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El segundo incendio más grave de la historia de Ceuta: La pesadilla vuelve a García Aldave

La pesadilla volvió ayer a García Aldave. Y en concreto a los vecinos de Cabrerizas Altas y Serrallo. Ni horas pudieron permanecer tranquilos. Ni horas pudieron recuperar cierta tranquilidad. Las llamas volvieron a hacerse fuertes en el monte en torno a las 17.00 horas, provocando el desalojo de los vecinos de cinco casas que, además tuvieron que ser atendidos por la Cruz Roja, entidad humanitaria que desplegó a todas sus unidades para tal misión. Era un nuevo incendio con foco distinto, nada que ver con el del sábado pero en el mismo escenario. Lo confirmaba a FAROTV el consejero de Gobernación, Jacob Hachuel, quien situó ese nacimiento en una vaguada de muy difícil acceso. La zona afectada el sábado era de monte bajo y el de ayer, de arboleda.

Es un desastre. El mayor desastre medioambiental que se ha vivido en Ceuta con más de 60 hectáreas calcinadas (entre 60 y 64 según comunicó la Ciudad después de que los Bomberos perimetraran la zona) sin contar lo de ayer. El panorama era desolador. Todos los Bomberos, de nuevo, estuvieron entregados en atajar las llamas, permaneciendo más de 36 horas de trabajo intensas. No podían más, desbordados y apoyados por toda la Policía Local y por unidades de la Policía Nacional y Benemérita, además de militares. El monte volvía a ser pasto de las llamas y a todos les surgía la misma pregunta: ¿por qué, por qué sucede esto? Hablar de la existencia de un pirómano es una conclusión temeraria porque ni siquiera oficialmente quieren dejar claro las causas de ambos incendios hasta tener los informes encima de la mesa.

Hay personas irresponsables, ya que en pleno desarrollo de las tareas de extinción hubo quien provocó otro incendio en el Recinto, que tuvo que ser sofocado por los Bomberos. Resulta inexplicable entender esta situación, pero había quienes se dedicaban a jugar al ratón y el gato con el SEIS y con toda Ceuta, mientras el corazón de los caballas permanecía encogido al ver la situación.

La Ciudad pidió medios aéreos en torno a las seis de la tarde, que tardaron 25 minutos en llegar a la ciudad, disponiendo de una cuba con 2.500 litros de agua. El helicóptero desplazado realizó varias batidas sobre el lugar. La UME había abandonado Ceuta esa misma mañana, habiendo apoyado a los Bomberos por la noche para que descansaran. Sobre el terreno muchos se preguntaban si no podían haberse quedado más tiempo.

Las imágenes ofrecían una conclusión: los medios en Ceuta se desbordan ante la crecida de un fuego que cobra fuerza por el viento. Mientras todos los que trabajan, de las fuerzas que fuesen, lo daban todo por terminar con esta pesadilla, los vecinos del lugar eran atendidos por Cruz Roja, desalojados de sus viviendas. Ellos eran las auténticas víctimas directas de esta situación. Tenían miedo, reclamaban ayuda, estaban muy nerviosos.

Fueron ellos los que dieron el aviso desde primera hora de la mañana, cada vez que veían algún rescoldo de humo. Pero no fue hasta mediodía cuando la situación se tornó en preocupante para ellos, cuando vieron evolucionar una simple columna de humo blanco y una lengua de llamas avanzaba con virulencia hacia sus casas, avisando a todos sus familiares para que pudieran subir a salvar a los animales que tenían en las proximidades y también algunas pertenencias.

“¡Qué vengan más bomberos!”, gritaban al ver las llamas acercarse más a sus casas. Algunos se implicaron de tal manera que se subieron a sus tejados para apoyar con mangueras la extinción del fuego próximo a sus viviendas. “Los nervios los tenía a 200 por hora. Además llevo toda la noche aquí arriba vigilando, por si había más fuego. Llevo así dos días”, relataba sin apenas aire el hijo de una de las personas desalojadas en Cabrerizas Altas, quien no dudó en ponerse frente a las llamas y tirar de manguera desde el techo de la casa para controlar el fuego que se acercaba peligrosamente al lugar donde tiene albergados a sus animales domésticos.

Tras salir corriendo de sus viviendas, tanto Policía Local como Bomberos ha permitido a estas familias entrar para poder sacar documentación y algunos medicamentos necesarios. Cuentan como ayer fueron espectadores del incendio en García Aldave que arrasó la parte baja de Cabrerizas y el Serrallo, pero ahora son ellos las víctimas de este nuevo fuego.

“Ayer esto era una burbuja, no nos llegaba nada, ni viento ni nada, pero hoy sí. Hemos tenido que sacar a mi nieto corriendo de aquí y ahora estamos intentando salvar algunas cosas”, detallaba una mujer a las puertas de su casa, quien apenas contó con unos minutos para poder recuperar documentación y un tratamiento médico.

¿Y qué se sabe de todo lo que ha ocurrido? Pues de momento, tal y como explicó la Ciudad después de que se hiciera una batida sobre el lugar del siniestro con un helicóptero de la Unidad Militar de Emergencias (UME), que se trata del mayor incendio ocurrido en Ceuta por su extensión aproximadamente de entre 60 y 64 hectáreas entre el Mirador de Isabel II y el Serrallo.

