Leo a Borja Negrete, en su artículo fechado el 15/10/2021, que un dirigente independentista catalán ha presentado una enmienda específica al proyecto de Ley de Memoria Democrática, pidiendo en el punto siete, que se exija a España que pida perdón e indemnice a Marruecos por los daños producidos con bombardeos españoles con armas químicas en el Rif desde 1922 a 1927. Y como creo que ello es no sólo tergiversar la historia de aquella cruenta y cruel contienda librada por el Rif marroquí no sólo contra España, sino que, además, hiere gravemente el honor y la dignidad de decenas de miles de víctimas españolas, catalanas y de sus familiares descendientes, me creo moralmente obligado a replicar, por los motivos siguientes:
Primero. El dirigente catalán independentista que plantea tal exigencia, parte deliberadamente de fechas falsas y hechos totalmente tergiversados, porque el Protectorado español en Marruecos no sólo comprendió desde 1922 hasta 1927, sino desde la Conferencia de Algeciras de 1906, apoyada y firmada por trece países: Marruecos, que apoyó su establecimiento con su propia firma su rey Mulay Asfid su embajador en España El Hadj el Mokry, el 7-04-1906, conservando la soberanía real. Y, asimismo, la firmaron y apoyaron también España, Francia, Alemania, Gran Bretaña, EE. UU., Rusia, Italia, Países Bajos, Suecia, Portugal y el Imperio Austrohúngaro, para que se estableciera el Protectorado.
Es decir, España no actuó unilateralmente en Marruecos ni de forma interesada, sino en cumplimiento de un mandato internacional que le fue conferido junto a Francia. La primera, para que pacificara, organizara y protegiera a la población de la zona norte; habiéndosele responsabilizado de toda una zona montañosa, pobre, improductiva y belicosa, que se había rebelado en armas contra su rey, al que no sólo desobedecían sistemáticamente, sino que también pretendían, junto con Francia, deponer al monarca alauita, declarándose independiente todo el Rif.
Aquella independencia sólo fue reconocida hace cien años por el partido del dirigente catalán, cuyo dirigente ahora presenta dicha enmienda. El Rif, también pidió ayuda a España para que le apoyara en su rebelión armada, pero no sólo se la negó de forma categórica, sino que nuestras Fuerzas Armadas lucharon con las armas hasta conseguir pacificar dicha zona, salvando la actual dinastía marroquí, como era su obligación. En la zona sur, Francia cumplía la misma misión; pero se quedó con la parte fértil, muy productiva y en paz absoluta.
Esas labores de pacificación en beneficio de Marruecos y su actual monarquía, precisamente, fueron las que arrastraron a España al llamado Desastre de Annual, en el que los rifeños tendieron una gran emboscada a nuestras tropas descolgándose los rebeldes rifeños desde las montañas y cayendo sobre ellas, como mejores conocedores del territorio, obligándoles a rendirse.
Cuando tuvieron desarmados a los españoles cometieron contra ellos las mayores atrocidades y crueldades que se hayan podido ver en guerra alguna. Les torturaron, los mutilaron, los mataban vivos, despedazándoles sus miembros hasta matarlos, más otras barbaridades y aberraciones obscenas que hasta da vergüenzas contarlas.
¿Y sabe ese dirigente independentista catalán que ahora exigen indemnizaciones para el Rif, a cuántos españoles rendidos y desarmados asesinaron los rifeños?. Pues, unos 10.000: pero hay fuentes que doblan tan tremenda cantidad, contando desaparecidos, heridos y presos que mantuvieron en cautividad como rehenes hasta que España pagó al líder rifeño Abd el Krim 500.000 pesetas de aquella época por cada uno de los 6.000 presos con los que los rifeños de esa forma tan vil comerciaron como si fueran animales vendidos en un mercado de esclavos. Muchos de aquellos muertos o vivos en cautividad eran también catalanes.
Así pagaron a España todo lo que hizo por el bien del Rif, en el que tuvo que gastarse cuantiosísimos medios, dinero y hombres que no tenía para pacificar el territorio en 1927; como organizar el país, construir vías férreas, carreteras y caminos vecinales para poder comunicar las cabilas, escuelas y centros de enseñanza, Universidades, tendido de redes de comunicaciones, grandes edificios oficiales, etc. Hasta que España no les dio la independencia, no pudo ella emprender sus propios planes de desarrollo que el mismo año 1956 que se la concedió, ya pudo emprender el ministro catalán Laureano López Rodó en Cataluña y el País vasco. ¿Debe España ahora pedir perdón e indemnizar a los rifeños?.
