagrado del islam.
Dentro de este marco idílico también ha sido inédito el consenso general sobre lo positivo de la visita. Se ha pasado revista al estado general de las relaciones bilaterales y se han presentado a Sus Majestades los diferentes proyectos en que España y Marruecos van de la mano. A nivel político se ha constatado la satisfacción por la intensificación de contactos y la concertación sobre temas de interés compartido. Un amplio entendimiento que se puso de manifiesto en la X Reunión de Alto Nivel celebrada el pasado 3 de octubre en Rabat y que preside la preparación del siguiente gran encuentro, en otoño. Un amplio entendimiento que preside las iniciativas conjuntas para la mediación de conflictos en el Mediterráneo y para prevenir el terrorismo nuclear. Un consenso que persigue un mayor estrechamiento de las relaciones con la Unión Europea en el marco de la aplicación del estatuto avanzado del que goza el reino marroquí, mejorando la movilidad, profundizando la integración comercial y avanzando hacia la final ratificación del acuerdo de pesca. Además de una convergencia de puntos de vista sobre la situación en Oriente Medio, la seguridad de la región saheliana y la necesidad de avanzar en la construcción de un Magreb unido, estable y solidario.
Inédito también el momento histórico de la visita. Una coyuntura definida por las dificultades económicas para España, que obligan a redefinir el carácter estratégico de la relación bilateral, profundizando los vínculos y trabajando de forma conjunta para la prosperidad, desarrollo y estabilidad de nuestros respectivos países y de su entorno inmediato. La creciente multiplicación de intereses económicos y comerciales compartidos deja en evidencia la necesidad de crear un nuevo espacio de bienestar compartido y generar nuevas oportunidades de creación de riqueza y empleo. España ha pasado a ser desde el pasado año el primer socio comercial de Marruecos, superando a Francia, superando los intercambios comerciales los 8 mil millones de euros en 2012, con más de 800 empresas españolas establecidas en territorio marroquí y casi 19.000 con intereses en este país. Los encuentros empresariales se han multiplicado, al igual que las misiones de alto nivel. Las sociedades hispanas han obtenido importantes licitaciones, destacando la concesión a Acciona de la construcción de la primera fase de la que será la planta termosolar más grande del planeta, en Ouarzazate. “Un muy buen punto de partida para avanzar mucho más allá”, destaca Juan Rosell, presidente de la CEOE.
Tan bueno ha sido lo que ha trascendido que también ha sido inédita la unanimidad de los medios sobre el éxito de la visita. Ha quedado en un segundo plano lo alargado de la sombra de Bárcenas, omnipresente en las cuestiones de los periodistas a los ministros presentes en Rabat. La crisis de gobierno que atraviesa Marruecos también quedó de lado. No ha sido relevante que algún ministro presente en la visita lo fuera “en funciones”, después de haber presentado su dimisión, ni el hecho de que el jefe de gobierno, Abdelilah Benkirane, esté negociando contrarreloj la entrada en su ejecutivo de un nuevo socio que le garantice una mayoría para gobernar. Y esta inatención a pesar del riesgo de elecciones anticipadas, y todo lo que ello conlleva. Tampoco se ha destacado lo pobre de la agenda de trabajo de los ministros españoles que, más allá de las generalidades, apenas dieron cuenta del detalle de sus reuniones. Llama la atención la presencia del ministro de justicia, Alberto Ruíz-Gallardón, cuyo homólogo, el islamista Mustafa Ramid, ni tan siquiera se encontraba en Marruecos. Por otra parte, a pesar de la euforia y más allá de los medios más oficialistas, el impacto de la visita en el grueso de la prensa marroquí ha sido limitado, muy modesto. Y claro está, ¿acaso alguien duda de que en términos generales Francia sigue siendo el primer socio económico de Marruecos, al igual que su principal su referente cultural y educativo? Pero no seamos aguafiestas...

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