Tras la marcha de la Unidad Militar, el Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento dejó fijas en la zona, además del retén de verano, dos unidades completas. En una primera estimación, y contando con los medios aéreos, para controlar y sofocar las llamas se habían invertido solo el sábado más de 600.000 litros de agua, a lo que cabe añadir la utilizada ayer.

Aunque hasta el momento sólo se manejan algunas hipótesis, la Guardia Civil ya ha abierto una investigación para conocer el origen del incendio en García Aldave que ha causado daños irreparables en el pulmón de la ciudad. A la misma se suma otra sobre el incendio provocado ayer.

Los agentes tendrán que valorar sobre el terreno lo sucedido, elaborando un informe sobre las posibles causas del siniestro, el foco origen de los mismos y la posible existencia de pistas, una vez terminen las labores de extinción completa del incendio que ayer seguía vivo.

Es misión del SEPRONA y de la Policía Judicial indagar sobre lo ocurrido. Desandar el camino iniciado para llegar a lo que pudo pasar en torno a las 13.40 horas, cuando se baraja que comenzó todo, cuando el olor a quemado alertó a un hombre que pintaba cerca del Mirador y un brigada forestal comprobó la situación. Además investigar sobre cómo se pudo abrir otro foco diferente.

Lo ocurrido ha sido un auténtico desastre medioambiental, ha ocasionado daños graves que hoy serán valorados por Obimasa. El informe ecológico es paralelo al técnico que tiene que desarrollar la Benemérita, cuya misión se enfoca más a dar con la autoría de estos siniestros, en confirmar si fue un acto imprudente o provocado.

Las escenas de desborde se han sucedido constantemente durante este fin de semana en el Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS) de Ceuta. El fuego que se declaró a las 14.00 de este sábado obligó al Cuerpo a trabajar más de doce horas seguidas bajo mínimos: fueron decenas de efectivos de permiso quienes se personaron en el Parque dispuesto a colaborar.

La situación no mejoró este domingo, cuando pasadas las 16.00 horas varias dotaciones salieron al monte para colaborar con el retén en dos focos, el de la ‘curva de la viuda’ y el de Cabrerizas Altas, este último descontrolado de nuevo a pesar de las labores de extinción en las que de madrugada colaboró la Unidad Militar de Emergencias (UME).

“Necesitaríamos tres parques como este”. Un total de 46 bomberos estuvieron trabajando ininterrumpidamente desde que se declaró el incendio el sábado. Durante la madrugada, tras las doce horas trabajadas, el turno de guardia pernoctó junto a otros ocho bomberos que se habían quedado en el Parque de forma voluntaria, en apoyo a sus compañeros. “Nosotros le entregamos el incendio controlado y perimetrado a la UME”, zanjaron los bomberos.

Durante la tarde del domingo la centralita del Servicio no paró de sonar. Los bomberos que llegaban al Parque en su vehículo se aprovisionaban como podían, se vestían, cogían todo el material que podían y preparaban el vehículo. Aun tenían tiempo para ayudar a sus compañeros a los teléfonos. Ya había en marcha tres dotaciones a las que se les iban a sumar los refuerzos cuando se declaró el incendio.

Nuevamente, los gritos a través de la radio dibujaban un escenario en el que la situación fue realmente complicada para los profesionales de emergencia. “A través de la radio oía a mis compañeros y desde luego lo que escuché, las voces en la radio… era complicado”, señalan desde la centralita del Parque.

“¡Agua aquí, por favor!”, gritaba desesperado uno de los agentes. Su voz desesperada se escuchaba por el transmisor del compañero. Los rostros de preocupación eran visibles. Las llamas crecían, todos los bomberos estaban trabajando pero no podían contra ellas. Las apagaban y se resurgían. “Necesitamos agua, más”, gritaba otro. “Dónde está el agua, más, más”. FAROTV estuvo con ellos, tanto el sábado como el domingo, oyendo de primera mano esa desesperación, constatando su trabajo a pesar de que algunos decían que no habían llegado al lugar. Estaban desbordados, cansados, superados por un fuego cebado con García Aldave. Un auténtico desastre. Algunos bomberos han señalado a este periódico que jamás habían visto un fuego tan rápido como el incendio que ha asolado el monte este fin de semana. “Mis compañeros se han jugado la vida”, recuerdan unos. “En ocasiones circulábamos por carretera y el fuego nos llegaba a adelantar. Una barbaridad”.

Las causas, variadas: el excesivo calor, las altas temperaturas, el viento de poniente, el monte seco, hierba baja. “En otras ocasiones hemos tenido fuegos forestales que hemos controlado en seguida. Este ha sido una barbaridad”, indicaron.

A pesar del cansancio, algunos bomberos todavía sacaban humor para bromear. “Es normal que muchos no nos veamos en las fotos de algunos periódicos. Es que estábamos literalmente dentro del fuego”. Y ponen en valor su trabajo: “Cuando el sábado llegamos a Cabrerizas había mucha crispación, los vecinos estaban de los nervios. Nos lanzamos directos a por el fuego. Lo conseguimos”. Algunos vecinos, en llanto, se abalanzaron sobre los bomberos para agradecerles su labor.

Los bomberos regresaban expulsando escupitajos negros, con los ojos rojos que aún cerrados seguían viendo llamas, con la piel afectada por el impacto del incendio, tan cerca, tan próximo. Con la tez manchada de negro, habían estado allí, cerca, sin medios suficientes para esa barbaridad.

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