Segundo. Pero, además, exigiéndoles a España tal perdón e indemnización, dicho dirigente catalán ofenden gravemente al propio pueblo catalán y a Cataluña todavía más que a España; y más concretamente a aquellos 466 voluntarios catalanes que el día 4-02-1860 formaron el Batallón de patriotas voluntarios, bravos y valientes catalanes, de los que todavía quedan sus descendientes, que mandados por aquel héroe catalán de la talla del general Prim (nacido en Reus), les reclutó arengándolos, metiéndose en un lodazal-trampa que los rifeños les tendieron con una zanja cubierta y disimulada con hierbas, donde caían hundidos. Más de mil murieron bañados en su sangre, siendo rematados por los rifeños que los masacraron cuando se iban hundiendo.
Aunque Prim les inyectó fuerza e ímpetu para salir, arengándolos: "¡Catalanes!: Acabáis de ingresar en un ejército bravo y aguerrido: el Ejército de África, cuyo renombre llena ya el universo. Vuestra fortuna es grande (...). Mañana mismo marcharéis sobre Tetuán!". ¡Catalanes: vuestra responsabilidad es inmensa; estos bravos que os rodean (...) son los vencedores de veinte combates; han sufrido todo género de fatigas y privaciones; han luchado con el hambre y con los elementos (...) y todo lo han soportado sin murmurar. Así lo habéis de soportar vosotros. Es mejor morir en combate que sobrevivir tras una deshonrosa retirada.
Es menester sufrir y obedecer sin murmurar; es necesario que correspondáis con vuestras virtudes al amor que yo os profeso, y que os hagáis dignos con vuestra conducta de los honores con que os ha recibido este glorioso ejército. (...) Y no queda aquí la responsabilidad que pesa sobre vosotros. Pensad en la tierra que os ha (...) enviado a esta campaña; pensad en que representáis aquí el honor y la gloria de Cataluña. (...) Uno solo de vosotros que sea cobarde labrará la desgracia y la mengua de Cataluña –Yo no lo espero-. (...) Si correspondéis a mis esperanzas y a las de todos vuestros paisanos, pronto tendréis la dicha de abrazar a vuestras familias (...) y todos dirán llenos de orgullo (...): "Tú eres un bravo catalán"!».
Parecerá hoy increíble, pero uno de los hechos de armas más destacados que en aquella guerra se dieron fue la heroica actuación de los catalanes, que voluntariamente se presentaron para defender a España. De Cataluña llegaron a Ceuta. Y, pese a no haber recibido instrucción previa alguna, no dudaron en acudir a la llamada de la Patria, presentándose de inmediato en el campo de batalla a jugarse la vida. Pedro Antonio de Alarcón, soldado-periodista-cronista, relata así la llegada de los catalanes a Ceuta:
«Son las cinco de la tarde y vengo de presenciar una escena arrebatadora. Las compañías de voluntarios catalanes (...) acaban de desembarcar en este momento. (...) Son cerca de quinientos hombres. Visten su clásico traje, calzón y chaqueta de pana azul, gorro frigio, botas amarillas, canana por cinturón, chaleco listado, pañuelo de colores anudado al cuello y manta a la bandolera. Sus armas son el fusil y la bayoneta. Sus cantineras, bellísimas. Su jefe es un comandante, joven todavía, llamado Victoriano Sugrañés. Tres cruces de San Fernando adornan su pecho». Aquellos reclutas catalanes, sin ninguna experiencia en las armas, pero bravos como los que más, llegaron tan enardecidos a defender a España, su Patria, que unánimemente pidieron que se les concediera el honor de combatir en vanguardia".
Cayeron muchos. Quedaron totalmente desconcertados. Prim se percató de lo sucedido y, al galope con su caballo, se dirigió hacia la zanja en la que estaban muriendo hundidos sus paisanos. Al hacer su aparición, los voluntarios catalanes recuperaron su fiera acometividad y, bajo sus órdenes, pasaron por encima de sus compañeros caídos continuando el asalto a bayoneta sobre el ya cercano campamento. Prim iba en vanguardia con su caballo y sable en mano.
"El general accedió a través de la tronera de una batería al interior del campamento marroquí, donde causó estragos con su espada" (continúa Alarcón): «¡Cómo caían nuestros jefes, nuestros oficiales, nuestros soldados! ¡Cuántos, cuántos, Dios mío!. Fueron treinta minutos de lucha; y murieron más de mil españoles bañados en su sangre generosa». ¿No sonroja ahora a los independentistas catalanes exigir indemnizaciones para los rifeños de aquella matanza contra los propios catalanes?. Así se ganaron las célebres batallas de Was-Ras y Tetuán.
Tercero. ¿Pero cómo es posible que ese dirigente independentista catalán que ahora exige al Parlamento español perdón e indemnización al Rif haya podido olvidarse de tantos miles de españoles y catalanes que murieron a mano de los rifeños desde el año 1906 hasta 1921?. ¿Cómo se atreve a engañar al pueblo trayendo sólo a colación los hechos que sucedieran desde 1922 a 1927, silenciando deliberadamente la larga etapa anterior tan sangrienta y tan inhumana, cometida por el Rif?. Vaya, ya no le queda nada más que pedir a Roma que abra un proceso de beatificación en favor de tales rifeños que tanto le enternecen y de los que tanto se apiada, pese a su matanza de tantos miles de españoles y catalanes en 1921, que tan escandalosamente pretende ocultar.
A mí también me entristecen mucho el uso de armas químicas y toda muerte o violencia de las guerras, que casi todas son reprobables, estériles e injustas. Nadie debería morir, sea del color político, raza o religión que sea, como no fuera por hecho natural. Lo mismo que se nace libre, se debe morir cuando a cada uno le llegue la hora y porque lo imponga la naturaleza. La violencia nos iguala a los animales irracionales; debe siempre evitarse por todos los medios.
Pero ya lo aseveró Cervantes en El Quijote: "la historia, es madre de la verdad, que enseña el pasado y nos advierte sobre el presente y el porvenir". Debe ser relatada de forma justa y objetiva; tal como aconteció; pero no entresacando lo que interesa para publicarlo oficialmente en el Boletín de las Cortes, y silenciar sesgadamente lo que a cada uno más convenga. Por eso he tenido mucho interés en replicar tal petición al Parlamento, para que se conozca la verdad en sus justos términos; porque todo lo que sean injusticias y atropellos cometidos por unos o por otros, me solivianta. Nunca lo haría por motivos políticos, que siempre digo que jamás lo he sido.
Personalmente, rechazo toda indemnización por hechos ocurridos hace cien años. Pero, puestos a exigirla por este dirigente a España, ¿por qué no formula de paso a Marruecos la misma petición para que pida perdón e indemnice a España y Cataluña por tantos miles de asesinatos cometidos tan bárbaramente en 1921 por el Rif contra tanto miles de víctimas, españolas y catalanas?. ¿Por qué no pide también a Marruecos perdón e indemnización por el mismo hecho sucedido cuando el Rif en febrero de 1959, siendo ya Marruecos independiente, fue bombardeado en febrero de 1959 con bombas de napalm y fósforo para sofocar la revuelta del Rif de 1958-1959?.
¿Sería razonable y justo, o una provocación, que España exigiera ahora que fenicios, cartagineses, romanos, visigodos, musulmanes o franceses, que nos invadieron por la fuerza y cometieron grandes tropelías y violencia, que les pidiéramos indemnización por daños y perjuicios?. La guerra es la guerra, y siempre en ella se cometen violencias e injusticias, por unos y otros, que deben ser denunciadas en la medida de lo justo y lo razonable.
Eso, en modo alguno justifica que unos puedan impunemente atropellar a otros, sino que con todos se debe utilizar la misma vara de medir ante los mismos hechos. Y, sobre todo, no se puede exigir caprichosamente indemnización para unos, cuando luego lo actuado por ellos sea todavía más reprobable que lo que hacen los demás y se silencie o se oculte por conveniencia propia de forma sectaria y con mala fe.
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